Por J. Gerson Revanales
***El que un capitán (R)-diputado plantee una guerra en suelo colombiano hasta llegar al pacifico, puede ser considerado una bravuconada; pero que un excanciller, exembajador en Colombia lo secunde es una adulación manifiesta.
El gobierno por su tozudez llegó solito al banquillo de los acusados. En esta batalla perdió definitivamente la guerra económica y por ende es responsable del desastre nacional y de la caída de la fantasiosa V República, mucho más grave y de consecuencias impredecibles a lo que fue la huida a oriente en 1814 como consecuencia de la perdida de la segunda república -inmortalizada en un cuadro de Tito Salas.
El fracaso de la V República y la perdida de la guerra económica a obligado a los venezolanos a huir no del temible Boves, sino de las locas e incoherentes políticas que han provocado una estampida que ha encendido las alarmas internacionales.
Para nadie es un secreto que hoy el país, la nación y el Estado, cada uno en su propia dimensión, experimenta la peor de las crisis conocidas. Las dantescas escenas en las redes sociales de la diáspora venezolana en el puente Simón Bolívar en San Antonio, huyendo hacia Colombia, y la ola de migrantes en Rumichaca-Ecuador, tienen un solo culpable: el gobierno. Estos compatriotas son el pueblo -el pueblo llano, un pueblo que posiblemente en una gran mayoría voto por Chávez y el chavismo- y hoy ve como única salvación huir en la búsqueda de unas mejores condiciones de vida, que ni la revolución, ni Maduro, ni las decenas de misiones les pueden paliar el hambre. El gobierno perdió la guerra económica y paga también las consecuencias de la perdida de la V República.
En tiempos de paz el mejor ejército es su servicio diplomático; y de guerra, la cancillería su mejor trinchera. Pero resulta que si el desastre interno es de proporciones inconcebibles, en el plano judicial es peor aún. El gobierno rompió el récord del libro Guiness en cuanto a demandas se refiere. De los cinco más altos tribunales internacionales, el gobierno está sentado en todos los banquillos del acusado; de lo cual, la gran responsable es la cancillería. Los conflictos se arreglan a través de las cancillerías por ser el mejor ejército en tiempos de paz, no como dicen los “infelices versos del capitán (R)”.
En una rápida revisión de los tribunales internacionales encontramos que en la Corte Interamericana de DD.HH existen 19 casos en etapa de supervisión, en los cuales la situación constatada no ha variado. En el Centro Internacional de Arreglos de Diferencias (CIADI), Venezuela presenta 21 demandas sin resolver, las cuales están referidas al uso de activos, instalaciones y empresas tomadas o expropiadas por el gobierno y en el Tribunal Andino hasta el 2008 enfrentó 31 demandas por desacato e incumplimiento.
En la Corte Internacional de Justicia (CIJ), el gobierno de Guyana introdujo en febrero pasado una demanda contra Venezuela, la cual pudo ser impedida si la Cancillería hubiera actuado diligentemente en lugar de hacer demagogia en el Caribe con el territorio Esequibo. Pero lo más grave son las denuncias por violaciones de los derechos humanos contra los más altos cargos del gobierno ante la Corte Penal Internacional. ¿De dónde sacará plata para pagar los abogados de la defensa?