Por Eduardo Martínez, corresponsal en Italia
*Crónica de 20 días de gobierno en Italia.
La política italiana en estos tiempos es como una película de los estudios de Hollywood. Por supuesto, con una fuerte condimentación mediterránea.
Sergio Mattarella, el presidente jefe de Estado, no gobierna. Giuseppe Conte, el presidente del Consejo de Ministros (CdM), se debe a los dos vicepresidentes del Consejo: Matteo Salvini y Luigi Di Maio. Y como si fuera poco, Silvio Berlusconi -que no está en la alianza de gobierno Lega-Movimento 5 Stelle (M5S)- se muestra esta semana muy sonreído, y seguro de que el M5S “no dura”.
Entretanto, los dos líderes de los dos partidos de gobierno – Salvini (Lega), ministro del Interior, y Di Maio (M5S), ministro de Desarrollo- llevan adelante sus primeras acciones de gobierno en abierta competencia para demostrar quién es el que manda.
De momento, según los sondeos de opinión, Salvini ha venido creciendo en el favoritismo de los italianos hasta superar a Di Maio, quien viene cayendo poco a poco.
El juego Salvini-Di Maio es parecido al papel que hacen en las series americanas dos policías, cuando interrogan a un sospechoso. Mientras uno es el policía malo, que golpea la mesa y la aprieta el cuello al sospechoso, el otro policía hace de bueno al traerle un café en la mano y prometerle que lo va a ayudar.
En este caso, Salvini hace de malo. Cierra los puertos a los inmigrantes ilegales, amenaza con expulsarlos a todos y obtiene la reprobación de las ONGs de derechos humanos e incluso hasta del mismísimo Papa Francisco.
En tanto Di Maio, el policía bueno, se dedica a proponer medidas sociales que favorezcan a los italianos. Es lo que le toca.
En este sentido, el premier Conte asistió a una cumbre en Berlín con la canciller alemana Angela Merkel. Allí hizo un llamado a la unidad de la Unión Europea (UE) en contra de la pobreza.
Para la prensa italiana, se trata de una jugada de los integrantes del partido M5S para contener a la Lega. Lo que ha sido titulado por el diario La Stampa de Torino como “No logra contener al aliado leguista”.
Para los italianos, Salvini está haciendo un mejor papel que Di Maio, según muestran los resultados de las encuestas.
Los italianos, como los habitantes de cualquier país, siempre están inclinados hacia líderes que demuestran ser fuertes para corregir las desviaciones y problemas de la sociedad.
En este caso, la inmigración ilegal y la pobreza de los italianos menos favorecidos, son dos temas álgidos en la mesa de discusión política.
A la sombra de estos dos temas, hay un tercero que preocupa tanto a los leguistas como a los del M5S. Como buenos populistas, a ambos les quita el sueño la inminencia de una reforma fiscal y el equilibrio en el presupuesto fiscal -ambos compromisos asumidos con la UE. Esto les obliga a dejar caer las máscaras o, al menos, mostrar el verdadero rostro de los liderazgos populistas: prometen una cosa, y luego hacen otra.
En este ambiente altamente competitivo de los liderazgos, está detrás la figura de Silvio Berlusconi, aliado electoral de Salvini.
Il Cavaliere -que es como se le conoce- supo dar marcha atrás, para dejar a la Lega pactar gobierno con el M5S. En el arranque de la carrera del gobierno Lega-M5S, Salvini se le ha ido adelante a Di Maio.
De continuar la caída del M5S, y el sostenido crecimiento de la Lega, no tendría nada de extraño que en el próximo año -cuando le den los números de favoritismo a Salvini- se rompa la alianza de gobierno.
Ante la imposibilidad bastante probable, de montarse una nueva correlación mayoritaria de fuerzas en el parlamento, el presidente Mattarella se vería forzado a disolver las cámaras y debería convocar a unas elecciones adelantadas. Elecciones donde Forza Italia, partido de Berlusconi, se vuelva a aliar con la Lega Nord, y tener grandes opciones de ganar.
Mientras tanto, no se debe olvidar que en una alianza de gobierno, con el lema del “cambio”, Lampedusa vuelve a aparecer en el escenario: “Cambiar todo para que nada cambie”.
Como decía otrora el cantante cubano Rolando La Serie al terminar de cantar: ¡De película!