Por.- Alex Vallenilla.
Un serio y documentado análisis de las grandes inversiones chinas en Latinoamérica permite comprender por qué los países de la OEA y en particular los del Grupo de Lima, están reacios a cualquier conflicto armado en la región, dado que podría interrumpir el flujo de grandes proyectos. Después de revisar la situación económica de cada país y las cifras de inversión en cada país, queda claro que seguirán buscando acuerdos.
Ante la incertidumbre de la crisis económica, política y social que sufre Venezuela y que ha generado una diáspora de millones de venezolanos, los que aún siguen en el país se preguntan cuándo y cómo se saldrá de esta situación. Observan que el conflicto político no sólo se manifiesta dentro de los factores de oposición, sino también dentro del mismo régimen y a ello debe sumarse como juegan los factores externos y los intereses económicos de potencias extranjeras que han entrado a Latinoamérica.
En los últimos días ha surgido el temor de miles de venezolanos de que no se pueden ir de Venezuela, porque los países que están recibiendo a ciudadanos venezolanos dejen de admitirlos, tal como ha hecho Chile al solicitar visas y están las recientes decisiones de Perú y Ecuador de exigir pasaportes. Es sabido que la crisis institucional que sufre el país afecta la emisión de pasaportes, la razón es que muchos funcionarios públicos han abandonado sus puestos de trabajo y en torno a la emisión de este documento ha surgido todo un entramado de corrupción con su venta, así como la falsificación de documentos de antecedentes penales, demostrado en Perú tras el arresto de miembros de bandas peligrosas que han emigrado con papeles falsos, pero certificados por los entes venezolanos, lo cual es propio de un Estado fallido con crisis institucional.
La invasión militar
Hay sectores que abrigan esperanzas de una intervención militar extranjera, una operación de derrocamiento del régimen chavista/madurista y el fundamento de esta aseveración lo hacen sobre la base de que Latinoamérica no puede con la cantidad de venezolanos que huyen del país. La última tesis que corre en las redes, es que la decisión del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) en exilio de enjuiciar a Nicolás Maduro, es un paso para que al designar un presidente sustituto, que también estaría en el exilio, este funcionario podría lograr una coalición de naciones para la teórica intervención.
Al revisar lo que está ocurriendo en la región, se puede asegurar que un evento de este tipo está muy lejano en el horizonte y es que las inversiones que recibe América Latina de China en distintos sectores son la razón que esto no ocurra. China y Rusia sostienen una alianza, los primeros en el orden económico, al hacerse de países completos con endeudamiento a cambio de la producción de sus materias primas e importantes inversiones, los segundos buscan un respiro ante las sanciones de Washington y tratan de generar una amenaza en el orden militar.
China y Rusia trabajan arduamente por la nueva Ruta de la Seda, el potencial petrolero y gasífero de Rusia conquista a Europa con el apoyo chino. Eso mismo sucede en América Latina. Los países del Grupo de Lima están recibiendo gigantescas inversiones en sectores de la minería, telecomunicaciones, servicios públicos, electricidad de parte de los asiáticos. Por sólo citar un ejemplo, Perú recibirá 10 mil millones de dólares para estas áreas, se estima que se abrirán al menos 9 mil plazas de trabajo. Las fronteras abiertas para los venezolanos es una razón que lejos de verla como una amenaza para la estabilidad de esos países, implica la llegada de mano de obra calificada, los empleos indirectos y todo lo que significará aprovechar el desarrollo implícito con el impacto de esas inversiones.
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Argentina, Chile y Brasil acumulan casi 80 mil millones de dólares en inversiones chinas en el sector eléctrico, los venezolanos tienen allí una respuesta de por qué la gran mayoría del personal de Corpoelec, la empresa eléctrica de Venezuela, en ruinas total y con un colapso en casi todas sus áreas, se ha marchado para ser la mano de obra en los proyectos que se levantan allende las fronteras; sólo en Brasil, China es prácticamente la dueña de las plantas eléctricas, de las hidroeléctricas.
En Colombia no será distinto y es que el nuevo presidente Iván Duque no se aventuraría en un conflicto armado, puesto que el vecino país espera concretar inversiones importantes para la construcción del Metro de Bogotá, un sistema ferroviario nuevo y toda la «vías 4G», con préstamos y financiamiento chino, ya las 10 constructoras más grandes del país asiático se han instalado para concretar los acuerdos a través del Banco de Desarrollo de China.
México, con grandes inversiones asiáticas, ahora bajo el control de López Obrador, no apoyará una intervención militar en Venezuela.
La diáspora está lejos de ser un problema para Latinoamérica, los países receptores ahora tratarán de ordenar la llegada de connacionales, ser un poco más rigurosos y tratar de permitir entrada a los que realmente necesitan. Toda la región ha recibido al menos unos 150 mil millones de dólares, una razón poderosa para que a ningún mandatario le cruce por la mente permitir desestabilizaciones y conflictos que al final se salgan de control, puesto que en Venezuela y con toda su riqueza petrolera, se debate el futuro del sur.
