Su timidez es el cascarón que resguarda su sensibilidad. El escritor venezolano Eduardo Sánchez Rugeles, residenciado desde 2007 en Madrid, lleva 8 años plasmando su manera de ver el mundo en palabras capaces de clavarte una daga en el alma y sanarte la vida, a partes iguales. Es sublime, melancólico y sagaz. Tiene siete libros publicados y tres de ellos están siendo adaptados al cine. Revista Zeta le ha entrevistado en exclusiva para que nos cuente sobre el rodaje de Blue Label/Etiqueta Azul, su primera novela publicada y a la que más cariño le guarda.
“Blue Label fue mi primera novela publicada. En realidad fue la segunda novela que escribí fue Transilvania unplogged, ese era el manuscrito con el que yo luchaba por entrar en el mercado literario venezolano. Frustrado por el fracaso de este manuscrito, redacto ya instalado en Madrid, en el año 2008-2009, lo que se va a transformar luego en Blue Label/Etiqueta Azul, y que comenzó siendo mis memorias como profesor de bachillerato en el Colegio San Ignacio. Echando de menos mis años de docencia, empecé a evocar los dichos y hechos de los chicos y así fue tomando forma la voz de Eugenia», ha contado el joven escritor.
A pesar de que varios directores de cine le vieron potencial desde el primer momento, Sánchez asegura que le resultaba impensable llevarla a la gran pantalla. «Blue Label se publica en 2008 y desde el primer momento, me comenzaron a llegar propuestas de adaptaciones cinematográficas, pero yo no había asimilado todavía que tenía mi primer libro publicado, que se había ganado un premio y en ese marasmo, tuve varios rechazos a varios directores de bastante prestigio, pero no me comprometí a ceder los derechos. Yo ni siquiera sabía lo que era ceder los derechos. Además, yo tenía un romanticismo que era que el grupo de ex alumnos al que está dedicada la novela, con quienes construí parte de la historia, yo quería que la hicieran ellos mismos, de forma indie. Pero luego cada quien tomó su rumbo y esa idea no cuajó. Pasado un tiempo, recibí un correo de Alejandro Bellame diciendo que su esposa le había puesto el libro en su mesa de noche y le había dicho que esa era su próxima película y a mí eso me resultó tan cercano, que le dije que sí. Eso fue en el 2012. Y comenzamos a trabajar hasta que en febrero de 2018 se terminó de grabar», explicó.
«Escribimos el guión a cuatro manos y tuvo su proceso de re-lectura y re-escritura. Luego vino el proceso de levantar los fondos. Blue Label es una película muy costosa, implica grabaciones en Europa, un desplazamiento en Venezuela, es una road movie. Luego, tuvimos todo listo para grabar en 2014, pero ocurrió todo los que ocurrió en Venezuela y se dejó de lado. El proyecto se empezó a re-conducir y no fue hasta 2017 que se tuvo el presupuesto ideal para hacer el rodaje», recuerda.
Seis años han pasado desde que Sánchez y Bellame emprendieron este viaje y no será hasta 2019 o 2020 cuando podamos disfrutar del resultado final, pero eso, lejos de ser un problema, se ha convertido en un aprendizaje constante para el escritor y en un crecimiento para la historia. «El retraso continuo y permanente del rodaje trajo algo positivo, que fueron las sucesivas re-lecturas y por supuesto que la situación país nos obligó a darle una nueva lectura para ver cómo tratar ciertos contenidos para que tuvieran un impacto mayor. La película respeta la cronología de la novela: los hechos suceden entre 2004 y 2005 y sus 30 años van a coincidir más o menos con la época actual y en ese 2020 en el que la vamos a ver, podremos observar más a la Eugenia adulta., que no se veía en la novela. Y esa Eugenia adulta va a tener una mirada particular del país, más madura, diferente a la que tuvo en la juventud y es en ese contexto donde creo que hay cosas bien interesantes y bien atractivas», confiesa Sánchez Rugeles.
Del papel a la gran pantalla
Pero Blue Label /Etiqueta Azul no es el único trabajo del escritor venezolano que se llevará al cine. La adaptación cinematográfica de Jezabel también saldrá a la luz próximamente. «Hernán Jabes es el director de Jezabel, que si bien tiene las dificultades y los costos que supone hacer una película, no te tienes que ir a Europa, ni viajar por Venezuela, ni tener un fiorino que atraviese el país y eso hizo que haya sido más fluido el proceso de realización», asegura Sánchez Rugeles, marcando la diferencia con la producción que ha supuesto Blue Label.
Además, nos ha adelantado que hay otra de sus grandes obras, Liubliana, que también está en proceso para convertirse en una película. Y por si esto fuera poco, Sánchez también ha trabajado recientemente con Claudia Pinto, directora de La distancia más larga, con quien ha comenzado a trabajar en la escritura de un guión original llamado Las consecuencias que comenzará su periplo por Festivales en España próximamente.
