Los ataque terroristas se han vuelto un problema de la vida cotidiana. Es más generalizada la sensación de que ya no están 100% a salvo para salir a tomarse un trago con sus amigos, ir al teatro, ir a una discoteca. De que no pueden vivir. Terrorismo es aterrorizar a la población, así que ya los terroristas están logrando su objetivo principal.
Lamentablemente, los medios de comunicación pueden ayudar al objetivo de los terroristas al dar publicidad a sus ataques y, por lo tanto, difundiendo el miedo en la población. La velocidad de los medios digitales exige que las noticias sean publicadas rápidamente, por lo que en ocasiones no se revisa adecuadamente el contenido y la calidad de los mismos, siguiendo el juego de los criminales.
Zeta conversó con Christian Moreno, criminólogo y detective privado de Valencia, España. Es subdirector del Área de Ciencias Sociales de la Universidad Internacional de Valencia y director del Máster Universitario en «Criminología: Delincuencia y Victimología» de esa misma institución. Moreno coincide en que la importancia de los medios de comunicación masivos en las primeras horas tras un atentado es altísima. “En las primeras horas tras el atentado, la responsabilidad de los medios es equiparable a la que tienen las autoridades gubernamentales”.
En cuanto a esto, señala que existen dos aspectos a considerar. Primero, la importancia de que se difunda información sobre los presuntos autores, para ayudar a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad a proceder a la posible detención. Luego, es muy importante no amplificar a través de sus emisiones material gráfico y videográfico de las víctimas o de la “masacre”, ya que, tal como indicamos anteriormente, estos atentados terroristas buscan infundir “miedo” en la sociedad.
En consecuencia, se considera que las personas que realizan estos ataques terroristas utilizan a los medios de comunicación para su beneficio o el de su causa, porque ellos buscan publicidad e infundir miedo, de ahí que la mayoría de los ataques sean en ciudades y puntos de alta concurrencia. Por ejemplo, en España el terrorismo yihadista ha atentado en el corazón de sus dos grandes urbes, Madrid (Atocha) y Barcelona (Las Ramblas).
“Esta cuestión quedó evidente en las primeras horas tras el atentado en Las Ramblas de Barcelona: aunque se empezaron a distribuir imágenes y videos de gente atropellada a través de los móviles e incluso algunos medios españoles en un primer instante sí que emitieron estos videos, la propia sociedad civil empezó a pedir a través de las redes sociales que no se pasaran material de esta índole y los medios rectificaron inmediatamente”, indica el experto.
Moreno explica que el problema probablemente se vincule con la necesidad de los medios en llenar la parrilla de contenidos relacionados con el atentado. Esto se traduce en grandes programaciones de 24 horas, incluso días, únicamente con el fin de informar del atentado. Estas largas emisiones hacen que los medios se vean obligados a emitir una y otra vez material y a buscar desesperadamente a aparentes expertos, que quizá no lo son, para cumplir con estas grandes franjas horarias de emisión. Esto, al final, se suele traducir en una baja calidad de la información, pues prima más la cantidad de contenidos que la calidad de los mismos.
El criminólogo Moreno coincide con que efectivamente la información tiene que ser siempre seria y rigurosa, sobre todo respetando a las víctimas, más si cabe al trasladar a la sociedad las cuestiones relativas a un atentado terrorista. Ha de recordarse que el objetivo debe ser paliar el efecto que buscan los terroristas y esto pasa en primera instancia por no amplificar el miedo que se desprende en la sociedad después de estos actos. Finalmente, recordar que los medios deben también realizar una función pública y ayudar y cooperar con las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad. “Me gustaría recalcar la necesidad de regularizar estas cuestiones, sobre todo para proteger a la víctima, siempre respetando la libertad de información, un derecho fundamental en cualquier sociedad democrática”.