El President de la Generalitat, Quim Torra, continúan haciendo fuerza en el pulso que le está echando al Estado español. En otras palabras: que sigue con la idea, las ganas y el discurso de «proclamar la República Catalana«. Mientras tanto, en el Gobierno de España se debate la legitimidad de la tesis doctoral del Presidente del Gobierno, pero ese es otro tema (o no).
El pasado martes 11S se celebró el «Día de Cataluña«, popularmente conocido como Diada y que desde hace unos años, ha servido como excusa para que los independentistas ondeen la estelada y alcen su voz (literalmente) contra el Estado español y en favor de su anhelo secesionista.
Aun así, la manifestación de la Diada de este año ha transcurrido sin promesas claras en el horizonte. Ni elecciones, ni referéndum: libertad para los presos y aplicación de la «república catalana». Esas eran las consignas que sobrevolaban la marcha de la Asamblea Nacional Catalana (ANC) en un momento en el que el soberanismo catalán pareciera no tener una estrategia clara.
Pero Torra sigue aferrado a su convicción -o a la de Puigdemont, que al fin y al cabo, lo mismo da- de que crear la República Catalana es posible. Hasta ahora habíamos visto una guerra de símbolos entre los seguidores de la independencia y los defensores de la Constitución española. El más evidente: la pelea por los lazos amarillos. Unos los ponen, otros los quitan. Pero eso se ha acabado. O al menos, dejará de ser lo esencial de la agenda secesionista en los próximos meses, pues ahora Quim Torra quiere pasar del punto muerto a meter la sexta marcha. «Había una fase de retomar el curso normal de las cosas, pero el proyecto va de la restitución a la constitución catalana, y pensamos que ahora ya llega el momento de pasar a la segunda fase».
¿En qué consiste esa «segunda fase» No queda claro. Como tampoco queda claro cómo se supone que van a enfrentar el desafío soberanista, amén del permanente reto a la constitución española, que ha supuesto esta lucha constante entre las ansias de protagonismo de los dirigentes independentistas frente al Estado.
Lo que sí está medianamente claro es que el próximo 01 de octubre será otra excusa para seguir celebrando, impulsando y aplaudiendo el descalabro independentista catalán, pues como ha expresado recientemente Puigdemont desde Bruselas, «el 1-O merece un recuerdo permanente porque es uno de los grandes días de la sociedad catalana».
Mientras tanto, Torra ha hecho una petición directa al Presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a que «escuche el clamor de los catalanes», advirtiendo, a su vez, que llegará «hasta el final».
¿Seguiremos asistiendo a este rifi-rafe entre el la constitución y la ilegalidad?