Venezuela, entre las delaciones washingtonianas

Por.- Alfredo Michelena

En Washington las delaciones están a la orden del día. Largamente escondidos secretos salen a la luz gracias a algunos “patriotas cooperantes”. La idea es debilitar a Trump, pero en este maremágnum de señalamientos aparecen envueltos militares venezolanos.

Vuelve “deep throat” (garganta profunda) pero generalizado. Los intríngulis que se dan en lo profundo de la Administración Trump y en especial de la Casa Blanca están siendo revelados.  Otrora fue el Washington Post con el caso “Watergate”, ahora le tocó el turno al New York Times.  Pero hay muchas más revelaciones incluyendo filtraciones sobre Venezuela.

Watergate

Durante la segunda presidencia de Richard Nixon se hizo público que el presidente norteamericano trató de encubrir el robo de documentos del Comité Nacional del Partido Demócrata, sucedido en el edificio  Watergate de Washington D. C. en 1972. Esta investigación destapó los abusos de poder del gobierno y terminó con la salida de Nixon de la Casa Blanca así como con el encarcelamiento de unos 50 funcionarios de esa administración.

La fuente anónima, Deep Throat como fue llamado por los periodistas  Bob Woodward y Carl Bernstein, fue William Mark Felt segundo en el FBI, como se supo  33  después.

La aparición de denunciantes (whistleblowers) es un fenómeno cada vez más común en los EE.UU.  Entre ellos hay varios del FBI y de los departamentos de Defensa y Estado, pero los más conocidos son los que han revelado secretos militares o de inteligencia como Bradley Edward Manning ahora Chelsea Elizabeth Manning, y Edward Snowden. Informaciones que fueron hechas públicas por WikiLeaks de Julian Assange.

Lea también: El mundo y la crisis humanitaria

Lodestar

“Soy miembro de la Resistencia en la Administración Trump”,  se titula un artículo de opinión anónimo que apareció en el New York Times el 5 de septiembre.  El individuo que muchos llaman Lodestar dice que trabaja para “… el presidente pero como otros colegas he prometido boicotear partes de su agenda y sus peores inclinaciones”. Lodestar, quien se supone es un funcionario de muy alto nivel, no se alinea con las críticas que vienen de la izquierda norteamericana, pues apoya muchas medidas del presidente, pero estima que la actuación de Trump  es “dañina para la salud de la República”.

El denunciante anónimo llega a  señalar que la personalidad de Trump no es la adecuada para ser presidente.  Lo califica de “amoral” y señala que “cualquiera que haya trabajado con él sabe que no está anclado a ningún principio discernible que guíe sus decisiones” y lo califica de “superficial, inefectivo, conflictivo e impulsivo”. Lodestar  ensalza al senador republicano John McCain recientemente fallecido, pero deja claro que la orientación de Trump no es republicana. en el sentido de libertad de mercados y de pensamiento, y recuerda cómo califica a la prensa de “enemigos del pueblo”.

«Miedo: Trump en la Casa Blanca»

Como si fuera pura casualidad, el día anterior a la publicación de la carta anónima, se anunciaba el libro de Bob Woodward, «Miedo: Trump en la Casa Blanca». En él, el autor que otrora denunció el affaire de Watergate, escribe una serie de episodios en los que muestra que sí existe un conjunto de individuos que rodean al presidente y que están tratando de que no se tomen medidas que serían “dañinas para la salud de la República”.

Uno de los casos, es quien fuera el principal asesor económico de Trump hasta marzo, Gary Cohn, y  el secretario de gabinete de la Casa Blanca hasta febrero, Rob Porter, quienes confiesan haber escondido del mandatario documentos para evitar que los firmara. Entre ellos, el retiro de los EE.UU. del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y un acuerdo comercial con Corea del Sur.

En materia de política internacional, Trump tendría los conocimientos de un «alumno de quinto o sexto grado», según el secretario de Defensa, James Mattis, pues le pidió  que matara al presidente  sirio Bashar al Assad. “Matémoslo. Vamos allá. Matemos a todos esos malditos», parece haberle dicho, a lo que Mattis respondió luego de salir de la reunión  que él no lo haría.

Yo no fui

Ya muchos han negado la veracidad de episodios reproducidos por Woodward en su nuevo libro, pero lo que parece que más preocupa al presidente es saber quién es Lodestar. John Kelly,  jefe de Gabinete  de la Casa Blanca, quien también aparece en el libro de Woodward,  le ha sugerido que deje pasar el asunto, para evitar atraer más atención sobre el tema.  Pero parece que Trump no está de acuerdo.  La consejera de la Casa Blanca, Kellyanne Conway, dijo que Trump cree que el individuo es alguien del sector de seguridad nacional del gobierno.

