Por Alfredo Michelena.
-Maduro frente a la debacle económica de su modelo, se ha volteado hacia los militares para que la solucionen o asuman el fracaso. La alimentación y la industria petrolera están ahora en manos de los uniformados, que no han podido revertir la tendencia a que se profundice la crisis humanitaria. Lo cual hace prever condiciones cada vez más negativas para la población.
Maduro entregó el abastecimiento de comida y medicinas así como PDVSA a los militares, pero esto no ha detenido la caída de la producción petrolera y con ella el ingreso nacional ha mermado dejando al régimen sin divisas para suplir lo que ya no puede producir el país y se debe importar. En la crisis humanitaria que vivimos, los militares fueron puestos a cargar la responsabilidad del gobierno.
La caída
Cuando Chávez, con un pito en la boca, despedía unos 18.000 empleados petroleros por no someterse a sus políticas, quizás nunca pensó en el daño que a futuro haría a Venezuela y a los venezolanos. “Hoy la producción es menos de la mitad del nivel que prevalecía cuando Hugo Chávez llegó al poder, en 1999, cuando alcanzó los 3,5 millones de barriles por día (b/d)”, nos dice Francisco Monaldi, profesor de la Universidad Rice en Houston y del IESA. Además de que podría caer a 1,1 MM de b/d, según la firma consultora Rapidan Energy Group de Washington, con lo que hemos vuelto a los niveles de 1950.
La política
La idea de Chávez, de que la renta petrolera debía ser repartido directamente a la población a través de sus misiones, contrasta con el mecanismo que utilizaba la República Democrática y en general el país desde que el pozo Zumaque, el primero en Venezuela, rompiera para expulsar el oro negro. En esos inicios, la renta petrolera entraba en el tesoro nacional y se utilizaba en programas de desarrollo que se concretaban en el crecimiento de la infraestructura vial, hospitalaria, educativa entre otras, además del uso de créditos blandos y subsidios para fomentar la producción, distribución y el consumo del país. Esto con todos sus problemas, logró que un tercio de las exportaciones a mediados de los años noventa, no fueran del sector petrolero, tendencia que revirtió el chavismo haciéndonos más dependientes del petróleo- casi en un 100%.
A donde fue la riqueza
La promesa de la transferencia directa de la renta petrolera hacia el consumo, que según algunos autores estimularía la producción, no se cumplió, primero porque en ese reparto incontrolado el dinero se iba quedando en otras manos y así se crearon los grandes focos de corrupción; segundo, la deliberada acción en contra de los productores internos, por aquello de la lucha de clases y la necesidad de “eliminar a la burguesía”, terminó estimulando la importación de productos terminados, que eran o pudieran haber sido producidos en el país y de nuevo se creó otra fuente de corrupción (Pudreval); y por último, la propensión faraónica a procurar grandes proyectos con enormes inversiones que consumieron sin control inmensas porciones de los ingresos petroleros y que resultó en un cementerio de obras inconclusas con grandes negociados para los boliburgueses – caso de Odebrecht y el de la empresa Derwich.
La quiebra de PDVSA
Como nos pasó en los años setenta, mientras más dinero nos entró, más nos endeudamos. En 2017 se estimó que la deuda pública externa a pagar en los próximos 10 años alcanzaba US$91 millardos. En 2017 caímos en «default selectivo». En 2018 se deberán pagar US$8.400 MM de los que US$5.500 MM son de bonos República y US$2.900 millones son deuda de PDVSA. Para el economista Leonardo Buniak, a pesar de que el régimen viene «liquidando activos externos netos, es decir, consumiendo las reservas internacionales y los activos del Banco Central de Venezuela (BCV), ya no hay suficientes dólares para pagar la deuda externa en 2018».
Al comienzo del año, Tarek William Saab declaraba: “PDVSA está en quiebra”. La deuda de PDVSA con sus proveedores es de cerca de $20 millardos y el ingreso petrolero será de $25 millardos según el economista Asdrúbal Oliveros. Además, el acceso a más endeudamiento está limitado por las sanciones impuestas por EE.UU. Incluso el crédito de la empresa a corto plazo está imposibilitado, todos quieren pago por adelantado.
