Por Gerson Revanales
¿Quiénes son los traidores a la Patria? ¿Los que entregaron Guyana a cambio de unos votos en la OEA o los que piden democracia?
El gobierno de Guyana, el pasado 29 de marzo, interpuso ante la Corte Internacional de Justicia la solicitud de un procedimiento institucional en contra de Venezuela, mediante el cual requiere del máximo tribunal internacional que confirme “la validez legal y efecto vinculante del Laudo Arbitral de 1899 que nos despojó del Esequibo y establecía los límites entre la excolonia de británica y los Estados Unidos de Venezuela. La demanda, además de violentar el espíritu del Acuerdo de Ginebra 1966, pone en riesgo nuestra integridad territorial y soberanía nacional.
No es posible que luego de 36 años de negociaciones un gobierno que se tilda de nacionalista, fundador de una nueva república, con más cancilleres que los dedos de los pies, por su negligencia y populismo, esté a punto de perder la reclamación del Esequibo.
La traición a la patria no es pedir democracia. Traición es dejar perder 159.542 km² de territorio al haber abandonado toda presencia, vigilancia o reclamación por querer ser simpático ante el Caribe.
Guyana denuncia que Venezuela a partir de su independencia viene violado reiteradamente la soberanía e integridad de su territorio con la penetración en su espacio, añadiendo que estas acciones tienen por objetivo ejercer presión sobre su país, lo cual pudiera ser prueba del interés permanente que tenían los gobiernos democráticos de mantener viva la reclamación sobre Guyana.
En esa misma demanda se observa que entre octubre de 1999, siendo ya Chávez presidente hasta el 2013, no hay una denuncia del gobierno guyanés de que Venezuela hubiera violado su territorio o el acuerdo de Ginebra. Ese silencio, esa pasividad, esa indiferencia en el Derecho Internacional es conocida como el “Stopell”, conducta que se interpreta como que el que ha inducido a otro a actuar de determinada manera como el silencio no puede negar lo dicho o hecho, o volverse atrás cuando las consecuencias jurídicas de su aseveración le son desfavorable.
Esta conducta tenía un propósito (quizás inducida por la Cuba Castrista): evitar cualquier manifestación en contra de Guyana que le sirvió de puente en sus aventuras imperialistas en Angola Etiopia y África Subsahariana en los 80. La visión populista del socialismo del siglo XXI tenía como propositito comprar el voto de algunos países a través de programas crematísticos de cooperación petrolera, acompañados de echarle tierra a la reclamación del Esequibo. Sin embargo, el gobierno, a las puertas de unas elecciones que tiene perdidas de calle más la presión desde los medios de comunicación, de la academia, incluso de los cuarteles, se vio obligado a reaccionar; pero ya el daño estaba hecho. Guyana se había crecido y envalentonado gracias al descubrimiento de algunos pozos petroleros, por lo que ya no necesitaba de PETROCARIBE. Y por la calle del medio se permite interponer en su demanda que Venezuela es internacionalmente responsable de todos los daños sufridos por Guyana como consecuencia de su reclamación.