Por Roberto Mansilla Blanco, Corresponsal en España.
*Escándalo en el partido Podemos y avance del centrista Ciudadanos, indican inminentes cambios en el panorama político español.
Al someter esta semana a consulta entre la militancia “podemita” si él y su pareja Irene Montero merecen seguir al mando de PODEMOS tras el escándalo suscitado por la hipoteca de su chalet valorado en 540.000 euros en la exclusiva localidad de Galapagar, a las afueras de Madrid, Pablo Iglesias pone en juego la credibilidad no sólo de su liderazgo sino la de un partido-movimiento que, en su momento, llenó de ilusión y expectativas de cambio a la política española. Con las sombras aún presentes sobre su relación con el chavismo, el escándalo del chalet de Pablo Iglesias es sintomático de la previsible desconfiguración de PODEMOS como alternativa en una España que comienza a observar el súbito ascenso de Ciudadanos como referente de cambio de cara a próximos comicios.
La “Casta”
Desde que PODEMOS y su histórico líder Pablo Iglesias irrumpieran en la política española y europea en las elecciones para el Parlamento Europeo de 2014, un concepto se convirtió en leitmotiv de sus constantes ataques: la casta. Esa casta se referiría a una especie de estamento de elites, privilegiados con prebendas y las denominadas “puertas giratorias” derivadas de los altos contactos del poder que se intercambiaban posiciones directivas en puestos públicos y grandes empresas.
Para PODEMOS, pertenecer a la “casta” significaba el oprobio, el enemigo a batir, la clase a eliminar, el causante de todos los males que han carcomido a España y Europa en los últimos años, precisamente los años de la crisis.
El concepto de “casta” vuelve a relucir, quizás irónicamente, en la actualidad política española. El causante es la información de que Pablo Iglesias y su pareja, la también diputada por PODEMOS Irene Montero, acaban de comprar un chalet valorado en 540.000 euros en la exclusiva localidad de Galapagar, a 40 km de Madrid. Y lo han hecho a través de una hipoteca, a pagar en 30 años, esa antaño estigmatizada herramienta de sujeción a créditos emitida por las entidades bancarias, a las que PODEMOS también ha culpabilizado de todos los males.
Mensualmente, la pareja Iglesias-Montero deberá pagar 1.800 euros para cumplir con la hipoteca bancaria. Una cifra inaccesible para la mayoría de los españoles, que denota un cambio de vida de lo que un miembro de PODEMOS llegó a considerar como “mentalidad pequeñoburguesa”.
Atrapados en
su propia trampa
Sea por legítimo desideratum de calidad de vida a través de una operación inmobiliaria o por irónico paralelismo, Pablo e Irene han terminado sucumbiendo a los cantos de sirena de la casta.
Nadie duda del derecho que ambos tienen, como pareja, para realizar una adquisición así, en beneficio de calidad de vida. El problema es que sus autores no pregonan con hechos lo que por tradición suelen atacar con sus palabras. Ataques que, en su momento, ya realizaron contra el actual presidente del Banco Central Europeo y ex ministro de Rajoy, Luis De Guindos, por comprarse un exclusivo ático madrileño valorado en 600.000 euros.
Cómodamente instalados en el establishment de la casta política española, el escándalo del chalet ha explotado en la cara a Pablo e Irene. Y la respuesta ha sido, por activa y por pasiva, igualmente contundente: someter inmediatamente a consulta esta semana, entre la militancia de PODEMOS, si ambos, Pablo e Irene, merecen seguir liderando un partido-movimiento que, en su momento, prometió prosaicamente “asaltar los cielos”.
El escándalo del chalet es sintomático del momento que vive PODEMOS y particularmente su líder histórico, Pablo Iglesias. El caso del chalet creó un fuerte malestar en el grupo parlamentario de PODEMOS y en otros líderes regionales del partido y de varios movimientos sociales, la mayoría de corte anticapitalista, que forman parte del universo político “podemita”.
De hecho, el alcalde de Cádiz, José María González, también de PODEMOS, llegó a invocar el código ético del partido-movimiento al considerar que los militantes “podemitas” deben ser consecuentes y “vivir como la gente corriente para poder representarla en las instituciones”.
El líder de PODEMOS en Asturias declaró sentirse “dolido” por este caso. También en Andalucía, el sector “podemita” dominado por fuerzas anticapitalistas declaró que Pablo e Irene “no midieron bien las consecuencias”, evidentemente políticas, que causarían con esta simple operación hipotecaria.
