Los fondos buitres aguardan por Venezuela

Por Luis Eduardo Betancourt

*Luis Eduardo Betancourt analiza en exclusiva para Zeta, las razones por las que hasta ahora, Venezuela no está en la lista de fondos buitres: sanciones de Washington los mantienen alejados.

Venezuela es observada con ojos sagaces desde lo más alto de las torres financieras del mundo, las cuales están a la búsqueda de una nueva y suculenta oportunidad de negocio. Son los llamados holdouts o fondos buitres que se alimentan exclusivamente de bonos y papeles de países o empresas a punto de exhalar su último aliento.

La falta de liquidez aupada por la sensible baja de los precios del crudo en los mercados internacionales, en el pasado reciente, y una merma histórica en sus niveles de producción petrolera, ha sido la chispa que aviva el actual descalabro macroeconómico venezolano, que bien podría terminar en un default o cesación de pagos de su deuda.

Los holdouts aguardan así la posibilidad de que Venezuela incumpla con la cancelación  de sus compromisos externos para lanzarse sobre el mercado de bonos, situación que ha estado latente desde hace algún tiempo debido al actual descalabro económico y financiero del país, cuyos ingresos mermaron más de un 60 por ciento durante el último lustro.

Cifras de la consultora Ecoanalítica revelan que entre 1999 y 2014, Venezuela recibió más de 960 mil millones de dólares por exportaciones petroleras, un promedio de 56 mil millones de dólares anuales durante 17 años. En 2018, los billetes en la máquina registradora del oro negro caerán a 22.000 millones de dólares.

Las alarmas se prendieron a fines de 2017 cuando el presidente Nicolás Maduro anunció la reestructuración de la deuda externa venezolana estimada en alrededor de 140 mil millones de dólares, una acción que ha sido interpretada por los mercados como síntoma de una futura cesación de pagos.

Pero el economista Orlando Ochoa ha recordado dos “trabas” con la renegociación de la deuda. “La mayor parte de los bonos de PDVSA y de la República están bajo la jurisdicción de Nueva York, y el país y PDVSA tienen sanciones financieras impuestas por Estados Unidos”, que impiden o dificultan cualquier acuerdo.

PDVSA y la República acumulan una deuda de más de 63 mil millones de dólares en bonos, pero el total en deuda de la República y del sector público está alrededor de 140 mil millones de dólares, según cifras aportadas Ochoa.

Mesa servida

Más del 90 % de ingresos del país provienen de las exportaciones de crudo, cuyo precio bajó desde 100 dólares el barril en 2012 a menos 69 dólares el 25 de mayo pasado, según el más reciente boletín emanado por el Ministerio de Energía y Petróleo.

Durante el último lustro, la cantidad de barriles que produce PDVSA registró un descenso histórico desde 2,7 millones de barriles diarios a 1,3 millones de barriles, un declive producto de años de baja inversión y una administración muy deficiente de la industria. Según cuentas de la OPEP, la extracción de crudo venezolano se sitúa actualmente en torno a los 1,44 millones de barriles diarios.

Debido a este declive en la producción y frente a los precios actuales del crudo, la nación dejará de percibir cuantiosos recursos. Cálculos del economista Alejandro Grisanti estiman la merma en 30 mil millones de dólares, una cifra que contrasta con los escasos 22 mil millones de dólares que ingresarán efectivamente a las arcas del Estado durante 2018.

Este severo descenso de los ingresos provenientes del crudo, las escasas reservas internacionales ubicadas en torno a los 10 mil millones de dólares, las obligaciones de deuda por el orden de los 8 mil millones de dólares en 2018, y la vocación importadora de la economía; obligarían a nuestro país a recurrir a financiamiento externo.

Analistas financieros sentencian que es necesario conseguir algún préstamo, vender activos o concretar una renegociación bilateral de deuda que le permita al gobierno obtener recursos para honrar los compromisos de este año. Pero estas posibilidades se encuentran cerradas debido a las sanciones financieras impuestas por la administración del Donald Trump al gobierno de Maduro durante los últimos meses.

Frente a este panorama, Maduro tiene una opción del otro lado del mundo. Sus aliados rusos y chinos podrían desembolsar el dinero suficiente para oxigenar las arcas a fin de cumplir con los pagos de deuda. La deuda venezolana con China es superior a 23 mil millones de dólares, representados en créditos rotativos que se pagan con petróleo, mientras que las acreencias con Rusia superan los 3 mil millones de dólares, sin incluir la deuda de PDVSA con la petrolera rusa Rosneft estimada en 6.000 millones de dólares. Falta ver si ambos colosos estarían dispuestos a continuar oxigenando al régimen, y en qué condiciones.

Por ahora no

La agencia Bloomberg, compañía estadounidense que ofrece software, datos y noticias financieras, considera que las más recientes sanciones y prohibiciones impuestas por el gobierno de Trump a Venezuela podrían mantener alejados a los llamados holdouts o inversores buitres de la deuda venezolana, al hacer casi imposible que el país reestructure sus obligaciones.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, firmó recientemente una nueva orden ejecutiva que incrementa las sanciones contra la administración de Maduro, electo para un segundo mandato de 6 años el pasado 20 de mayo.

La medida, que considera ilegitimas las pasadas elecciones presidenciales, prohíbe a los bancos, empresas, particulares y en general a cualquier entidad de Estados Unidos, participar en una serie de transacciones que permitirían financiar a corto plazo al gobierno venezolano, PDVSA y el Banco Central.

Esta nueva acción complementa las sanciones de agosto de 2017, cuando Washington condenó también a la recién electa Asamblea Nacional Constituyente.

“Aunque puede que muchos operadores apuesten a que las restricciones a los bonos aumentarán las probabilidades de un default venezolano, la imposibilidad de que el gobierno de Maduro reestructure la deuda irónicamente podría reducir las probabilidades de que este no pague”, según Francisco Rodríguez, economista jefe de Torino Capital en Nueva York.

“Antes de estas nuevas sanciones, el gobierno podría haber considerado que la reestructuración era una salida si las cosas se agravaban aún más. Ahora que no puede reestructurar, su tarea es mucho más simple: seguir pagando mes a mes”, concluyó Rodríguez.

Buitres en Argentina

En 2001 Argentina suspendió el pago de 95 mil millones de dólares de deuda para proceder a una reestructuración.

“Los fondos de cobertura, entre los que se contaba NML Capital, subsidiaria de Elliott Management de Paul Singer, se negaron a aceptar las ofertas de reestructuración y persiguieron al gobierno de Kirchner para que pagara en los tribunales estadounidenses.  Una década y media después, Argentina llegó a un acuerdo con la mayoría de los tenedores de bonos. Pero la orden ejecutiva del gobierno de Trump respecto de Venezuela prohibiría a los Singer del mundo demandar y exigir el pago con nuevos bonos como hicieron en Argentina”, sentenció Diego Ferro, codirector de inversiones de Greylock Capital Management, al ser consultado por Bloomberg TV.

¿Qué es un fondo buitre?

Es un fondo de capital de riesgo que se especializa en negociar, en el mercado secundario de deuda, los bonos de países o empresas que están al borde del default o la quiebra.

Los fondos buitres aprovechan el desplome de los bonos en las plazas bursátiles buscando obtener los mejores dividendos: compran papeles de deuda con grandes descuentos esperando recuperar el 100 por ciento de su valor facial al final de su vencimiento.

En caso de no obtener el desembolso del dinero, los bonistas recurren a tribunales internacionales donde generalmente obtienen sentencias favorables, tal como ha ocurrido en el caso de Argentina y otros países.

Algunos analistas acusan de codicia a los fondos buitres porque sólo buscan obtener ganancias exorbitantes basadas en la especulación financiera. Y es que cobran todo: el capital original más lo acumulado por intereses, más las multas por moratoria, más gastos legales. Así las cosas, los acreedores logran cobrar los bonos que adquirieron a precios irrisorios obteniendo sustanciosas ganancias.