Por Jurate Rosales
Los gobiernos de América y Europa quieren ayudar a Venezuela a recobrar su democracia, pero la oposición perdió su brújula y no encuentra el camino.
CARACAS.- El frutero que tiene un puesto en el mercado está más claro que cualquier doctor en ciencias económicas. Su lógica es imbatible: “Cada semana vendo por una mayor cantidad de millones de bolívares, pero cuando voy a comprar la mercancía de la semana siguiente, lo que vendí no me alcanza y debo agregar un montón de millones más. Si dentro de dos semanas esto sigue como va, cierro y no vengo más. Cobro millones y trabajo a pérdida.”
Es que todo el país, no sólo el frutero, vive a pérdida. La gente habla del gobierno con un ¿hasta cuando? y esa misma gente me confiesa que votará por Nicolás Maduro, porque no puede perder su caja Clap – la de los alimentos subsidiados. “Es lo único que nos queda para comer”, me explica una mujer que vive en el barrio cercano. Cuando le pregunto si cuenta con esa caja también después de las elecciones, me responde con un silencio. Su decisión para votar no tiene que ver ni con el gobierno, ni con la oposición – se limita a calcular quién le garantiza su próxima caja Clap.
Mientras más converso con la gente, más me doy cuenta que las prioridades del votante nada tienen que ver con la política – todo gira alrededor de las penurias. La alternativa no son los candidatos, sino la comida de hoy y la de mañana. Allí es donde entra el candidato Henri Falcón, según convence o no, que habrá comida mañana.
La tarjeta de la Patria, las pensiones y la caja de comida Clap amarran el voto `por Maduro`. El temor del futuro, dirige el voto hacia Falcón. La ilusión perdida de una intervención militar, nacional o foránea – favorece la abstención. El problema es que lo de Maduro se derrumba, porque la comida ya no podrá comprarla y mucho menos distribuirla. Lo de Falcón – por las mismas razones, porque no es mago para producir comida de un día para otro. La tercera opción, que sería la ilusión militar o de una invasión – tampoco convence, porque ese “remedio” no aparece y el foráneo no se vislumbra en los tiempos actuales.
Nótese que la cuarta opción, la que ofrece la MUD y la Asamblea Nacional, ni siquiera existe en la mente del votante o del abstencionista. No escuché a nadie mencionarla. Me llama la atención lo profundamente desilusionada que noto la gente y no veo diferencia entre el más pudiente y el más pobre en cuanto a lo profundo de su pesimismo. La desilusión abarca a todos – cada uno dentro de su esfera de penurias, pero con el mismo resultado de no creer en nadie.
¿Por qué unos pasos que me parecen acertados, como lo es el enjuiciamiento de Maduro pese a lo lejanos que se perciben aquel TSJ en el exilio, o los viajes de Borges y Ledezma en Europa y América, por qué se les ve como algo inoperante? Creo que las respuestas son dos. 1. Una Fuerza Armada enmudecida por una represión interna a lo cubano; y 2. la actitud de los jefes de la oposición, que en vez de presentar un frente unido, un plan único y una meta común, dan la impresión de un desfile de candidatas a Miss Venezuela cuando “en una noche tan linda como esta, cualquiera de nosotros podría triunfar”. El único cambio que noto, es que al desfile, le han agregado un candidato más, Henri Falcón.
¿Por qué culpan a Falcón? Acaso no es una norma de la naturaleza, que el vacío inmediatamente se llena? Era previsible que el vacío creado por la ausencia de la oposición, se llenara. Lo llenó Falcón. Si no hubiese sido él, lo hubiera llenado otro.
Finalmente, ¿en qué estamos? La gente huye de Venezuela y no se trata de una emigración selectiva, sino que es una huida masiva. Con cada hijo fuera de Venezuela, la familia que quedó en el nido familiar – fuese en el rancho o en la mansión – espera que el de la diáspora le mande dólares o comida. ¿Elecciones? ¿Para qué?, es la respuesta.
En medio de esa confusión, creo que sí hay respuestas. ¿Hay o no hay en puertas un juicio contra Maduro por el caso de Odebrecht? ¿Hay o no hay un amplio movimiento internacional de amparo a la oposición venezolana? Ambas respuestas son: sí lo hay. De último: ¿hay o no hay una oposición clara en su unidad y propósitos? ¿Será posible, que a esa última pregunta, la más fácil y la principal, la respuesta no es un sí, sonoro y claro?
¿Está tan alejada la dirigencia, que no logra comprender a la mujer que votará por Maduro obligada, y al frutero, que para no perder, cerrará su negocio. ¿O es que ellos no cuentan?