El peor argumento que esgrimen los “condicionistas“ es decir que ahora la situación en Venezuela es distinta a la del 2004.
En el 2004 con el difunto Chávez, en el esplendor de su liderazgo popular y recién iniciado el largo ciclo de altos ingresos petroleros que le permitía disponer de los recursos para el proselitismo y el control político, la Dirección de la oposición se retiró de las elecciones parlamentarias esgrimiendo “falta de condiciones» y apostando a la deslegitimación del régimen.
Las consecuencias de esa línea política fueron catastróficas. Las fuerzas que se oponían al régimen prácticamente cayeron en la irrelevancia, condenando a sus partidos a la parálisis, mientras el régimen que sería “deslegitimado» avanzó en la consolidación de un modelo totalitario, construyendo desde un parlamento monocolor un tinglado legal que daba fundamento a todos sus abusos y arbitrariedades.
Sobre esa trágica realidad, las organizaciones políticas de oposición realizaron una dura autocrítica y comenzaron una rectificación, que en el 2006 (bajo la iniciativa de Manuel Rosales, Julio Borges y Teodoro Petkoff) condujo a la elección por consenso de un candidato unitario, en este caso Rosales, que en las más adversas condiciones reagrupó y relanzó a una oposición que reivindicando el camino democrático y cívico encementó un sendero de éxitos hasta la contundente victoria de 2015.
Errores, rivalidades, protagonismos, inmediatismos y hasta aventurerismos desperdiciaron esa extraordinaria mayoría llamada a desalojar del poder a Maduro y su cúpula. Pasar de la política de calle a la de la participación en las elecciones regionales y luego mutar a la abstención en las municipales, prometiendo su reintegración a la vía electoral en las presidenciales, es desconcertante, inentendible y tenía que tener como resultado la mengua de ese respaldo.
Arrinconados por sus errores y carentes de la capacidad para reconocerlos y enmendarlos, la dirección política de los partidos agrupados en la MUD escogió el camino del hara-kiri, es decir del autosuicidio -como gustaba decir a algún expresidente- volviendo al derrotero de la abstención, disfrazada tras la reivindicación de las “condiciones electorales» que había logrado derrotar por vía de los hechos al echar por tierra el ventajismo, las marramuncias y trampas del gobierno; pero que bien saben los dirigentes de la MUD son posibles de desbaratar con un masivo apoyo popular y una activa defensa del voto.
El ser humano, en apariencia dotado de inteligencia y raciocinio, es al contrario de los animales, el único capaz de “chocar dos veces con la misma piedra». Si no cómo explicar que los partidos de la MUD, que prácticamente desaparecieron con el llamado a la abstención del 2004 y que luego alcanzaron su mayor influencia y poderío perseverando en lo electoral hasta 2015, sean capaces de desandar un camino que solo puede conducirlos a lo mismo.
El peor argumento de los “condicionistas“ es decir que ahora es distinto al 2004. El argumento se devuelve contra ellos. Claro que es distinto, en el 2004 Chávez estaba en el zenit de su poderío político y económico, ahora en el 2018 su sucesor tiene las arcas públicas depredadas y un rechazo superior al 80 % con el cual sería incapaz de ganar una elección.
Los griegos señalaban que los dioses cegaban a quienes querían “perder». Ojalá nuestro Dios único ilumine la conciencia de los líderes de la MUD porque aun están a tiempo de rectificar.