Hay varios candidatos a serlo, entre ellos el vicepresidente e incluso el secretario de Estado. Pero también el secretario del Departamento de Seguridad Nacional Kirstjen Nielsen, el secretario del Tesoro Steve Mnuchin, el secretario de Energía Rick Perry y el secretario de Comercio Wilbur Ross. Todos ellos y otros han salido a negar que estuvieran enredados en lo que Trump considera  traición a la patria.

Lo cierto es que en su escrito, el tal Lodestar hace referencia  a que se habría hablado de aplicar la enmienda 25 que se refiere al traslado del poder cuando el presidente no está en capacidades por muerte u otras razones. El cuarto punto de la enmienda señala que el vicepresidente en conjunción con la mayoría del Congreso puede declarar que el presidente no es capaz de “desempeñar las funciones y obligaciones de su cargo”, y ser sustituido por el vicepresidente.

¿Un golpe de Estado?

Pero el tema Venezuela no se quedó de lado en esto de los “whistleblowers” y en otro artículo del New York Times se reportan contactos secretos entre la Administración Trump y grupos de militares venezolanos.

Desde la primavera del 2017 habrían comenzado los contactos. Al frente de ellos se encontraba uno que “está en la lista de funcionarios corruptos de Venezuela que han sido sancionados” por los EE.UU. por  “delitos graves, entre ellos torturar a los opositores del régimen, encarcelar a cientos de prisioneros políticos, herir a miles de civiles, traficar drogas y colaborar con las FARC”. Después del primer contacto hubo cierta aprensión de los norteños pues pudiera haber sido una especie de trampa.  Al final hubo varias reuniones en las cuales los estadounidenses solo habrían ido a escuchar. Como es usual, es trabajo de las Cancillerías conocer qué está pasando en cada país y estos contactos sin dudas son importantes.

Los militares venezolanos

Para el grupo de golpistas, compuestos por unos “300 a 400 miembros”, el plan era establecer una junta militar de transición, según reporta el periódico neoyorkino. Pero “los venezolanos no parecían tener un plan detallado y se habían presentado con la esperanza de que los estadounidenses llegaran con ideas o directrices de apoyo”.

Según dicho artículo del New York Times, ya algunos militares habían intentado acercarse al gobierno de Obama, pero fueron rechazados. Se entiende  que habían al menos tres grupos diferentes que se acercaron a los estadounidenses. Solicitaron apoyo que no les fue dado.

Estos grupos, que pudieran haber convergido,  planificaron tres acciones, pero por filtración  interna fueron abortados y casi 150 de ellos,  según el general retirado que fungía como líder, “han sido detenidos y pueden ser torturados”.

¿ Quién fue el “topo”?

El periodista Emili J. Blasco en diario ABC de España  argumenta que “El objetivo de la divulgación de esa información habría sido torpedear la línea dura mantenida por Trump hacia el régimen chavista y forzar al presidente estadounidense a volver a la línea de diálogo mantenida durante la era Obama”.  Y que quien habría filtrado la información sería Mike Fitzpatrick, segundo en la oficina para el Hemisferio Occidental del Departamento de Estado.   Incluso Fitzpatrick habría tenido programado reunirse con Maduro, pero eso se abortó.

El argumento es que los propulsores del diálogo en el Departamento de Estado, que incluye a Thomas Shannon, habrían utilizado esto para evitar que los halcones que promueven una intervención militar, sea vía golpe de Estado, o  invasión, perdieran fuerza y de nuevo la tesis de la negociación, en la que Zapatero juega un importante papel, retomara fuelle.  El periodista Nelson Bocaranda informa que en realidad la reunión de “Maduro con enviados de EEUU autorizados por la Casa Blanca y el DOS en Caracas” si se dio.

Esta filtración también hay que verla orientada a golpear a Trump,  al alinearse con la de Lodestar  en aquello de “boicotear partes de su agenda y sus peores inclinaciones” para  evitar un daño a “la salud de la República”. Pero también es presionar una vuelta a la política de Obama sobre Venezuela, que en el fondo es acostumbrarse a tener otra Cuba en el continente y presionar para que en el largo plazo se dé un cambio, olvidando que a “largo plazo todos estaremos muertos”, como dijo John Maynard Keynes. También se ubica en la controversia  doméstica entre los que plantean una “intervención humanitaria” o militar, y los que optan por una salida electoral negociada.