«Piaf, voz y delirio», el musical protagonizado por Mariaca Semprún, que cuenta la historia de Edith Piaf, ha llegado -en el Teatro Fígaro de Madrid- a su función número 100, abrazando al público de cuatro países, recordando en todos ellos que ante las situaciones y los contextos más adversos, el arte tiene un compromiso ineludible con la esperanza, la resiliencia e incluso con el amor.
Para conocer más sobre este proyecto hecho por venezolanos talentosos, Zeta ha tenido entrevistas exclusivas con su protagonista, Mariaca Semprún; su productora general, Claudia Salazar y su escritor, Leonardo Padrón.
Abre el telón. El pequeño gorrión parisino ya en su decadencia, se asoma al escenario en lateral, hacia otro público, que no es el del Teatro Fígaro de Madrid. Quizás era la evocación de alguna noche en el Olympia de París, quizás evocaba, simplemente, la soledad de su habitación.
La obra cuenta la historia de la cantante francesa con una única voz: la propia, que a la vez es la voz de Mariaca, la artista venezolana que, a priori, no tiene nada que ver con el pequeño gorrión, pero que en el fondo se parece mucho, como todos los artistas que gritan a través de su arte las palabras de Edith: «El arte es también una forma de resistencia».
«Esta obra nace en Caracas para llevarle la contraria a todo el entorno», asegura la protagonista, desde su camerino en Madrid, donde se prepara para una de las 5 funciones semanales que presenta ante el público hispano. Semprún asegura que estrenar y presentar la obra en Venezuela durante el convulso 2017 fue una experiencia retadora pero maravillosa. «Era una cosa tan inspiradora y tan bonita lo que ocurría, que era devolverle la esperanza a la gente de que no todo está perdido, de que también es una cuestión de voluntad», aseguró la artista mientras ella misma se maquillaba -como hacen los grandes- para dejar de ser Mariaca y ser la gran Edith.
Entrevista a Mariaca Semprún:
Entrevista a Leonardo Padrón:
Padrón insistió en esta idea, explicando que cuando se presentó la obra en Venezuela en 2017 «el país estaba preparándose para una nueva oleada de protestas. Fueron cuatro meses espantosos, llenos de sangre, de tragedia, de muerte, pero a la vez de lucha, de empeño, de voluntad democrática y los caraqueños iban a ver Piaf y salían con el ánimo nebulizado (…) con el mensaje de que podemos hacer la belleza dentro del horror» y así quedaba claro en la pieza, cuando en medio de la ocupación nazi en París, Edith decía -de nuevo en la voz de Mariaca: «Yo pongo la belleza, mientras que otros se matan».
Pero no solo el escritor y la protagonista, sino también su Productora General, Claudia Salazar, repite con la misma convicción la palabra Resistencia. «Conseguimos en Piaf, todos, una manera de resistir ante la situación, de dar el ejemplo de que se puede hacer otro tipo de país con el esfuerzo de un equipo maravilloso», aseguró la joven promesa del teatro musical en Venezuela.
Entrevista a Claudia Salazar:
Cada segundo en esa butaca, bien vale la pena. El trabajo de guión, interpretación, producción, iluminación, sonido, la banda en vivo, los detalles, todo está perfectamente cuidado. Pero lo mágico no es cada detalle aislado, sino la conjunción de todo eso en el escenario, escuchando una sola voz sin percatarte de que es un monólogo; sintiendo cada canción, cada emoción, cada sensación… eso es «Piaf, voz y delirio». Eso, y la lección de resistencia.
Desde Revista Zeta les deseamos todo el éxito del mundo en este final de temporada en Madrid. Y también en el resto de ciudades que visiten, dándoles las gracias por dejar nuestro gentilicio muy en alto, por pisotear la desesperanza aprendida en la que vivimos los venezolanos, por recordarnos que «hay mucha poesía en la tragedia» y mostrarnos otra manera de seguir haciendo Patria.