Por Alfredo Michelena
De ganar López Obrador, se romperá el consenso del Grupo de Lima a favor de la democracia en Venezuela.
A pocos días para las elecciones mexicanas, el triunfo de López Obrador está casi asegurado, según las encuestas. Esto traerá importantes consecuencias para el continente y en especial para la Venezuela chavista que tendrá el apoyo del nuevo gobierno mexicano. En contrapartida el apoyo internacional de las luchas por la democracia en Venezuela sufrirá un revés.
Las elecciones en México, el país más grande de habla hispana, se efectuarán en 1º de julio. En ellas se estima que los mexicanos probarán un tercer partido, el AMLO, luego de haber sido gobernados por el PRI y el PAN. Ahora un candidato que lo ha venido intentando, podrá saborear el dicho de que “a la tercera va la vencida”.
Efecto AMLO en Venezuela
La muy probable victoria de AMLO está relacionada de dos maneras con Venezuela. Una es el apoyo de la Venezuela chavista a la candidatura de AMLO y la otra es el cambio de la política internacional de México en relación con Venezuela, una vez López Obrador asuma la presidencia.
Varios informes de inteligencia han mostrado las relaciones entre la Venezuela chavista y AMLO. López Obrador lo niega. Recientemente el diputado venezolano Ramírez Colina denunciaba que en un documento del PSUV se señala cómo el triunfo de AMLO sería muy importante para Venezuela y que “se puede ofrecer apoyo desde Venezuela para facilitar el desarrollo de una campaña sin limitaciones algunas, y así garantizar una certera victoria de AMLO y el partido Morena”. El diputado pedía una investigación para comprobar si ese apoyo se había concretado.
Un informe confidencial señala que no solo hay financiamiento del régimen venezolano a la campaña de AMLO, sino que existen “evidencias de operación política de inteligencia y seguridad de Funcionarios y Agentes en territorio mexicano”. El informe habla del ingreso de dinero desde Venezuela por los canales diplomáticos pero además de empresas que triangulan entre México, Panamá y Venezuela, no solo involucradas en contrabando sino en el manejo de las Bolsas CLAP. En estas operaciones donde se sabe hay grandes negociados, parte de ese dinero, dice el informe, sirve para financiar la campaña de López Obrador. También señala los nombres de los agentes venezolanos que operan en territorio mexicano en apoyo a AMLO. El comandante cubano Ramiro Valdez sería responsable de la operación.
Las afinidades castrochavistas
AMLO admirador de Fidel Castro y del Ché Guevara, a quien calificó de ser “un revolucionario ejemplar», ha tratado de distanciarse de Maduro, a cual dice no conocer. En general él y sus más cercanos colaboradores tratan de evadir el tema, en cada ocasión.
Sin embargo, Yeidckol Polevnsky Gurwitz, secretaria general de Morena, aseguraba, el año pasado, que “el gobierno de Venezuela es un ejemplo para nuestra vida” y aseguraba que “Maduro ha sido un presidente leal a los principios chavistas, ha sido un presidente leal a su pueblo”. Además pedía a los presentes que la ayudaran “a hablar de la grandeza de Hugo Chávez y de lo grande que es el gobierno Bolivariano de Venezuela, de la admiración y el respeto que nos genera”. Y lapidariamente concluía: ”Yo no puedo hacer otra cosa que honrar a Hugo Chávez”.
Dolores Padierna quien era senadora por el PRD y ahora apoya a López Obrador, viajó a Venezuela en 2013 y fue vocera del Foro de San Pablo para apoyar la candidatura de Nicolás Maduro.
En todo caso Morena es Miembro del Foro de San Pablo, grupo que convoca y articula a las izquierdas democráticas e insurreccionales de América Latina, fundada por Fidel Castro y Lula da Silva.
AMLO se ha negado a a condenar a Maduro y se excusa en que no conoce ni a él, ni al finado Chávez. Pero frente a los ataques de las semejanzas con ellos, solo niega que su gobierno se parecerá al venezolano. “Dicen que si Morena gana a México, será como Venezuela. ¡Eso es una mentira! » – aseguró el candidato mexicano, – «No nos inspiramos en ningún gobierno extranjero … Ni Maduro ni Donald Trump”.
