En 1958, derrocada la dictadura de Pérez Jiménez -quien a su vez le había derrocado en 1947-, Rómulo Gallegos regresó de su exilio en México. Se negó a dar declaraciones hasta mediados de año, cuando a instancias de Ricardo Montilla, gobernador y senador adeco que devotamente le atendía, permitió que Rafael Poleo le entrevistara para la revista Élite. Fue en esa entrevista que respondió a la intelectualidad de izquierda que despectivamente tildaba de «burguesas» sus novelas. «Mi novela es burguesa, como el casimir», dio sacudiéndose la falda del paltó. La foto con Poleo corresponde a ese episodio.