Por Elizabeth Burgos
Al romper el convenio nuclear con Irán, Estados Unidos “abre las puertas del infierno”, según Europa.
PARÍS.- A pocas horas del anuncio de Donald Trump de la ruptura del acuerdo nuclear suscrito por EE.UU. con Irán en Viena en julio 2015, mediante el cual Irán aceptaba suspender su programa nuclear a cambio del levantamiento de una parte de las sanciones internacionales contra Teherán, la tensión entre Israel e Irán subió a niveles poco comunes.
Decisión que el ex ministro de asuntos exteriores de Francia, Huber Vedrine, quien se caracteriza por su ponderación, consideró como un “abrir las puertas del infierno”. En la misma noche de la ruptura del acuerdo, del miércoles al jueves, el ejército israelí golpeó objetivos militares iraníes en Siria en represalia a disparos de cohetes atribuidos a Irán sobre sus posiciones en el Golán. Israel atribuyó los disparos a la fuerza iraní Qods, ocasionando treinta muertos.
Israel debe convivir en medio de un Oriente Próximo asediado por conflictos violentos, masacres masivas, rivalidades entre países, Irán, Saudí Arabia, conflictos religiosos sunitas y chiíes, guerras civiles, Irak, Libia. Pese a ese estado de una violencia permanente, el Estado hebreo se había mantenido hasta ahora distante del conflicto regional. Se limitaba a responder los ataques que de tanto en tanto procedían de la zona palestina, que de hecho no significaban un peligro para su seguridad. Una manera de manifestar su voluntad de no tolerar iniciativa alguna que atentara contra la población del país. Eso sí, seguía de cerca los acontecimientos y aprovechaba las rivalidades entre las potencias musulmanas para establecer alianzas que le permitieran prepararse a actuar en caso de verse obligado a tomar parte en la dinámica bélica de la región.
Con la llegada de Donald Trump a la presidencia de EE.UU., el gobierno de Benjamín Netanyahu encontró un aliado incondicional. Se rompía así con la política de Barack Obama de reducir el carácter intervencionista militar estadounidense y en su lugar privilegiar los canales diplomáticos.
La ruptura del acuerdo nuclear con Irán no fue una sorpresa. Si el conflicto bélico entre Israel e Irán estalla, el primer paso ya fue dado cuando Donald Trump anunció el traslado de la embajada de EE.UU. a Jerusalén. Desde entonces, se impuso la radical actitud de Netanyahu. La autoridad militar israelí manifestó una semana antes de la ruptura del acuerdo nuclear, como lo indicamos en nuestra columna de la semana pasada, que el objetivo de Israel era la ruptura de ese acuerdo y que en caso de guerra, Israel la ganaría por poseer el mejor dispositivo militar.
Según los observadores, pese a no ser nuevas las tensiones entre Israel e Irán, la actual escalada militar no tiene equivalente en la historia. Según fuentes rusas, Israel disparó 70 misiles, se trata del ataque más importante contra el territorio sirio desde que se firmó el acuerdo de paz entre ambos país tras la guerra de octubre de 1973. Atacar a Irán en territorio sirio, significa que Israel no tolerará la vocación de Irán de una implantación militar durable en Siria gracias a haberse convertido, junto a Rusia, en un aliado de Bashar al Asad. Las autoridades militares israelíes consideran que el presidente sirio, Bashar el-Asad, al permitir a Irán transformar su país en una base de operaciones militares contra Israel, está jugando con fuego y este paso puede costarle el fin de su régimen. De igual manera, el ministro de la Defensa israelí, amenaza con atacar Teherán en caso de que los guardianes de la revolución ataquen Tel Aviv. Confirmó también que el ataque de la noche del miércoles golpeó la casi totalidad de las infraestructuras militares iraníes en Siria.
Previo a la ruptura del acuerdo nuclear, ya el ejército israelí había realizado varios ataques contra posiciones militares iraníes en Siria. Tanto las declaraciones de Benjamin Netanyahu, como de las altas jerarquías militares israelíes, dejaban presagiar que Israel se orientaba hacia un conflicto militar de tipo guerra preventiva, con el objetivo de impedir se implantara “la misma situación que vive Corea del Sur bajo la amenaza de una Corea del Norte dotada de un dispositivo nuclear”. Las autoridades iraníes habían anunciado que responderían de igual manera tras el ataque del 9 de abril último contras la base T-4 en Palmira, ocasionando la muerte de siete guardianes de la revolución.
De hecho, la declaración de Donald Trump al anunciar la ruptura del acuerdo, toma punto por punto los argumentos de Netanyahu que en el fondo son los mismos que erigió George Bush hijo para decretar la invasión de Irak: el poder iraní es una dictadura que mantiene de rehén a un país, régimen que según Netanyahu debe cambiar y ser sometido a sanciones económicas lo más duras posibles. Afirma que no se puede confiar en la palabra de las autoridades iraníes, que no cesan de mentir por lo que no se puede confiar en que Irán no prosiga en su empeño de dotarse del arma nuclear.
Imponer la democracia por la fuerza, como ya lo ha intentado Washington, hasta ahora no ha tenido éxito alguno. En cuanto a Irán, no se trata de un pequeño país inventado por las antiguas potencia coloniales. Es la sede del antiguo imperio persa y pese a la oposición al régimen de los ayatolas por las corrientes democráticas modernas, un ataque a Irán hará que el fuerte sentimiento nacional de toda la población haga que todas las corrientes se aglutinen alrededor del poder en la defensa de la nación.
En cuanto a Europa, la ruptura del acuerdo nuclear significa un ataque certero contra la economía de Europa. Gracias al acuerdo nuclear se habían levantado las sanciones contra Irán, propiciando la realización de inversiones que ya habían comenzado, lo que de hecho favorecía la economía europea, pero igualmente mejoraba la situación de la economía iraní, reforzando las tendencias reformistas en el seno del poder, brindando un respiro a las corrientes democráticas cada días más activas.
No debemos olvidar un protagonista de primer plano, pese a la actitud reservada que ha observado tras la ruptura del acuerdo nuclear por Donald Trump. Se trata del nuevamente reelecto presidente de Rusia, Vladimir Putin. El mismo miércoles, Benyamin Netanyahu acudió a Moscú para discutir con su homólogo ruso, la coordinación entre los dos ejércitos para evitar interferencias entre ambos en el cielo sirio. Netanyahu declaró que Moscú había sido prevenido de los ataques que Israel se disponía a efectuar el miércoles por la noche. Putin, por su lado, declaró que esperaba que se encontrara una solución al conflicto. Que duda cabe: Vladimir Putin aparece como el hombre clave de la situación.
Por su lado, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, declaró que “no podemos aceptar que otras grandes potencias, incluso aliadas, incluso amigas en los momentos más duros de nuestra historia, se pongan en la situación de decidir por nosotros nuestra diplomacia, nuestra seguridad, haciéndonos correr los peores riesgos, (porque de ser así) no seríamos más soberanos”. “Nosotros hemos optado por la construcción de la paz y la estabilidad en el Oriente Próximo. Otras potencias, tan soberanas como nosotros, han decidido no respetar su propia palabra. ¿Debemos nosotros renunciar a nuestras decisiones?” Palabras en las que, sin nombrarlo, alude al presidente de Estados Unidos.
¿Podrá Europa, en nombre de la cual se expresa Emmanuel Macron, cerrar las puertas del infierno que acaba de abrir Donald Trump?