La política internacional
Lo que seguramente sucederá con AMLO en la presidencia de México es que habrá un cambio fundamental en la política de apoyo a las luchas por la democracia en Venezuela. En el mejor de los casos México volvería a la política de no intervención en los asuntos internos, la doctrina del mexicano Genaro Estrada. Esta posición será letal para el Grupo de Lima y también para la OEA.
López ha anunciado que Héctor Vasconcelos será su Canciller y Vasconcelos ha sido muy claro que esta sería su política. Al ser preguntado si hubiera firmado la declaración del Grupo de Lima que exige la restauración de la democracia en Venezuela respondió: “No lo creo”. Y argumentó la doctrina Estrada al decir que esto es “…una situación estrictamente interna de Venezuela. Nosotros no creemos incluso en emitir opiniones sobre conflictos estrictamente internos”.
Otro personaje que colaborará con el nuevo gobierno será Alicia Bárcena quien en la actualidad está al frente de la CEPAL. La admiradora de Fidel Castro negó que existiera una crisis en Venezuela.
Del PRI al PAN
Una retrospectiva de los gobiernos mexicanos y la actual debilidad de los partidos tradicionales, explica el cambio que parece avecinarse en México.
Por sesenta años el Partido Revolucionario Institucional (PRI) gobernó a México, aunque cambió de nombre dos veces. Y lo gobernó en todas las instancias hasta 1989 cuando pierde por primera vez una gobernación, la de Baja California. Los gobiernos del PRI en último cuarto del siglo pasado no fueron muy exitosos en lo económico. Arrojaron fuertes devaluaciones, aumento del desempleo y crecimiento de la pobreza, tanto que pusieron al PRI en grandes dificultades, perdiendo el control de varias gobernaciones importantes. Incluso su último presidente de ese siglo, Carlos Salinas de Gortari, habría llegado por un fraude electoral según denunciaron sus opositores del Frente Democrático Nacional (luego PRD), que formaron líderes de izquierda y ex miembros del PRI, de ellos el más conocido Cuauhtémoc Cárdenas.
En 2000 el PRI pierde su primera elección presidencial desde 1929. Se elige a Vicente Fox del Partido Acción Nacional (PAN), otro tradicional partido mexicano fundado en 1939.
El siglo XXI comienza como en muchos países de la región con grandes cambios en la política, En el sur es la marea rosada que lleva a los cultores del socialismo del siglo XXI al poder, en México es el estreno de un nuevo partido en el poder que en general se opone a esta corriente. Fox, por ejemplo, escolta a Fidel Castro fuera de México, cuando el dictador cubano llegaba para asistir a una reunión de Naciones Unidas, fue también defensor de la ALCA.
El surgimiento de AMLO
Las elecciones de 2006 las vuelve a ganar el PAN. Felipe Calderón le gana a Andrés Manuel López Obrador (AMLO) por 0,1% de los votos. López del PRD se lanzó en alianza con el Partido del Trabajo y Convergencia, con la “Coalición Por el Bien de Todos”. El estrecho margen generó impugnaciones que al final no prosperaron y generaron grandes problemas de orden público. AMLO no reconoció la victoria de Calderón e incluso fue proclamado como presidente legítimo por sus partidarios en acto público y durante tres meses sus partidarios acamparon en el Paseo de la Reforma, una de las principales avenidas de la Capital. Pero al final esto se aplacó aunque en el sexenio de Calderón, AMLO y sus partidarios agrupados en el Frente Amplio Progresista (FAP), realizaron varias protestas, incluyendo la toma del Congreso.
Para las elecciones de 2012 AMLO funda un nuevo partido: Movimiento Regeneración Nacional (Morena) con miras en las elecciones federales. Estas elecciones las gana el PRI, quien vuelve al poder ganándole a AMLO por casi 6% y tres millones de votos, llevando a la presidencia a Enrique Peña Nieto.
La luna de miel de Peña Nieto duró apenas un año, según mostraban las encuestas a partir de 2014 cuando empezó la caída de su popularidad. Y aunque educación y salud parecían ser los puntos fuertes del nuevo presidente, en materia de inseguridad y corrupción la gran mayoría apreciaba que no lo estaba haciendo bien.
Seguridad y corrupción
En realidad el problema de la seguridad en México es grave, en especial la situación ligada al narcotráfico, que ya tuvo que enfrentar el gobierno anterior a Peña Nieto.
