Por Alfredo Michelena
¡Cuidado! pues los “por ahora”, como el de Chávez y ahora el de Petro, cuando van en pos de la conquista del poder terminan siendo los “para siempre” una vez que lo tienen.
Ningún venezolano puede olvidar aquel “por ahora” que espetó Chávez cuando fracasó en su intento de tomar el poder por asalto el 4/2/1992. Fue su marca de origen. Duramente entendimos que ese “por ahora” significó un “para siempre” cuando tomó el poder, como bien lo encapsula el mote cubano que usan los castrochavistas de “hasta la victoria siempre”. Complicado aforismo, que transmite en su incongruencia una victoria que nunca se consigue y aboga por perseguirla para siempre. El tiempo se hace eterno. Es una manera de decir llegamos para quedarnos. Y al que intente sacarnos lo venceremos, esto es lo aniquilaremos.
A diferencia de la democracia y los demócratas, esta clase de asaltantes del poder, que siempre aseguran representar a las clases más pobres y sus reivindicaciones, así como que entienden y representan sus intereses, aunque los pobres no lo sepan, cuando llegan al poder no quieren salir más nunca. Casi todos echan mano a los manuales de marxismo que reduce la realidad a una lucha de clases que al final no son clases sociales en estricto sensu sino pobres contra ricos; la patria contra el imperio; gobierno contra empresarios; derecha contra izquierda; y así siguen polarizando la sociedad a fin de justificar la necesidad de mantenerse en el poder para una victoria que nunca llega. Valoran románticas posiciones que hablan de dignidad, arrogo, pureza y heroísmo, pero mientras eso pasa los pobres terminan siendo más pobres y el Estado, donde ellos se enquistan y al cual depredan, más poderoso.
Su único objetivo es mantenerse en el poder. Como ejemplos veamos como los Castro van para 60 años en el poder; los Kim llegaron al poder en 1948 en Corea del Norte; en Rusia Stalin gobernó 30 años y el PCUS casi 70 años; Mao Tse-Tung llevó al PCC al poder en 1949 y allí siguen; Aleksandr Lukashenko, de Bielorrusia con 24 años en el poder; y la dinastía de los al-Ásad en Siria comenzó en 1971.
Menos China y Rusia que decidieron ser capitalistas, estas longevas dictaduras han sido una catástrofe para sus pueblos. La mayoría de ellas han llegado al poder por la fuerza, pero en este siglo ellas llegan y se mantienen por elecciones (Foro de San Pablo). En democracia abusan de sus bondades para escalar al poder. Son defensores de los derechos humanos, de la transparencia electoral, de la separación de poderes, de la independencia judicial, del imperio de la ley y de la democracia así como de los pobres y afligidos, pero solo en su ascenso al poder. Cuando lo conquistan se olvidan de todo esto.
Los latinoamericanos debemos ser cuidadosos con los Petro, que se descubren gritando “por ahora”. Su único objetivo es llegar al poder para atornillarse gritando “hasta la victoria siempre”. Un 40 % de los colombianos fueron seducidos por el canto de sirena del populismo izquierdista de Petro. Duque debe entender que reconquistar ese 40 % de sus compatriotas para la democracia es clave para Colombia y la región. Los políticos venezolanos no lo entendieron en 1992 y no le “dieron un para’o” al golpista Chávez y aunque la historia graciosamente nos regaló casi 10 años para rectificar, no lo hicimos y terminamos con este cáncer que ha sido difícil de extirpar.