ETA: final sin perdón

Por.- Roberto Mansilla Blanco/ Corresponsal en España

Oficializada su disolución en la localidad francesa de Cambo les Bains, ante una comisión internacional, sin la presencia de las máximas autoridades vascas, navarras y españolas y sin pedir perdón a sus víctimas, ETA cierra su ciclo de más de medio siglo de terrorismo y violencia, con más de 800 muertos a cuestas, e incapaz políticamente de reinsertarse en una sociedad que busca pasar página y cerrar heridas.

El anunciado final de ETA escenificado este viernes 4 en la localidad francesa de Cambo les Bains, ante una comisión internacional entre los que destacaron el ex líder del IRA norirlandés Gerry Adams y el ex candidato presidencial mexicano Cuahtémoc Cárdenas, así como casi una centena de representantes de instituciones, partidos políticos, sindicatos y organismos vascos, pone punto final a medio siglo de terrorismo sin realizar un completo mea culpa ante sus más de 800 víctima mortales y centenares de heridos física y psicológicamente.

Un par de horas antes, lo que quedada de la dirección de ETA anunciaba en un comunicado de apenas 376 palabras difundido por sus diarios afines Gara y Berria el “desmantelamiento de sus estructuras” y el final de sus objetivos políticos.

El breve texto señalaba que sus militantes, muchos de ellos presos, continuarían “por otras vías” el objetivo supremo de alcanzar una “Euskal Herria reunificada, independiente, socialista, euskaldun y no patriarcal”. Unas dos semanas atrás, en otro comunicado, ETA había “lamentado el daño causado” y pidió perdón “sólo a una parte” de sus víctimas.

El acto final de ETA en Francia contó con la asistencia de una comisión internacional y, principalmente, de Arnaldo Otegi, líder de la formación independentista abertzale Batasuna, actualmente ilegalizada. No estuvo ninguna delegación oficial de los Gobiernos vasco, navarro ni español.

En el Palacio de La Moncloa de Madrid, el presidente de gobierno Mariano Rajoy comento que no era un día de júbilo sino de “recuerdo de las víctimas”, argumentando que no habrá impunidad hacia los “etarras” presos. ETA tiene actualmente 120 requisitorias judiciales pendientes y 249 presos a la espera de sentencia. Un 93% de estos presos apostó por la disolución de la banda terrorista y del final de la violencia. Durante el acto de disolución de la denominada “Declaración de Arnaga”, Adams pidió al gobierno español que impulsara “gestos de conciliación hacia los presos de ETA”.

Oficializado el contexto post-ETA, el País Vasco y España transitan por una atmósfera diamentralmente distinta. La búsqueda de la reconciliación tras medio siglo de terrorismo será la asignatura pendiente, más agria en algunos casos, tomando en cuenta que la presencia de presos etarras pendientes de juicio sigue siendo una herida abierta y que las asociaciones de víctimas ejercen una presión legítima sobre las autoridades vascas y españolas para evitar una impunidad y un perdón hacia ETA que la banda terrorista no ha tenido de forma global con sus víctimas.

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Por otro lado, el contencioso soberanista vasco, pendiente de la disolución de ETA, se encuentra estancado, expectante ante lo que sucede en la vecina Cataluña. Precisamente, mientras ETA anunciaba oficialmente su disolución ante la comisión internacional, el Parlament catalán modificaba la Ley de Presidencia que permitiría la investidura a distancia del ex presidente de la Generalitat de Cataluña, Carles Puigdemont, exiliado en Alemania.

Desde que en 2011 comenzara por cuentagotas a anunciar su disolución escenificada este 4 de mayo, la sociedad vasca y española ya había prácticamente pasado página del legado de ETA. La reconciliación será una tarea ardua, en gran medida por los testimonios aún visibles del terrorismo etarra. Del mismo modo, y a pesar de la ilegalización de varios de sus partidos y movimientos, el espectro político y electoral de la izquierda abertzale que siempre apoyó a ETA sigue presente como un núcleo social y electoral relevante, aunque actualmente huérfano de grandes líderes y representantes políticos.

Con todo, está por ver si su histórica disolución permitirá ejercer una reflexión sobre su dramático legado, sus secuelas y consecuencias, así como también por observar cuáles serán las “otras vías” hacia el proyecto independentista que ETA aseguraba seguiría adelante, tras emitirse su comunicado final.