En todo caso, el presidente anterior, Felipe Calderón, le declaró la guerra a las bandas criminales (bancrim), militarizó el proceso, aumentó en 50 % los gastos de seguridad al nivel federal y fortaleció a la Secretaría de Seguridad Pública federal y a la Policía Federal. Sin embargo, la percepción de inseguridad no bajó sino que aumentó. La revista Variopinto describía así la situación “Al arranque de la administración …, eran ocho los cárteles de la droga. (…) Hoy, al cierre del sexenio –el más sangriento de la historia- Felipe Calderón deja encendida la disputa entre 14 organizaciones criminales”. Y aunque Peña Nieto trató de redirigir esta política más hacia la búsqueda de la paz, que hacia la persecución de los carteles y bancrim, esto no funcionó.
La corrupción ha sido el talón de Aquiles del sexenio de Peña Nieto. Casi 20 gobernadores del PRI están siendo investigados por corrupción. Recientemente se publicó una investigación, denominada “la Estafa Maestra” que documenta un fraude de más de US$420 millones que involucra a 11 dependencias del Gobierno, ocho universidades públicas y más de 50 funcionarios. La investigación recibió el premio Ortega y Gasset del diario español El País, pero no resultó en alguna investigación judicial en México. Lo mismo pasó con el caso de los sobornos de Odebrecht.
¿Ganará AMLO?
hay dos temas claves en la campaña de AMLO: ha prometido “desterrar” la corrupción y la impunidad en el país así como “separar al poder económico del poder político”. En cuanto a la seguridad, ha declarado que no “ le vamos hacer como el avestruz que entierra la cabeza en la tierra, no, vamos a enfrentar el problema de la mejor manera, no queremos ya más homicidios, más violencia”. En este sentido ha prometido encargarse directamente del tema creando un gabinete de coordinación bajo su dirección así como la creación de una Guardia Nacional.
Pero es en términos políticos, donde se han dado procesos que favorecen su victoria. Entre ellos, que sus rivales no entusiasman a los mexicanos, Entre los independientes, Margarita Zavala se retiró y Jaime Rodríguez Calderón no alcanza el 3% en la intención del voto. Sus dos más poderosos contendores son Ricardo Anaya Cortés de la coalición Por México al Frente (PAN, PRD), y José Antonio Meade en Todos por México (PRI, PANAL,), pero han comenzado a decaer desde marzo pasado: el primero se acerca al 30% y el segundo al 20%.
Los dos partidos tradicionales (PRI y PAN) se han debilitado mucho, pues la manera en que fueron escogidos sus candidatos creó importantes divisiones en sus respectivas organizaciones. Anaya como presidente del PAN no permitió elecciones primarias y obtuvo la candidatura de forma que fue catalogada como “dedazo disfrazado”. Este proceso implicó la renuncia de Zabala quien como candidata independiente aglutinaba hasta 5% de los votos. En el caso de Meade, este no es militante del PRI, por lo que el partido debió cambiar sus estatutos para que los representara lo que no satisfizo a muchos tradicionales militantes.
Además, ambos candidatos han estado salpicados con los temas de la corrupción y la seguridad. Anaya ha sido implicado en lavado de dinero y está siendo investigado por el Fiscal General y Meade no está involucrado en este tipo de denuncias, pero como dice la revista británica The Economist “los votantes consideran que el PRI y el actual presidente de México, Enrique Peña Nieto, son cómplices de la anarquía” y Meade, en últimas asume las culpas de la administración del PRI.
En México parece que sucederá como en la Venezuela del siglo pasado y como ha ocurrido en otros países cuando las élites en el poder no son capaces de superar las crisis por las que atraviesan sus naciones. Como hemos visto los ciudadanos se lanzan a apoyar alternativas novedosas, buscando en lo nuevo lo que lo viejo no les resuelve. Los venezolanos recordamos aquello de que “no hay nada peor que los adecos y los copeyanos” y nos lanzamos al vacío con un militar golpista, que prometió villas y castillas. Otros países siguen esa búsqueda cambiando de presidentes y optando por nuevos partidos en cada elección, como por ejemplo en Perú. En México esto viene sucediendo durante este siglo y ahora le tocaría a AMLO.
Es imposible en la actualidad, evitar el paralelo con Venezuela, cuando los dos partidos tradicionales, AD y Copei, se debilitaron al punto de abrir puertas francas, a la aventura chavista.