Cuestionado internamente en su partido-movimiento, para Pablo la “consulta del chalet” es una apuesta, quizás tan desesperada como estratégica, por medir cuál es su liderazgo.
El caos o yo
A Pablo Iglesias le ha llegado igualmente aquel paralelismo borbónico del rey francés Luis XV cuando, ante las protestas del pueblo, auguraba que “después de mí, el diluvio”. Que él seguiría siendo Rey, pero su sucesor sucumbiría a la revolución, como efectivamente sucedió con su hijo Luis XVI, guillotinado en pleno fervor revolucionario jacobino en tiempos de la Revolución francesa.
Para Pablo, e Irene, ser imprescindibles resulta una condición etimológica. PODEMOS pasa por una severa crisis de identidad, fragmentada por la presión centrípeta de sectores ya desafectos y desencantados porque la promesa del “asalto a los cielos” se ha desvanecido en los apetecibles laureles de la “casta”.
La crisis del liderazgo en PODEMOS, principalmente focalizada en su incapacidad electoral allá por 2015 de derrotar al establishment que representan el presidente de gobierno Mariano Rajoy y las elites del Partido Popular (PP) y del PSOE, ha llevado a pequeñas rupturas y distanciamientos aparentemente insolubles.
De Pablo se han alejado figuras claves de PODEMOS como Pablo Echenique, limitado a su feudo “podemita” en la provincia de Aragón, y el joven Iñigo Errejón, otro cautivado por el “chavismo” prudentemente lanzado por Iglesias y la dirección del partido-movimiento al ruedo político de la presidencia de la Comunidad de Madrid, ahora que su polémica ex presidente Cristina Ciefuentes (PP) se ha visto en la obligación de renunciar por el escándalo del máster universitario “chimbo”.
Como aún aliado estratégico de Pablo está el incombustible Juan Carlos Monedero, el “hombre del chavismo” en PODEMOS, inflexible inquisidor de la casta. Pero Monedero es hoy una figura casi decorativa desplomada por otro escándalo anterior, allá por comienzos de 2016, que le obligó a ser prudentemente apartado de la troika “podemita”: el de su circunstancial malabarismo con Hacienda para no declarar la totalidad de sus ingresos (aproximadamente 500.000 euros) cobrados por diversas asesorías al chavismo en Venezuela, desde los tiempos de la presidencia de Hugo Chávez hasta la actual de su sucesor Nicolás Maduro.
La crisis inmobiliaria y de vivienda en España, consecuente con la crisis económica que estalla en 2010 precisamente en el sector de la construcción, fue entonces aprovechada por PODEMOS para atacar (con evidente razón) los estratosféricos negocios inmobiliarios que llevó a cabo la “casta” y que propiciaron la actual crisis.
Pablo Iglesias ha sido uno de los constantes críticos del modelo inmobiliario español, apostando por posiciones rayanas en la demagogia a favor de espacios de convivencia y de habitabilidad para los denominados “okupas”, los sin techo e incluso los refugiados. La crisis del chalet deja así retratado a Pablo y su pareja, tomando en cuenta la extensión de su adquisición inmobiliaria, con 2.000 metros cuadrados de terreno, con piscina y casa de invitados incluida.
Por ello, la “consulta del chalet” es un pulso interno de Pablo Iglesias para medir y verificar con certeza cuál es su estado real de poder dentro de PODEMOS. Y puede que la apuesta le salga cara. Casi medio millón de militantes “podemitas” están llamados desde este martes 22 a ejercer su opinión en esta inédita consulta.
La “pava”
de Venezuela
El momento actual de PODEMOS no parece tampoco esclarecer con exactitud cuál es su capacidad para manejar el “tema Venezuela”, el cual ya forma parte de la agenda de la política española desde que precisamente PODEMOS lo lograra incluir.
A pesar de su apoyo tácito y eventualmente confirmado por tácticas declaraciones de apoyo y votaciones en contra a la hora de condenar las violaciones de derechos humanos del gobierno de Nicolás Maduro, lo que sí es evidente es que la tragedia venezolana le está pasando factura a PODEMOS y específicamente a Pablo Iglesias.
