AD 77 años: hacia un debate democrático

Por Antonio Ecarri Bolívar

***Consciente de su responsabilidad histórica, el partido Acción Democrática está promoviendo una nueva política unitaria en la calle.

Los denuestos contra el populismo casi todos justificados, exageran; sin embargo, al confundir esta desviación con la justa caracterización de las luchas populares y la solidaridad con los sectores más deprimidos de la nación, que es tema distinto. Vale la pena asumir este debate cuando Acción Democrática está cumpliendo el próximo 13 de septiembre 77 años de vida política, porque es la organización que supo “asimilar al pueblo”, en palabras de Juan Pablo Pérez Alfonso, uno de nuestros más destacados fundadores.  Y asimilarlo no significa utilizarlo como supedáneo para su indebida manipulación sino más bien elevarlo, como comenzamos a hacerlo en el trienio 1945-1948, al status de decidor de los destinos de la República liberal, democrática y de progreso que se logró consolidar luego del oprobioso paréntesis dictatorial, en los mejores 40 años de vida republicana. AD, en síntesis, asimiló y empoderó al pueblo en alianza con los demás sectores democráticos.

Tal como decimos en nuestro proyecto de actualización de la tesis política del Partido del Pueblo: “Las reformas estructurales que se introdujeron a partir de 1958 hicieron posible acabar con la herencia feudal del latifundio mediante la reforma agraria, y crear una industria nacional gracias a la sustitución de importaciones junto a la creación y desarrollo de industrias básicas. Se masificaron los servicios de educación y salud; se consolidó la red vial y se extendieron por todo el país la electrificación y los servicios sanitarios; se amplió de manera significativa el acceso a la vivienda rural y urbana, creando así la clase media más grande de América Latina. Nuestros muchachos no emigraban, sino que salían, gracias al Plan de Becas Gran Mariscal de Ayacucho, a especializarse a las más prestigiosas universidades del mundo, financiados por el Estado, para regresar a empleos decentes y contribuir con el desarrollo nacional. Los problemas eran los del crecimiento, no los del retroceso.

(…) A pesar de los esfuerzos del Estado democrático, se hizo patente una de las fallas más fundamentales del capitalismo venezolano: al igual que en otros países poseedores de grandes recursos naturales de alto precio, la burguesía empresarial y, con ella, el resto de la población adquirió una mentalidad “rentista” en vez de productora. A diferencia de burguesías nacionales, conscientes e industrializadoras como la de Brasil, el gran empresariado venezolano -salvo notables excepciones- tendió al facilismo, confiando en el Estado y no en el ahorro propio como principal fuente de capital. Los ahorros de los venezolanos se colocaron crecientemente en el exterior y dejaron de contribuir al desarrollo nacional. El empleo empezó a “informalizarse” y dejó de ser competitivo.

(…) Lo anterior condujo a un nuevo gran viraje, esta vez hacia terrenos desconocidos.  Un nuevo régimen, surgido de las elecciones de diciembre de 1998, autodenominado “bolivariano” y “revolucionario”, logró captar las simpatías populares. En una primera etapa se hizo un ajuste de corte neokeynesiano relativamente moderado. Más adelante se habló de una versión venezolana de la “tercera vía” promovida en Gran Bretaña por el nuevo laborismo de Tony Blair, y en la etapa reciente se proclamó el objetivo de implantar un “socialismo” calcado de la experiencia del colectivismo burocrático cubano. Esta evolución de enfoques ha conllevado un tratamiento errático de la economía venezolana durante la fase inicial del siglo XXI”.

Este modelo fracasó estrepitosamente y ha conducido a la crisis económica y social más espantosa de nuestra historia. Por ello Acción Democrática, consciente de su responsabilidad histórica, promueve una nueva política unitaria en la calle, al lado de las luchas populares sin banderizar las protestas, insistiendo en su carácter más social que político partidista y al empinarnos, por sobre nuestras diferencias, lograr el cambio político que reclaman y exigen las mayorías nacionales.

Y a muy corto plazo, asumir un gobierno de unidad nacional que produzca un cambio de política económica, radicalmente opuesta a ésta, que sin complejos ideológicos impulse un verdadero plan de recuperación sensato, holístico, para  hacer los ajustes necesarios que nos permita acceder al financiamiento internacional, en los organismos multilaterales; reestructurando nuestra agobiante deuda externa, que nos permita volver a importar los bienes de consumo y de capital para reactivar el aparato productivo; generando empleo decente  y salarios dignos para nuestros trabajadores y sus familias (de acuerdo a los parámetros fijados por la OIT), con precios fijados por un mercado realmente competitivo y una política monetaria sin control de cambio, alcanzando así la expansión de la economía. Regresar a un Banco Central con autonomía, sin recurrir a la emisión de dinero inorgánico y así lograr reducir el déficit fiscal a su mínima expresión. Recuperar a PDVSA otorgándole autonomía y aumentar, significativamente, la producción petrolera en alianza con el sector privado nacional e internacional, será prioritario para un nuevo gobierno progresista y eficiente.

Ahora bien, para lograr todo ello, es imprescindible un nuevo gobierno que otorgue la seguridad jurídica necesaria para el regreso de capitales nacionales que se fueron, espantados por el estatismo atosigante de este régimen y permita el ingreso de capitales foráneos que vengan a coadyuvar en la inmensa tarea de recuperar nuestra nación. Entendemos que este plan sucintamente esbozado es mejorable y puede ser enriquecido con otros aportes, desde Venezuela y del exterior, que esperamos al abrir este debate democrático.

Al cumplir 77 años de luchas, desde la clandestinidad en las dictaduras, desde la oposición y el gobierno en la etapa democrática y, ahora, en la resistencia a este régimen totalitario que no prevalecerá, proponemos a Venezuela un nuevo gobierno de unidad y salvación nacional para comenzar a reedificar la Venezuela que Acción Democrática construyó, con otras fuerzas democráticas y el capital privado, en los mejores años de la historia de Venezuela.

Sí hay futuro. Acción Democrática lo garantiza y pone toda esa historia de luchas y desvelos por la libertad, al servicio de la unidad de todo el pueblo venezolano.

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