Por Williams Dávila
Nicolás Maduro representa el viejo y caduco país político, corrupto y entreguista. Nuestra lucha es por la imposición de reglas de juego que permitan acceder al poder.
Hoy Venezuela vive una compleja debacle económica, política y social que es considerada la peor debacle que hemos sufrido desde la independencia. Esta debacle es de tal magnitud que para fines analíticos podría definirse como polimorfa, debido a la cantidad de variables que están relacionadas estructuralmente en el desplome de la nación. Con fines analíticos y de síntesis, creemos que la Catástrofe Polimorfa del país puede ser abordada a través de cinco macrofactores específicos, a saber:
- La catástrofe alimentaria y nutricional.
- La catástrofe sanitaria.
- Catástrofe económica y productiva.
- Catástrofe migratoria.
- Catástrofe política e institucional.
Convencidos de la gravedad de esta situación y de la urgencia de una salida efectiva a la misma, hemos emprendido acciones orientadas a garantizar presión suficiente sobre el régimen actual, con el objeto de evitar mayor dolor a nuestro pueblo. Recientemente estuvimos en Colombia, Uruguay y México, denunciando la gravedad del momento actual y garantizando apoyos para frenar la farsa electoral violatoria de los derechos humanos y la democracia dentro del país.
En la hermana Colombia disertamos ante la honorable Cámara de Representantes del Congreso sobre la catástrofe Venezolana. Propusimos una serie de medidas que buscan garantizar la estabilidad de los migrantes, la persecución de los capitales producto de la corrupción y el reforzamiento de la institucionalidad democrática. En Uruguay asistimos a una sesión del Parlasur, donde impulsamos una declaración aprobada por la mayoría de los parlamentarios que integran la Comisión de Asuntos Internacionales de Argentina, Brasil y Venezuela, que contempla declarar la urgencia en Venezuela de celebrar unas elecciones libres y justas mediante la activación de todos los mecanismos necesarios para realizar unas elecciones creíbles.
En México existió una reunión con diversos académicos e intelectuales de la Universidad Autónoma de México, organizada por el presidente del Instituto Iberoamericano de Derecho Constitucional, Diego Valadés Ríos. Hubo presencia de expresidentes de la Corte Interamericana de DDHH, CIDH, filósofos, juristas, politólogos, investigadores y 30 estudiantes de postgrado y doctorado. Esta ha sido una institución poco abordada. Todos concordaron en condenar el proyecto populista y retrógrado de Maduro. Además fuimos recibidos por distintos representantes de las diversas fuerzas políticas mexicanas, así como por el vicecanciller Luis Alfonso de Alba, a quien entregamos informe detallado de la situación que será discutida el próximo 14 de mayo en la reunión de los países del Grupo de Lima.
La solidaridad con Venezuela es cada vez mayor y más firme. El continente se muestra dispuesto a seguir emprendiendo acciones coincidentes. Es nuestro deber histórico alertarle a Latinoamérica sobre lo que pasó en Venezuela, lo que puede pasarle a cualquier país si no existe un verdadero balance de los poderes públicos, en el cual se pondere de manera sustancial y prioritaria el rol del parlamento para que puedan evolucionar las cláusulas democráticas, que se refuerce la unión interparlamentaria de manera que puedan detectarse y alertarse comportamientos no democráticos, entendiendo que la democracia no se limita a elegir sino que requiere también el cumplimiento de los procedimientos que garanticen los derechos de los individuos, la convivencia, la preeminencia de las instituciones por encima de los intereses particulares y la imposibilidad de que una mayoría circunstancial aplaste el marco de convivencia que permite la política en libertad.
Es indispensable que América Latina haga evolucionar las cláusulas democráticas de sus organismos de integración, de unas elecciones enfocadas en garantizar la sucesión legítima de la conducción del poder ejecutivo, a unas que garanticen la integridad global del equilibrio democrático entre los poderes legalmente constituidos, ya que la legitimidad del ejecutivo no es superior a la legitimidad del parlamento, del poder judicial o viceversa.
Maduro representa el viejo y caduco país político, corrupto y entreguista. Nuestra lucha es por la imposición de reglas de juego que permitan acceder al poder. Vamos a lograrlo. ¡Combatir hasta triunfar!