Por Rafael Simón Jiménez
***La operación propagandística puesta en marcha por el régimen, según la cual millones de venezolanos emigraron y están arrepentidos de su error, es burda.
Especialistas en propaganda y manipulación de la más perversa factura (los capitoste que nos desgobiernan) se esfuerzan en maquillar las terribles consecuencias de la tragedia económica y social generada por la ruina y destrucción propiciada por ellos desde el poder, traducida en un drama humanitario que no solo se expresa en la huida masiva de venezolanos que cruzan en desbandada las fronteras de los estados vecinos buscando refugio y alivio a sus penurias, sino al resto de los compatriotas que dentro del país malviven en condiciones de precariedad y de extrema pobreza, atenazados por una hiperinflación y una crisis en los servicios básicos que desfigura la existencia.
Debemos estar conscientes del costo y de las consecuencias geopolíticas de un problema que ya involucra a varios millones de emigrantes, en un drama que repercute sobre todos los países latinoamericanos receptores, que con toda razón han prendido sus alarmas para llamar la atención de la opinión pública y los organismos del sistema hemisférico y mundial, a fin de concertar posiciones en cuanto al tratamiento del problemas y las responsabilidades que recaen sobre el gobierno venezolano.
Lejos de asomar soluciones serias al gravísimo y galopante deterioro de la situación económica y social que genera esta incontenible y masiva emigración, los voceros oficiales huyen hacia adelante pretendiendo poner en escena una ofensiva propagandística, según la cual los millones de venezolanos que optaron por buscar mejores condiciones de vida en otras latitudes están arrepentidos de su error “cometido bajo instigación y engaño de fuerzas imperialistas y de la derecha lugareña” y claman por regresar para reintegrarse a su patria.
La operación propagandística es tan burda y bufa, que incluso si se tomaran como buenos los testimonios profusamente difundidos por el sistema de medios oficiales, de desplazados que desean volver a Venezuela, y que el régimen estima en más de mil, esa cantidad resultaría absolutamente insignificante frente a una cifra superior a los tres millones de nacionales censados por los organismos de migración fronterizos y por los propios mecanismos de las Naciones Unidas para los refugiados, que han constatado la gravedad del asunto.
La tragedia venezolana ha traspasado las fronteras nacionales, convirtiéndose en un grave problema humanitario para toda América del Sur, afectada por sus consecuencias. La verdadera operación “vuelta a la patria” comenzará el mismo día en que el pueblo venezolano (fiel a sus tradiciones democráticas y libertarias) se decida a poner término a este gobierno y con ello a la desgracia que hoy atormenta la vida de los ciudadanos, y a reconstruir con el aporte de todos un país de justicia, bienestar, inclusión, honestidad y progreso.