Por Alfredo Michelena
***Mientras en la reunión mundial de gobiernos en Nueva York el mundo discute la crisis venezolana y busca una solución, y la frontera se calienta, en Venezuela el tema es la importancia y significado de la música de Alí Primera. Parecen dos mundos desconectados. No se entiende que hay varios frentes y que todos son necesarios.
Mientras en la pajarera (Twitter) se debate ácidamente la importancia y significado de la música de Alí Primera, en el mundo las cosas siguen su camino, pausado pero demoledor. En este sentido lo trágico no es despachar lo del Aula Magna de la UCV por lo musical sino que en el fondo es el forcejeo entre los dos grandes grupos de la oposición, que tienen mucho en común, pero prefieren negarlo. Y no me refiero a que ambos llaman a la unidad, claro si el otro renuncia a sus posiciones. Me refiero a que ambas estrategias, la violenta y la pacífica, la militar y la política son y deben ser complementarias. No hay que rebanarse la cabeza como si nosotros pudiéramos escoger los términos y el campo de batalla.
Mientras estas menudencias ocurren, en Nueva York y en Washington se bate el cobre. En La OEA (en un gesto de amplitud) Almagro se reúne y fotografía con todos los matices de la oposición. Allí también se reunieron con el nuevo Consejero de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Mauricio Claver. La pajarera lo resiente. Existen opositores a fondo a esa necesaria unidad que hacen mucho ruido y tiene muchos seguidores (en twitter), pero no sabemos cuánto del ruido es producido por las granjas de trolls y los tarifados del régimen, directa o indirectamente.
Lo relevante es que la comunidad internacional sigue su camino tratando de producir dos cosas: una cierta unidad en la oposición, pues sin ella poco de lo que haga tendrá efectos prácticos, y aumentar la presión sobre el régimen de Maduro.
En Nueva York, la Asamblea General (AG) de la ONU es un punto de encuentro de presidentes, el caso Venezuela se discute en ella o fuera de ella. Trump, Macri, Trudeau, Duque, Moreno y muchos otros presidentes han planteado la crisis venezolana desde el púlpito de la AG. Trump, por ejemplo, dejó claro que “la situación en Venezuela es inaceptable” y lo definió como “un régimen represivo” y socialista que ha llevado al país a la quiebra y al pueblo a la pobreza. Pidió ayuda para “la restauración de la democracia en Venezuela”. Mientras el Departamento del Tesoro incluía en la lista de sancionados a Cilia Flores, a Padrino López y a los hermanitos Rodríguez.
El Grupo de Lima se reunió para buscar “pasos adicionales” a fin de «crear condiciones para que finalmente haya otra vez democracia y libertad en Venezuela». Por otro lado de su seno, seis países dieron el paso y van a denunciar a Maduro ante el Tribunal Penal Internacional. Estos son: Canadá, Chile, Argentina, Colombia, Paraguay y Perú. Algo inédito que se hace para provocar mayor presión sobre un régimen que sigue violando los derechos humanos y las libertades fundamentales.
Maduro contraataca e involucra a México, Colombia y Chile en el confuso ataque del dron en Venezuela. Y se atreve a mandar tropas a la frontera. Como retando a Duque. Ya el embajador estadounidense en Colombia había dudado “de la capacidad de los militares venezolanos de montar algún tipo de amenaza contra Colombia” y había asegurado: “Colombia puede contar con nosotros”. Posición que ratificó el vicepresiente Pence, quien le advirtió a Maduro que no retara a Trump.
Mientras el tema de Venezuela se plantea en el escenario global, porque en el fondo es un problema de geopolítica más que regional e internacional, aquí nos encharcamos discutiendo lo de Primera. Allá los que se han convertido en los nuevos maniqueos de la política que no entienden que hay varios frentes y que todos son necesarios. Para ganar este juego hay que batear un “home run” y mejor con tres hombres en base. Quedarnos en “primera” es no entender el juego.