El conflicto político
Entonces queda la angustia de qué ocurrirá finalmente con los venezolanos que siguen en su país. El conflicto político no tiene un desenlace interno porque las partes están demasiado enfrentadas, por el lado del oficialismo el sector madurista intenta forjar una reforma a la “revolución”, aunque con cambios cosméticos en el tema económico, mientras el sector chavista militar, que tiene problemas e implicaciones en el tema del narcotráfico, se niega a cambios que finalmente los termine dejando fuera del control de cualquier tipo de recursos, tal cual ocurre con el tema del contrabando de la gasolina, la cual, según el gobierno norteamericano, sólo sirve para producir la cocaína más barata del mundo en enormes cantidades en el Catatumbo colombiano. El mandatario Nicolás Maduro en lo interno debe navegar entre ambas aguas, además tiene la presión de La Habana, que demanda recursos mientras da sus pasos para el cambio del comunismo a una forma de capitalismo en que en principio la élite gobernante sería la protagonista. Tiene la presión de China y Rusia, países que exigen pago de los créditos otorgados anteriormente y garantías claras para seguir invirtiendo, como la eliminación de los ilícitos cambiarios, un primer paso de la reforma que podría seguir avanzando.
En el lado de las fuerzas políticas de oposición, no menos son los problemas y es que lo variopinta que es, no le permite ser sólida y unida, se trata de partidos políticos que se identifican de izquierda, centro derecha y socialdemócratas, además de sectores que tratan de no identificarse con los partidos políticos tradicionales, todos estos grupos mantienen enfrentamientos internos que han desfigurado cualquier proyecto que intente presentarse como el sustituto del actual régimen.
Sin embargo los partidos políticos democráticos mantienen el control del Parlamento, cuya institución es reconocida por la comunidad internacional y por casi todos los gobiernos de la región. Esto ha creado fuertes enfrentamientos con el oficialismo, el cual intentó eliminar la Asamblea Nacional (AN) para asumir renegociación de deuda y emisión de nuevos créditos y mantener el oxígeno financiero, asunto que no han logrado.
La salida de la crisis
La entrada de los rusos en Venezuela, a través de Rosneft, la petrolera que levantó Igor Sechin, se hizo fuera de toda legalidad, según lo que la AN ha sentenciado el año pasado. Esta compañía petrolera aspira también hacerse en Venezuela del control de la producción de gasolina y los chinos serían quienes financien la operación para recuperar las instalaciones de la refinería de Amuay, ya controlan Petromonagas y entran en otros tres proyectos en la Faja del Orinoco, así como de un campo de gas costa afuera, todos estos acuerdos con el oficialismo sin la autorización de la AN. En este aspecto ha faltado habilidad política de sectores opositores para buscar acuerdos con los factores extranjeros y producir negociaciones más allá que las planteadas con las fracasadas mesas de diálogo con el chavismo/madurismo. Por el lado de Estados Unidos, ese país apoya lo que ocurre en el Esequibo, zona que se podría perder en la Corte Internacional de Justicia (CIJ), ya que la petrolera Exxon Mobil, en respaldo a Guyana, asesora y tal vez financia los honorarios de los abogados que buscan litigar el conflicto territorial, el cual tiene como objetivo controlar las gigantescas reservas de petróleo dulce que la transnacional norteamericana encontró en el mar territorial en reclamación por Venezuela.
Hasta ahora Maduro ha resultado idóneo para los intereses en juego en este país. Los rusos logran hacerse de pozos petroleros y están dispuestos a asumir la producción de gasolina, pero a precio internacional y para ello Maduro intenta convencer al país. El sector chavista militar, no acepta tales términos porque se pondría fin al tinglado del gigantesco negocio de contrabando, que en conjunto suma unos 12 mil millones de dólares al año.
La crisis de Venezuela con Maduro, ha debilitado a las instituciones, lo cual es ideal para Guyana que lleva adelante su reclamo para permitir que Exxon Mobil explote sin problemas el crudo hallado.
Abrigar esperanzas de una intervención militar proviene de un discurso de Donald Trump, el año pasado. Quienes pueden hacerlo ya están en Venezuela, reclamando su parte del “pastel”, sin haber disparado un sólo tiro, sin haber enviado un soldado. Los cubanos pudieron controlar esto por 20 años sin más que las escaramuzas de las protestas en las calles, así que para las potencias que tienen recursos será mucho más fácil. El Grupo de Lima seguirá buscando un acuerdo político. Estados Unidos exige una situación normal en materia de desempeño económico y social, puesto que la desestabilización con una crisis armada afectaría operaciones de Exxon Mobil que arrancan en 2019 en el Esequibo.