Por Eduardo Martínez – Corresponsal en Italia
Esta semana el mundo de la industria del automóvil fue impactada por el fallecimiento de Sergio Marchionne, el gerente que revivió al gigante Fiat, rescató la Chrysler y, al fusionar ambas empresas, devolvió a Detroit la manufactura automotriz.
Las reacciones no se hicieron esperar a los dos lados del Atlántico.
Sergio Mattarella, presidente de Italia, al expresar sus condolencias, señaló que “Marchionne ha escrito una página importante en la industria italiana. En su responsabilidad de líder de la Fiat ha atravesado años de transformaciones muy profundas y radicales de los mercados, del sistema de producción, de las estrategias financieras, de las relaciones sindicales”.
“Su visión siempre ha tratado de mirar más allá del horizonte e imaginar cómo la innovación y la calidad podrían dar más fuerza en el futuro (…) mostrando al mundo la capacidad y la creatividad de la realidad manufacturera de nuestro país”.
En tanto Donald Trump, presidente de los Estados Unidos, en un mensaje de su cuenta en Twitter escribió: “Sergio Marchionne, quien murió hoy, fue uno de los más brillantes ejecutivos automotrices desde los días del legendario Henry Ford”.
La enfermedad
Marchionne de 66 años, había sido sometido el 26 de junio a una operación en Zurich –Suiza- de la cual no se recuperó, falleciendo el miércoles 25 de julio.
A pesar del hermetismo que rodeó la intervención, se pudo conocer por medio de una nota del diario milanés Libero, donde se cita al periodista Paolo Madron, que Marchionne “sufría de fuerte dolores a la espalda y tomaba cortisona en el tentativo de calmarlos”.
Según Madron, “le había sido diagnosticado tiempo atrás un sarcoma en la espalda, más bien invasivo, y que en esta ocasión le habían señalado algunas dudas sobre la eficacia de la operación, considerada de alto riesgo”.
“Marchionne en plena intervención habría sido golpeado por una embolia cerebral produciendo el coma (…) Los daños cerebrales habrían sido irreversibles, y desde ese momento el gerente habría sido mantenido con vida artificialmente”, agrega la nota.
La irreversibilidad del estado de Sergio Marchionne fue revelada en una nota de prensa de la casa matriz de la FIAT, el pasado 21 de julio.
En la misma, se informa “con profundo dolor” que durante el transcurso de la semana surgieron “inesperadas complicaciones” en la etapa de recuperación postoperatorias, y que “el Sr. Marchionne no retornará al trabajo”.
En consecuencia, el board de directores de la Fiat- Chrysler Autombile (FCA) decidió acelerar el proceso de transición que venía suscitándose desde hace varios meses, por lo que designaron a Mike Manley como nuevo CEO del gigante automotriz.
El éxito
Marchionne era un desconocido en el 2014 cuando llegó para dirigir la casi quebrada Fiat.
Nacido en 1952 en Italia, en la ciudad de Chieti a 200 kilómetros al sur de Roma, emigró con su familia a Canadá cuando tenía 14 años.
En América, el que sería el mayor ejecutivo de la Fiat estudió en tres universidades canadienses, obteniendo dos licenciaturas en filosofía y comercia, un MBA y un título de abogado.
Su primer trabajo fue como especialista en impuestos fue con la firma de contadores Deloitte and Touche. Luego trabajaría en la banca y diversas empresas, antes de llegar a la junta directiva de la Fiat.
Su primer gran éxito lo obtiene, cuando logra que la empresa automotriz empiece a ganar dinero luego de cuatro años de pérdidas.
Para ello, se había propuesto cambiar a Fiat, con las estrategias combinadas de reducir costos, lanzar nuevos modelos, y enfocándose en el diseño.
El éxito empresarial de Marchionne se basó en una mezcla poco usual de la gerencia automotriz: como italiano era extrovertido; y tenía una perspectiva pragmática por su educación anglosajona.
La crisis financiera que en el 2008 desató el estallido de la burbuja hipotecaria en los EEUU, sería el detonante del éxito gerencial de Marchionne.
Como visionario, supo concentrarse en las oportunidades que la crisis presentaba. En enero del 2009, cerró una relación estratégica con la Chrysler. La empresa estaba en bancarrota y había recibido auxilios del gobierno de los EEUU.
Cuando en junio del 2009 la Chrysler sale del estado de quiebra, Marchionne toma el control operativo sin que la Fiat pague por ello. Para luego en agosto del 2014 lograr la fusión de ambas empresas con el nombre “Fiat-Chrysler”.
Coincidencialmente, esta misma semana Fiat publicó su balance del segundo trimestre del 2018. Luego de un 2017 con cifras récord, la gerencia de Marchionne deja a Fiat en el segundo trimestre del 2018 con beneficios operacionales de 1.700 millones de euros, con un margen del 5,7%; ingresos netos de 29 mil millones de euros (+4%); incremento de unidades despachadas del 6%.