*La crisis de Unasur muestra el fin de un sistema de sostenimiento, creado por el castrochavismo para apuntalar a sus gobiernos en el poder. La progresiva vuelta a la democracia en la región, está exigiendo el replanteo de las funciones y objetivos de estas organizaciones multilaterales.
Chávez antes de morir ya había construido un anillo de sostenimiento internacional para su régimen, en esto habían participado los Castro y el presidente brasileño Lula de Silva, , sin olvidar a Rafael Correa en Ecuador y a Evo Morales, en Bolivia. Este anillo, se ha roto.
De OLAS al Foro
El castrochavismo no es una simple agrupación de gobiernos o gobernantes de pensamiento similar (like minded) sino un grupo organizado que sigue directrices y se organiza formal e informalmente para esos fines.
Desde la caída del muro de Berlín, cuando el mundo creía con Francis Fukiyama que habían muerto las ideologías, Fidel Castro, luego del fracaso de La Organización Latinoamericana de Solidaridad (OLAS), que postulaba la lucha armada como medio para obtener el poder, crea junto a Lula da Silva el Foro de San Pablo (FSP).
El Foro es la organización de todos los partidos de izquierda radical de la región, que incluye movimientos guerrilleros como las FARC, hasta partido social demócratas como el Frente Amplio uruguayo, o Movimiento Regeneración Nacional (MORENA) de López Obrador, y por supuesto del PSUV venezolano. Postula la vía democrática como medio de tomar el poder. Sin embargo, va más allá pues crea una red de contactos e instituciones a través de los partidos, movimientos sociales y políticos, miembros de organizaciones y por supuesto los gobiernos de esos partidos, que sirven para su expansión y son sus bases de sostenimiento.
Sus políticas
Con el advenimiento de Chávez al poder, su creciente sometimiento a los Castro y el triunfo de Lula en el país más grande de Suramérica, el Foro toma un auge determinante en la política internacional de la región. A ello se suman Evo Morales, Rafael Correa y Daniel Ortega así como los esposos Kirchner. Estos gobiernos se articularán para apoyarse mutuamente y destruir los focos de resistencia a su dominio regional. Es el grupo que de una manera u otra se identificó con lo que se llamó el Socialismo del Siglo XXI (SSXXI).
Entre los aspectos más importantes de la estrategia del Foro, fue el regreso de la Cuba de los Castro a la comunidad internacional regional, la facilitación de la integración de las FARC en la vida política colombiana y la estabilización del régimen chavista en Venezuela, fuente fundamental del financiamiento de esta empresa de la izquierda. En esto arrastraron a EE.UU. y Canadá. Otros aspectos más concretos son la expansión de la franquicia del Socialismo del Siglo XXI, el debilitamiento de la OEA y la creación de una serie de organizaciones multilaterales para apoyar al castrochavismo.
Nuevas y viejas instituciones
El castrochavismo se orientó en dos sentidos complementarios: debilitar a la OEA, a la que consideraban el “ministerio de colonias” de EE.UU., y a crear otros arreglos institucionales para reemplazarla.
En la OEA trataron de debilitar el mecanismo de protección de derechos humanos (DD.HH.) independiente, es decir, de la Comisión y la Corte interamericana de DD.HH., pero fracasaron. Fuera de ella crearon dos organizaciones: la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) y Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC).
La idea de UNASUR proviene del presidente brasileño Fernando Henrique Cardoso, que quería unos “Estados Unidos de América del Sur”, a través de la unificación de la CAN y el MERCOSUR, y la integración física de la región. Se inició como Comunidad Suramericana de Naciones pero en 2007 se transforma en Unasur bajo el control de los gobiernos del SSXXI.
También crearon la CELAC: una OEA con Cuba pero sin los norteamericanos ( excluyendo también a Canadá). Irónicamente ella se monta sobre el Grupo de Río, que es un desarrollo del Grupo de Contadora creada en 1983 para buscar la paz en Centroamérica, asediada en aquel momento por guerrillas que contaban con el apoyo de los Castro.
