No es lo mismo un solo de piano que ver un piano tocando solo, por lo que la impresión que me llevé al ver sus teclas negras y blancas moviéndose solas, fue mayúscula.
– ¿Quién toca el piano? ¿El Fantasma de la ópera? -es la espontanea pregunta que hago al anfitrión de Steinway & Sons que nos da la cordial bienvenida a la soirée ofrecida por la afamada casa de pianos fundada en Nueva York en 1853, que esa tarde de abril convidó a un selecto grupo para instruirnos sobre cómo comprar un piano (nuevo, usado, o alquilado), y presentar formalmente a la estrella de la tarde, que se robó el showroom: Steinway Spirio, el piano de interpretación automática de alta resolución que proporciona una experiencia musical difícil de distinguir de una actuación en vivo. Realmente, el sonido es bellísimo, como corresponde a un Steinway de la famosa casa instituida por el emigrante alemán Heinrich Engelhard Steinweg, mejor conocido como Henry E. Steinway.
El avance de la tecnología va dando miedo porque, con el entusiasmo por lo nuevo, parecemos no darnos cuenta de que el hombre está siendo desplazando por la tenaza robótica con una rapidez escalofriante. En diez años -tiendas y almacenes de todo tipo de expendios-, serán lugares exentos de vendedores que ni falta harán a la hora de pagar la cuenta. Los aeropuertos sustituirán a los tiranos de inmigración por robots más tiranos que sus antecesores humanos.
Y en este arrollador avance tecnológico, el arte parece no quedarse atrás. Siendo la pintura – donde todo parece haberse dicho ya-, la más devaluada de las artes plásticas porque ya no se crea para el gozo espiritual sino según las exigencias de los constructores: acrílico, plástico, colores estridentes, para dar color a los ambientes contemporáneos minimalistas que más que hogares cálidos parecen tumbas de mármol de dudoso gusto. Bonitos, sí, pero un arte menor. Con el afán de un lucrativo mercantilismo desbocado, lo anterior pudiera fácilmente alimentar la memoria de una máquina, y entonces serán las máquinas la que decidirán hasta cuántos pisos podrán soportar las colmenas humanas que erigirán los robots del futuro cercano. Y así, los robots se agruparán en sindicatos que combatirán por sus reivindicaciones laborales, negándose a ser los nuevos esclavos de los humanos. Imaginen una marcha de robots hacia la Casa Blanca. El destino está a la vuelta de la esquina, aunque parezcan cosas de Spielberg…
El caso es que la música no se queda atrás. Tocar piano ya no es tan difícil, cualquiera puede hacerlo y hasta dar conciertos. Los temidos dos años de teoría y solfeo que parecían una eternidad para los principiantes, son cosas del pasado, cualquiera puede ser un “Chopin” de última generación. No importa la edad.
Steinway & Sons no solo fabrica para vender los pianos con los sonidos más exquisitos del mundo, sino que también los alquila, con profesores incluidos. Un venezolano de 75 años pasó a ver la exhibición y salió con un piano alquilado; a los tres meses regresó a la tienda de Ponce de León, Coral Gables, cual Wolfgang Amadeus Mozart, esto es, tocando la Marcha Turca. Y salió de Steinway con piano propio. Milagros de la tecnología.
La cosa funciona así. Esta joya musical de precisión, tecnología y artesanía, le ofrece una experiencia musical jamás vivida que no tiene nada que envidiar a los conciertos en vivo. Se controla a través de la aplicación del sistema Steinway Spirio que proporciona una interfaz fluida al piano y es intuitiva y fácil de usar. Con el iPad adjunto usted controla la música, el ambiente y el volumen con tan solo pasar el dedo a la tablet. Basta con un simple toque en el iPad para que Spirio inicie el concierto. A través del iPad la aplicación Spiro reproduce cientos de conciertos y su piano de cola cobra vida, gracias a su exclusiva biblioteca que además se actualiza periódicamente de forma automática y le ofrece todo tipo de piezas, desde Bach pasando por Irving Berlín hasta Billy Joel dando rienda suelta a las posibilidades interpretativas del piano de cola sin tener en cuenta sus cualidades pianísticas. Toca de todo, desde música clásica, jazz, pop, tango o soul, desde Mozart, Liszt hasta Tchaikosky o los Beatles. Usted decide que quiere escuchar o que concierto quiere dar para sus amigos o familiares. Pero también puede dejar que interprete automáticamente, o que lo toque con dedos de alas algún pianistaamigo. Decida, pues, que es lo que le apetece para el concierto de esta noche.
Legiones de pianistas que se ganan la vida tocando piano en piano-bares y restaurantes elegantones se quedaran sin empleos.