La caída del entusiasmo y del éxtasis político e ideológico por la “revolución bolivariana” es patente en el PODEMOS actual, incluyendo a sus franquicias regionales, como es el caso de En Marea en Galicia. Incluso en este apartado de apoyo al chavismo, PODEMOS se ha visto súbitamente superado y desbancado por la irrupción de otros partidos, como la Candidatura de Unidad Popular (CUP), organización de la izquierda anticapitalista que ha sido pieza clave en el proceso soberanista catalán.
A diferencia de antaño, a PODEMOS hoy se le hace cada vez más difícil realizar una defensa pública inexorable del gobierno de Maduro. Otros partidos de izquierdas minoritarios intentan ocupar esa posición, pero la atomización es evidente.
Sólo algunos liderazgos localizados en franquicias regionales, en este caso de mujeres, como las alcaldesas de Barcelona y Madrid, respectivamente Ada Colau (Barcelona en Comú) y Manuela Carmena (Ahora Madrid) logran salvar a PODEMOS de esta crisis de liderazgo. Una crisis que se acrecienta ante el ascenso en la preferencia del voto por parte de la “nueva derecha” que encarna Ciudadanos (C’s).
Ciudadanos
impone su ritmo
Por el contrario, el “tema Venezuela” sí es estratégico para el inevitable rival de PODEMOS en la franja del voto centrista, en este caso desde la “nueva derecha” que parece encarnar Ciudadanos y que presagia cambios políticos importantes de cara a las elecciones generales 2020 y las expectativas de una inevitable “segunda transición española”.
C’s y su joven líder Albert Rivera se han convertido en los verdaderos anfitriones de los exiliados políticos venezolanos en España, en particular el ex alcalde Antonio Ledezma y Leopoldo López Gil, el padre del encarcelado en Venezuela Leopoldo López. Con más insistencia y contundencia que el gobierno de Rajoy, Rivera y Ciudadanos están conscientes de que el “tema Venezuela” degrada a PODEMOS ante la sociedad española y no dudan en utilizarlo cuando la situación lo requiere.
La corrupción en el PP, el estancamiento del PSOE, la incapacidad de PODEMOS para remontar vuelo y la victoria de C’s en las autonómicas catalanas en diciembre pasado son factores que impulsan el ascenso de Ciudadanos en la intención de voto de cara a las próximas elecciones generales 2020.
Sondeos realizados desde marzo pasado por la encuestadora Metroscopia para el diario El País confirman este ascenso de C’s. Le otorgan una intención de voto del 28.2%, seguido del PP con 21% y del PSOE con un 19%. PODEMOS se queda en cuarto lugar.
En cuanto a aprobación ciudadana por su labor parlamentaria, a Ciudadanos le vota a favor un 48% de los encuestados, valorando principalmente su ataque a la corrupción del PP y su férrea defensa del sistema autonómico estatal, contrario a las intenciones soberanistas catalanas. PODEMOS y PSOE se quedan con el 25%. Albert Rivera también es el líder mejor valorado, con un +12 en a escala de valores, mientras Iglesias iguala a Rajoy con un -51.
Por tanto, los últimos sondeos de encuestas de opinión confirman un liderazgo progresivo de Ciudadanos en la preferencia del voto de los españoles ante unas próximas elecciones generales. La victoria de su candidata en Cataluña, Inés Arrimadas, en las elecciones autonómicas “post-referendo soberanista” el pasado mes de diciembre, ha consolidado las opciones del partido “naranja” como alternativa de cambio al PP y al PSOE.
PODEMOS también se ha beneficiado levemente en este ascenso de la preferencia del voto, pero más por el desgaste del bipartidismo PP-PSOE, ante la corrupción existente en el partido de Rajoy y la incapacidad del socialismo obrero español por sobreponerse a una crisis histórica de liderazgo y de programa de futuro, más que por sus propios méritos.
Por otro lado, crece el repudio en la opinión pública española por el irrestricto apoyo del ex presidente socialista José Luis Rodríguez Zapatero al gobierno de Maduro y su papel como “mediador” y “observador” de las fraudulentas y caricaturescas elecciones presidenciales del pasado 20M en Venezuela. El descrédito de Zapatero estalla directa y proporcionalmente en el estancamiento político del PSOE.
Por ello, la “consulta del chalet” de Pablo e Irene no tiene que ser observado en términos de farándula política. Es una apuesta tan estratégica como sintomática de la crisis existencial “hamletiana” que carcome a PODEMOS y amenaza con disgregarlo en pedazos. Pero también es un pulso que tiene su impacto en el mapa político español.