Se crean además dos importantes organizaciones alrededor del petróleo y los petrodólares venezolanos: Petrocaribe y la Alternativa transformada en Alianza Bolivariana para América o ALBA.
Todas ellas conforman ese anillo de sostenimiento del régimen chavista y de otros gobiernos como el de Cuba, Nicaragua, Bolivia e incluso Ecuador.
La crisis del anillo
El anillo inicia su crisis cuando la destrucción del aparato productivo venezolano y luego la caída del precio del petróleo comienzan a afectar el reparto de petróleo y petrodólares venezolanos.
Petrocaribe no puede seguir subsidiando a los pequeños países del Caribe, ni siquiera a Cuba. Otra que deja de ser sustento al régimen, es Mercosur, que aunque no es parte de las creadas por el SSXXI, se potencia con los petrodólares venezolanos. Al final Venezuela es suspendida de esa organización al perder el apoyo de sus países miembros, exceptuando Uruguay cuyo partido gobernante es miembro del Foro e trata de caminar en la cuerda floja.
La organización que más se ha mantenido es la ALBA. Estos 10 gobiernos- siete de ellos islas del Caribe- más Venezuela, sí cierran filas con el castrochavismo. Aunque recientemente Ecuador pareciera mostrar una nueva posición que incluso reconoció el embajador norteamericano Tom Shannon, mientras que Santa Lucía decidió firmar con el Grupo de Lima
UNASUR
Unasur, creada en 2008, ha sido de gran ayuda para el mantenimiento del status quo, es decir de los presidentes del SSXXI. El año de su fundación, actuó en la crisis boliviana y sirvió para apuntalar a Evo Morales. En 2010 actúa en Ecuador en apoyo a Rafael Correa. Dos años después actúa en Paraguay para tratar de evitar el impeachment del presidente Fernando Lugo y aunque no lo lograron, sancionaron al nuevo gobierno y permitieron el ingreso de Venezuela a Mercosur. Luego en 2013 homologaron el muy cuestionable triunfo de Maduro en unas elecciones que sin duda no fueron “libres y justas”.
La crisis de Unasur
Luego de la renuncia de Ernesto Samper, su último secretario general (SG) a principios de 2017, Bolivia y Venezuela habían venido trancando el juego al no poder volver a nombrar a otro Secretario General aliado, lo que ha producido una crisis interna en su burocracia. Es que la correlación de fuerzas regionales cambió con el triunfo de Mauricio Macri en Argentina y el impeachment de Dilma Rousseff en Brasil. Ahora la mitad de los miembros de UNASUR -Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Perú y Paraguay,- comunicaron a la presidencia pro tempore de Unasur (Bolivia) que “no participarán en ninguna instancia de Unasur hasta que se garantice su funcionamiento adecuado”, lo que supone, entre otras cosas, el nombramiento del Secretario General.
Bolivia pide “diálogo y negociación” y llama a una Cumbre de Cancilleres, pero acusa a Argentina de dejar muchos asuntos pendientes. El nuevo canciller chileno fue muy claro al describir la situación: “Unasur está paralizado hace más de un año y medio» y que la existencia de «disputas feroces dentro de los funcionarios, no conduce a nada, no hay integración, (Unasur) no es capaz de resolver los temas, hay veto permanente».
Para el canciller paraguayo, Eladio Loizaga, se trata de “redireccionar los objetivos de Unasur” y desideologizarlo. Loizaga se enfoca en el tema más relevante: Unasur ha sido más un mecanismo de apuntalar a esos gobiernos del SSXXI que una organización multilateral orientada a resolver los problemas comunes de la región o, como dice el comunicado, no se dedicado a buscar «resultados concretos que garanticen el funcionamiento adecuado de la organización».
La crisis de Unasur, así como la de Petrocaribe y la del Mercosur son muestra de que ese sistema de sostenimiento de esos gobiernos despóticos regionales está en crisis. No sería de extrañar que pronto aparezcan fisuras en la CELAC en incluso en la ALBA, llevadas por la profunda crisis que sufre Venezuela y el giro hacia la democracia plena en la región.