Por Rafael Simón Jiménez
*** El chavismo-madurismo ha terminado por generar la más grave tragedia económica y social del continente.
La desbandada de venezolanos que, huyendo de la extrema pobreza generada por el gobierno de Nicolás Maduro cruza las fronteras de los países vecinos, ha devenido en la más grave crisis humanitaria y migratoria que contemporáneamente ha vivido América Latina, y por supuesto que sus repercusiones y consecuencias se dejan sentir en toda la Región.
Si bien es cierto que en el pasado otros países del hemisferio confrontaron situaciones de desplazamiento poblacional por razones económicas y políticas, nunca se había producido un éxodo y una diáspora masiva y en tan corto tiempo. Por ejemplo, al comparar las cifras de la vecina Colombia, podemos constatar que sus migraciones han tenido altos y bajos a lo largo de más de siete décadas de conflicto armado, lo que ha permitido su asimilación e integración en los países receptores.
En el caso venezolano, una tormenta perfecta de hiperinflación, devaluación, especulación y mercado negro, junto al caos de los servicios públicos y la inseguridad, han generado una huida en corto tiempo de millones de compatriotas, que desafiando todos los riesgos y penurias prefieren la incertidumbre de su futuro inmediato a la muerte a mengua de hambre, enfermedades o extremos padecimientos, que diariamente se incrementan ante la indolencia de un gobierno que le importa un pito la suerte de la inmensa mayoría de su población.
La migración venezolana quizás solo pueda compararse a la del África subsahariana, atormentada por la condena a una vida infrahumana, de tal proporción que prefiere morir en el mar mediterráneo que esperar resignados a que los consuman las crónicas hambrunas que azotan a ese continente; o la de poblaciones como las de Siria, Etiopía o Yemen sometidas a guerras fratricidas, donde la población civil es el blanco preferido de los bandos en contienda.
Los voceros oficiales, plenos de comodidades y lujos, hartos de dinero mal habido, ignoran deliberadamente la tragedia humanitaria que se vive, y en ejercicio de olímpica crueldad restan importancia a la diáspora incontenible de compatriotas, señalando como siempre que se trata de una campaña mediática alentada por los tradicionales enemigos de Venezuela, que no guarda ninguna relación con la realidad social o económica de Venezuela.
El drama de miles de compatriotas, buscando desesperadamente escapar de las garras de la miseria, se ha transformado en un problema para los países de la región, y especialmente para los receptores de esa gran masa humana en busca de condiciones mínimas de existencia.
ACNUR, la OEA, la Cruz Roja Internacional, la ONU y la UE, han lanzado llamados de advertencia para atender a los refugiados venezolanos. Los países vecinos y otros más lejanos donde solicitan protección los expatriados de la diáspora, han comenzado a buscar soluciones de conjunto para esta situación que tiende a agravarse día a día. El chavismo-madurismo, que alguna vez se vanaglorió de sus logros sociales, ha terminado por generar la más grave tragedia económica y social del continente.