Por Alfredo Michelena
Hay alarma mundial por la reaparición en Venezuela de enfermedades que estaban erradicadas.
Aunque sigue negando que exista una crisis humanitaria, el régimen por fin pidió ayuda a la Oficina Panamericana de la Salud (OPS) y levanta el expediente de un “bloqueo” como justificación, enfrenta a los laboratorios, a los que les debe unos US$4.500 millones, y acusa a las ONG que presionan por soluciones. Años de desidia en materia sanitaria, hicieron reaparecer en Venezuela enfermedades que estaban erradicadas.
Con la estampida migratoria producida por la crisis humanitaria que sufre Venezuela a manos del régimen, los países receptores de los cientos de miles de venezolanos que han migrado en los últimos años también comienzan a preocuparse.
Una muestra de esto es el párrafo 5º de la Resolución que aprobó la OEA en su Asamblea General, que insta “al Gobierno de Venezuela a permitir la entrada de ayuda humanitaria y aplicar medidas de vigilancia epidemiológica en su país para prevenir el agravamiento de la crisis humanitaria y de salud pública, en particular contra la reaparición de enfermedades como sarampión, malaria y difteria”. Esta es una válida preocupación por los venezolanos, pero también porque esta y otras enfermedades estarían reingresando a países vecinos desde Venezuela.
En Colombia se han registrado recientemente en sus zonas fronterizas brotes de enfermedades como el mal de chagas, sarampión, tuberculosis y dengue que se estima han sido importados de Venezuela. Un asesor del Ministerio de Salud de Colombia, señaló que en relación al sarampión “Venezuela registra numerosos casos en estados fronterizos y es susceptible que personas con la enfermedad puedan pasar a Colombia … por lo que estamos permanentemente vigilando que todos se puedan vacunar independientemente que sean colombianos o venezolanos y que pasen de forma regular o irregular” y de hecho han vacunado a 11.000 venezolanos.
En Brasil, aunque la migración ha sido menor, también existen numerosos casos pues los estados más afectados y menos cubiertos epidemiológicamente hablando son los fronterizos con Brasil.
Por su parte, Guyana ha informado que Venezuela es fuente del 80% de su malaria importada. El Dr. Luis Echezuría, profesor de la UCV, comenta: “Antes teníamos casos importados de malaria de Guyana y Brasil, ahora es al revés”.
La Venezuela del siglo XX fue pionera
Venezuela comenzó una muy profunda transformación en los albores del siglo XX y aceleró sus avances después del descubrimiento del petróleo. A partir de los años 20 la economía del país deja de ser agrícola y pecuaria para convertirse en una economía petrolera. Para el final de esa década, Venezuela comienza a ser el mayor exportador mundial de hidrocarburos. Y nos convertimos en el país de mayor crecimiento del ingreso per cápita de la región, hasta los años 90.
También en términos sanitarios Venezuela fue pionera en América Latina y el mundo. Solo baste recordar todo el trabajo del Dr. Arnaldo Gabaldón que desde el Ministerio de Sanidad venezolano, como director de Malariología, emprendió desde 1936 una serie de programas, incluyendo el uso del DDT para erradicar la Malaria, siendo Venezuela el primer país que lo usaba masivamente.
Al tiempo que se erradicaba la malaria, hubo campañas para erradicar el chipo portador del Mal de Chagas con la fumigación de las viviendas y la construcción de cientos de miles de viviendas rurales modernas por toda la geografía del país.
Las campañas vacunación contra diversas enfermedades que se hacían en las escuelas, eran cosa natural en el siglo pasado. Tanto que enfermedades como el polio, el sarampión, la tosferina y la lechina fueron erradicadas, junto a la Malaria y el Mal de Chagas, por nombrar algunas.
Para los no tan jóvenes, habría que recordarles que hasta los años setenta a los venezolanos nos exigían certificado de vacunación contra la Fiebre Amarilla para poder viajar a otros países, exigencia que dejó de ser necesaria cuando esa amenaza desapareció. No les extrañe que ahora podría volver.
A Venezuela la enferman
Con la llegada del socialismo castrochavista progresivamente estos avances fueron retrocediendo. Nuevamente comenzaron a aparecer enfermedades ya erradicadas. Un ejemplo es que mientras el Paludismo fue erradicado en 1961, las personas infectadas de Malaria habrían llegado al millón para fines de 2017.
Otro ejemplo es el sarampión cuya última epidemia apareció en 1993, fue erradicado con vacunas y recurrió en 2017. Por otra parte, hace un cuarto de siglo se había erradicado la Difteria y en 2016 aparecieron cientos de casos que provocaron que la Organización Panamericana de la Salud (OPS) emitiera un alerta.
Y más recientemente, luego de 29 años de haberse erradicado, se reporta un caso de parálisis infantil.
El Boletín Epidemiológico del Ministerio de Sanidad de 2016, que reapareció debido a la presión de los médicos después de un par de años que no la hacían, mostraba lo terrible de la situación de la salud en Venezuela. Entre otras cosas señalaba que frente a 2015 la mortalidad infantil había crecido un 30% y 66% la mortalidad materna, además de que los casos de malaria habían aumentado un 76,4%. Su publicación provocó el despido de la nueva Ministro y el Boletín volvió a desaparecer.
