Limpiar pocetas es lo que hacen los emigrantes venezolanos, a juicio de Maduro y los suyos. Se equivocan de manera radical.
En su particular estilo despreciativo y soez, el señor Maduro pretendió burlarse de los emigrantes venezolanos, al manifestar que lo que hacían era lavar o limpiar pocetas en el exterior… Sí, buscó denigrar, pero no lo consiguió. Primero, porque tal ocupación no es indigna; segundo, porque de los millones de compatriotas que se han visto forzados a emigrar -por la catástrofe agravada por Maduro-, hay gente en las más diversas ocupaciones, desde científicos y profesores universitarios, hasta trabajadores manuales, pasando por un abanico amplio de labores, muchas de ellas, ciertamente, condicionadas por la necesidad.
Y tercero, porque lo dicho por el señor Maduro hay que apreciarlo en otro sentido: la hegemonía que él representa ha convertido a Venezuela en una inmensa poceta, y no la lava ni la limpia sino que la ensucia mañana, tarde y noche.
Por eso es que cerca de 4 millones de venezolanos han emigrado y una cantidad muy significativa también quiere hacerlo y se prepara al respecto. Los capitostes de la hegemonía roja -aparte de sus chistes malos y malintencionados-, no sólo no les importa tan dramática realidad, sino que les complace y ello explica, en parte, que la estimulen. La hegemonía despótica, depredadora, envilecida y corrupta es el turbomotor de la gran emigración venezolana, de eso no puede haber la más mínima duda.
Los expertos en contabilidad llamarían a esta situación, como una “cuenta de cuadre”. Vale decir, con varios millones menos de habitantes, la catástrofe sería menos catastrófica, porque habría menos consumo y los menguados ingresos petroleros tendrían algo de mayor repercusión rentística. Una consideración en extremo cínica, pero que la hacen en los corredores del poder, y no se conforman con hacerla sino con llevarla a la práctica.
Por otra parte, suponen en la hegemonía, que la emigración en masa les alivia un tanto el potencial opositor, porque los que se van a fuerza de la intolerable realidad, no son precisamente los que todavía le apuestan un quintico a la llamada “revolución”, sino los que están aplastados por la adversidad. Mientras menos opositores en el territorio nacional, mejor… Y no hay que ser un siquiatra como Jorge Rodríguez para saber que ese es un objetivo patológico del poder establecido.
“Limpiar pocetas”, por lo demás, puede servir de metáfora para al menos el inicio del proceso de reconstrucción integral de Venezuela. ¿O no?