26. La vida de Luis Alberto, su último trabajo
Las historias de Sánchez Rugeles son atravesadas de manera transversal por ciertos hitos que han marcado la generación a la que él pertenece y -quizás en mayor medida- a la siguiente. La nostalgia, el destierro, la memoria, el desamor y el contexto social y político de Venezuela, siempre acaban por estar presentes en sus líneas. La última evidencia de esto es su último trabajo: 26. La vida de Luis Alberto, una crónica novelada sobre Luis Alberto Machado Valdez, un joven venezolano de 26 años que falleció en un accidente de moto, tras estrellarse en la autopista con otro ciclomotor, el 14 de junio de 2017, cuando intentaba sortear las barricadas de protesta que invadían el país.
El texto está salpicado de muchas reflexiones personales sobre la Venezuela contemporánea y sobre la juventud a la que le tocó padecer el infortunio socialista del siglo XXI
“26 fue un proceso rarísimo, inesperado, pero muy formativo y muy bonito por todo lo que significó y lo que ocurrió (…) Luis Alberto fue de la última promoción a la que yo le di clase en el San Ignacio, en 2007, antes de viajar a España (…) cuando fallece, yo venía saliendo del concierto de Yordano aquí en Madrid, me avisó una compañera del colegio y al llegar a mi casa redacté un post y lo subí a mi página web y ese post lo lee la madre de Luis Alberto y me llama diciendo que quería escribir un libro sobre su hijo y quería que yo lo hiciera”. Y a pesar de que no contestó inmediatamente, lo aceptó.
Y luego vino lo más duro. «Me tocó decidir qué iba a contar y cómo lo iba a contar. Yo no cuento la vida de Luis como tal, cuento lo que la ausencia de Luis supuso para su pareja, sus hermanos, sus padres (papá y padrastro) y su madre (…) El libro me removió mucho, fue un libro muy difícil porque leí mucho sobre la pérdida y el dolor y eso me dejó triste. Fue un libro triste (…) Es una crónica novelada, quizás con un poco de ensayo porque yo quería contar quién era Luis Alberto en su entorno, en el país que le tocó vivir, en el momento que le tocó vivir, entonces el texto está salpicado de muchas reflexiones personales sobre la Venezuela contemporánea y sobre la juventud a la que le tocó padecer el infortunio socialista del siglo XXI«, asegura el escritor.
La responsabilidad con el país
En un primer momento, Sánchez Rugeles es considerado como un escritor del exilio, dado que esa característica siempre se manifestaba en sus trabajos literarios, pues él comenzó a contar historias de exilio «entre los años 2009 y 2012, cuando hablar de esto era antipático, cuando utilizar palabras como destierro, exilio, diáspora, parecía inapropiado o no era la realidad. Eran intuiciones, porque yo sentía que eso estaba pasando, me di cuenta que el vecino lo contaba, que la familia estaba desmembrada, y comencé a hablar un poco de eso (…) pero es que no podemos eludirlo, es una realidad que, si quieres contar historias que tengan que ver con este momento, inevitablemente tienes que hablar de esto, es algo que ocurre, que te marca, que deja huella. El tema familiar es particularmente doloroso. Entonces de eso hay que hablar, eso hay que contarlo. Este es un momento histórico que nos exige, tanto a periodistas, cronistas, narradores, cineastas, contarlo, nombrar, registrarlo, hay que contarle a las generaciones porvenir que esto pasó. Por lo tanto no abandono la reflexión constante sobre este asunto», dice convencido.
Ojalá que toda esta fatalidad permita que haya una madurez como sociedad que nos haga evitar que esto se repita
En varias de sus novelas, Sánchez Rugeles utiliza la música para guiar al lector a través de la trama, como si la historia fuese un baile interminable. Para hacer una apología de esa característica curiosa de sus textos, voy a citar a Fito Páez para cerrar este magnífico espacio de encuentro que logramos en Madrid con un joven escritor cuya timidez le hace ocultarse del mundo que le rodea, que sería mucho mejor si le conociera.
Es posible que ya no te fijes
En los cuentos que te cuenta el mundo
No hace más que respirar (…)
No es tan grave en verdad
Las cosas van moviéndose
Y se mueven a la larga porque sí (…)
Y si algo aprendimos en el mundo
Es que el mejor momento aún no vino
Está por llegar, confiá
Su mensaje para los jóvenes venezolanos es «que confíen en la historia. Yo sé que la realidad es implacable para muchos, dolorosa para otros, en su conjunto yo diría que es muy exigente. Nos han tocado vivir tiempos muy difíciles, pero si echas la vista atrás a otros países que han vivido situaciones tan trágicas o incluso más trágicas que esta. Y sabemos que al final, pasa. Entonces ahí surge una noción realista de esperanza, amparada en el devenir del mundo. Cuando miramos otros contextos y vemos experiencias realmente desoladoras, inhumanas (…) entonces, es verdad que se sufre, se llora, se padece lo que se vivi, pero confío, con la historia en la mano, en que pasará y ojalá nos deje una enseñanza. Ojalá que toda esta fatalidad permita que haya una madurez como sociedad que nos haga evitar que esto se repita«, finalizó.
Lo más importante, para el final
¿Quién es Eduardo Sánchez Rugeles, cómo te defines? La respuesta, de su propia voz: