Cuando Kathy Kriger dejó el servicio diplomático estadounidense después del 11 de septiembre, estaba alarmada por la guerra global contra el terrorismo y, como acto simbólico de tolerancia, invirtió en Marruecos, un país musulmán.
Cuando llegó a Casablanca como Agregada Comercial de Estados Unidos, vio la gran gran oportunidad para montar un negocio: el legendario Rick’s Café cinematográfico de la película “Casablanca», que en realidad no existía. Ni nunca existió, porque la película fue totalmente filmada en Hollywood, aunque todo el mundo creía que Casablanca se rodó en Marruecos y los turistas solían arremolinarse en dos bares en torno a una plaza del barrio viejo para sacarse fotografías.
Así que abrió su propio Rick’s Café, el 29 de febrero de 2004, coincidiendo con la entrega de los premios Oscar, 61 años después que Casablanca ganara el Óscar como mejor película.
Kathy Kriger montó el café-restaurant en una vieja casa de los años 30, en la ciudad vieja, y lo condujo exitosamente durante 14 años, hasta el día de su muerte, el jueves 26 de julio, a la edad de 72 años, en Casablanca. Su fallecimiento lo confirmó en Twitter la embajada de Estados Unidos en Marruecos, calificándola de «una de las figuras más grandes en la vida de la comunidad». El gerente del Rick’s Café dijo que Kriger había sido hospitalizada después de haber sufrido un infarto, el martes previo a su deceso.
El Rick’s Café se convirtió en un destino obligado para turistas y locales, un oasis de autenticidad de época, con arcos blancos en columnas que enmarcan el comedor principal bajo una cúpula de tres pisos, candelabros de bronce colgantes, lámparas de mesa con cuentas, palmeras balanceándose en las esquinas y un piano de cola metido debajo de un arco, como si esperara que Sam regresara para tocar una vez más “As times goes by”, como en los viejos tiempos.
Ella siempre estuvo al frente de su negocio, sentada, la mayoría de las noches, en una esquina de la barra tomando agua en una copa de vino. Madame Rick (así la llamaban los nativos) esperaba hasta las 11 p.m., cuando el camarero le servía un Vald d’Argan Blanc marroquí.
A su regreso a Casablanca desde su último viaje a Francia, ahora en junio, dijo: «Siempre tendremos París».
En la película Casablanca (1942) el Rick’s Café estaba regentado por Rick Blaine (Humphrey Bogart), un expatriado estadounidense cuyo negocio era un antro de juegos que atraía toda clase de gente, oficiales nazis, franceses de Vichy, asilados políticos y ladrones.
Restaurar la vieja casona para recrear la atmósfera de la película de la Warner Brothers le llevó tiempo y dinero. Fue restaurada y acondicionada por el arquitecto norteamericano Bill Willis. La inversión sobrepasó el millón de dólares y encontrar inversionistas para Rick’s Cafe fue una cuestión de «acorralar a los sospechosos habituales».
Así que los inversionistas se sorprendieron con el éxito del restaurante y club nocturno y de los generosos dividendos que recibieron.
«Realmente ella creía en su negocio”, dice la chef Leah Caplan , quien discutía con la señora Kriger sobre el menú ecléctico del restaurant, en base a comida californiana y mediterránea, donde se sirve desde el plato más famoso del restaurant, chile con carne, hasta una hamburguesa, así como la variedad de mariscos y pescados del lugar.
Kriger decía que Rick’s Café tenía «vida asistida, del mejor tipo.” Y, cuando le preguntaron si planeaba retirarse, citaba al personaje de Humphrey Bogart, Rick Blaine, diciéndole a Ilsa Lund (Ingrid Bergman): “Voy a morir en Casablanca. Es un buen lugar para eso «.
Kathleen Anne Kriger nació en Portland, Oregón, en junio de 1946. Después de fundar una agencia de viajes en 1974, se unió al Departamento de Estado que la colocó como agregado comercial en Casablanca, un puerto costero en el atlántico que es el centro de negocios de Marruecos.
Su matrimonio con Roberto Ewing, de 1982 a 1988, terminó en divorcio. Le sobreviven
un hijo y dos nietos. Kathy Kriger fue enterrada en Casablanca después de un pequeño funeral.