Es bien sabido que no hay dinero para importar medicinas y que el régimen se niega a aceptar la ayuda internacional en este respecto, pero el tema de las vacunas es ya un escándalo internacional. Es un triple fracaso del régimen, por una parte creó en 2014 una fábrica socialista de Medicamentos Biológicos que debía producir 120 millones de dosis al año, pero no está funcionando. El gobierno no ha sido capaz de importar o permitir la importación de medicinas incluyendo vacunas por los laboratorios privados al negarles las divisas. Y cuando lo ha hecho, su cobertura ha sido deficiente.
Tampoco parece estar funcionando a cabalidad el Fondo Rotatorio con el que se compran unos 150 medicamentos a precios bajos a la OMS, que permite un crédito por US$10 millones. Según informaba el responsable de ese organismo de la ONU en Caracas el año pasado, hay problemas en el pago. Sin embargo por ese fondo se logró que en enero llegara un lote de vacunas contra la difteria y sarampión.
Apoyo internacional
En todo caso, las coberturas de estas inmunizaciones son muy deficientes. La cobertura es pobre, según la Dra. Yecenia Pérez, del hospital del J. M. de los Ríos, en Caracas y en Valencia alcanzaría apenas el 50%, mientras que en estados problemáticos como Bolívar, Amazonas y Delta Amacuro solo sería del 20%. Por su parte, el presidente de la Sociedad Venezolana de Pediatría y Puericultura, Huníades Urbina, informa que con las 317. 500 dosis disponibles para los niños menores de 5 años, las vacunas no alcanzan ni para cubrir 30% de la demanda.
La Directora de la OPS, Carissa Etienne , llegó a Venezuela el 12 de junio a fin de reunirse con las autoridades del régimen y tratar la ayuda de ese organismo en Venezuela ante una crisis humanitaria que para el régimen no existe. ¿Bizarro no? Por cierto que Etienne es de Dominica uno de los tres países que apoyó a Venezuela en la OEA.
Se espera que el régimen logre aumentar la cobertura de las vacunaciones de las enfermedades prevenibles, aunque a juzgar por el pasado hay mucha incertidumbre que de que esto se cumpla a cabalidad. Ya se han suscritos otros acuerdos con diferentes gobiernos que al parecer no han funcionado.
A finales del año pasado Maduro declaraba «Estamos en buenas condiciones para que en alianzas con China, India y los sectores productivos farmacéuticos venezolanos, [se pueda pasar a] …una ofensiva y recuperar la distribución, venta y acceso a los medicamentos dentro del país», pero como es apreciable, nada de esto se ha concretado al menos en los niveles requeridos.
Recientemente, uno de esos acuerdos se dio con Rusia, que envió 8,5 toneladas de medicamentos en el pasado abril, pero poco se notaron frente a la escasez existente.
En todo caso, el apoyo internacional que han puesto sobre la mesa las democracias occidentales ha sido descartado argumentando que no hay tal crisis. Pero en el fondo es que en el gobierno no quieren aceptar, ni que han fracasado, ni la condición sine qua non de que estas ayudas sean supervisadas e incluso distribuidas por diferentes y reputadas ONG. El régimen insiste que solo acepta que esto lo maneje la OPS para así poder manipular todo el proceso.
El “bloqueo”
La vice ministro de Sanidad señalaba recientemente en una reunión de la Oficina Mundial de la Salud, que «El bloqueo financiero le ha impedido a Venezuela realizar operaciones bancarias para adquirir vacunas y medicamentos, a través del Fondo Rotatorio y Fondo Estratégico de la OPS, lo cual ha causado retrasos en los planes de vacunación en el país». Es la tesis cubana del bloqueo aplicada a Venezuela con base a las sanciones norteamericanas y europeas, las cuales por cierto no se aplican a medicinas, mucho menos a vacunas.
El médico exministro de Sanidad , José Félix Oletta, contestó esta afirmación señalando que “Solo para el año 2016 se estimaba que la deuda que el Gobierno tenía con los proveedores internacionales rondaba en US$4.500 millones. El Gobierno dice que le están bloqueando financieramente, pero más bien él mismo se autobloqueó, pues no pagó las deudas y las empresas cerraron las líneas de créditos. Eso, paralelamente, ha traído consigo una estela de corrupción, porque las medicinas y vacunas están siendo vendidas cuando, en el pasado, una persona acudía a un ambulatorio y se daban sin costo alguno”.
Recientemente, el Ministro de sanidad, amenazó a las compañías farmacéuticas con expropiarlas y a la ONG Codevida de ser un “cartelito” de una empresa trasnacional por exigir al gobierno la compra de medicinas de “alto costo”. Hay unas 300.000 personas que necesitan con urgencia este tipo de medicinas en Venezuela y no tienen acceso a ellas.
Más allá de la falta de medicamentos y servicios médicos y hospitalarios para asegurar la salud de todos los venezolanos en el país y de los medicamentos para los afligidos con enfermedades terminales que necesitan ayuda especial, la Venezuela chavista se ha convertido en un peligro epidemiológico no solo para sus ciudadanos sino para la región. Con el agravante de que el régimen no quiere aceptar su fracaso y se niega a recibir ayuda internacional, poniendo en peligro la vida de millones de venezolanos.