Los ingresos de PDVSA no fueron utilizados para mantener “la gallina de los huevos de oro” y esta se fue secando por falta de inversión. Francisco Monaldi estima que se deben invertir más de $20 millardos por año para recuperar la producción. Y ese dinero no está ni remotamente disponible.
La corrupción y el general
En 2017, la empresa KPMG al auditar PDVSA indicó: “hemos identificado riesgos de irregularidades (fraude o conducta irregular), principalmente en los procesos de procura de bienes y de pagos a proveedores». Esto hizo saltar a Maduro quien prometió «una reestructuración total de PDVSA” y para ello “…la designación del mayor general (GN)Manuel Quevedo como nuevo presidente de … PDVSA, y … nuevo ministro de Petróleo». Quevedo, quien desconoce la industria, fue encargado de llevar la producción a 2,27 MM b/d. Pero más bien en su gestión, ya ha caído en casi 400.000 b/d.
Los “verdes” y la crisis
Frente el fracaso de su modelo económico, el presidente Nicolás Maduro ha decidido encargar a los militares los renglones más importantes de la economía.
Para comenzar, los ha encargado de la dotación de alimentos y medicinas a los venezolanos. A inicios de 2016 lanzó el plan Ezequiel Zamora Bicentenario y el plan Zamora 200, para que los militares sembraran casi medio millón de hectáreas. Luego a mediados de ese año, crea la Gran Misión Abastecimiento Soberano y Seguro, para el control de la distribución y producción de alimentos y medicinas y la entrega a los militares. Según la ONG “Control Ciudadano”, al menos 500 militares han sido nombrados para esta última misión. Los ministerios y otras instituciones dedicadas a la alimentación están en manos militares, como el ministerio para Agricultura Productiva y Tierras, el de Pesca y Acuicultura, y el dedicado a la Alimentación. Además, se creó la Compañía Anónima Militar de Industrias Mineras, Petrolíferas y de Gas (Camimpeg), encargada de «todo lo relativo a las actividades licitas de servicios petroleros, de gas y explotación minera en general, sin que esto implique limitación alguna».
“Maduro incentiva, compra, la lealtad del generalato, del almirantazgo con la asignación de responsabilidad y nuevos programas [sociales]”, nos dice Control Ciudadano. El objetivo, sería “profundizar y avanzar en el control militar sobre la sociedad venezolana, de una manera férrea mediante la asignación de las divisas. Es la repartición del país a cambio de que sigan apoyando al gobierno, pero, de manera particular, para que tengan los beneficios del diferencial cambiario que antes recibían los boliburgueses”.
La estrategia, iniciada por el mismo Chávez con el famoso Plan Bolivar-2000, es entregarles programas a los militares, donde puedan corromperse convirtiéndolos no en aliados, sino en cómplices.
El modelo cubano
Detrás de esto está el modelo cubano, que su pupilo quiere copiar. En la isla las empresas militares y en particular el Grupo de Administración Empresarial, SA (GAESA), maneja los hoteles y el turismo así como las aduanas, los puertos y tiendas que venden en divisas y con ello tienen el control de la mayor parte de la economía. Así los uniformado de verde (o candidatos al billete verde) son responsables de la represión, la alimentación y la economía, pilares de los regímenes despóticos.
Lo anterior permite convertir a la economía en una caja negra, por aquello del secreto militar. Lo grave de este gambito es que los militares están no solo arriesgando su nombre y reputación, sino su propia existencia como corporación en caso que todo falle, como está sucediendo, y Maduro salga del poder.
Por ahora, el papel de ellos en lo económico ha sido nefasto como lo demuestra el hambre y la quiebra de la industria petrolera. Ya comienzan a ser señalados como responsables de la crisis humanitaria. ¿Serán el chivo expiatorio de Maduro?