Por Ramón Guillermo Aveledo
***Como en su vida personal y ciudadana, en el Parlamento, Arístides Calvani fue ejemplar en la responsabilidad, la calidad de sus aportes y la seriedad de su compromiso.
El pasado miércoles 26 el histórico Salón del Tríptico de nuestro Capitolio, sirvió de sede a la presentación del libro “Arístides Calvani, Parlamentario”, editado por el Instituto de Estudios Parlamentarios Fermín Toro y ABediciones de la Universidad Católica Andrés Bello, como parte de la colección “La República de todos” que las dos instituciones propiciamos, con el propósito de ir generando un fondo bibliográfico útil a los diputados a la Asamblea Nacional en el cumplimiento de sus exigentes y decisivas funciones.
Calvani, cuyo centenario se celebra este año, es un genuino valor venezolano. Por las convicciones cristianas llegó al compromiso social y por esa vía desembocó en la política, actividad tan indispensable como criticada, donde desplegó sus vocaciones de jurista y educador que fueron sus maneras de servir en ese escenario tan poblado de confrontación y tan necesitado de colaboración. De la primera, la confrontación, no huyó este hombre de valores bien vividos e ideas bien puestas, pero la asumió con caballerosidad, con sincero y hondo respeto a la dignidad humana, tanto a la del compañero como a la del adversario que viene a ser la misma. La segunda, la cooperación, nunca la negó. Siempre estuvo dispuesto a darla sin mezquindad porque en su modo de pensar y actuar, la política es servicio.
El parlamentario Calvani, primero diputado y luego senador, se dedicó a temas que le importaban mucho. Los había estudiado a fondo para comprenderlos bien y acertar en las respuestas que ofrecía o apoyó ante los problemas reales de la gente de carne y hueso. El trabajo, la familia, la niñez como su eslabón más importante y también el más vulnerable, la educación, la política social en general, la promoción y la participación del pueblo, la economía con sentido humano.
Le interesaban, naturalmente, los grandes temas del cuidado constitucional del Estado democrático y social de Derecho. Profundizó en las cuestiones del Derecho Parlamentario como la inmunidad parlamentaria, las incompatibilidades, las tareas de las comisiones, las funciones del Congreso. A ellos dedicó algunos de sus más brillantes alegatos.
Fue, como todo el mundo sabe, Ministro de Relaciones Exteriores para algunos el mejor en un país que siempre cojo de una diplomacia de Estado, puede decirse que ha tenido buenos cancilleres. Abogado laboral y de familia, siempre al lado del débil. Catedrático de Filosofía del Derecho y de Filosofía Social. Católico comprometido en tareas de apostolado seglar y dirigente político socialcristiano. En todas partes brilló, aquí y en el exterior.
En el viejo palacio ubicado entre las cuatro esquinas caraqueñas de San Francisco, Bolsa, Padre Sierra y Monjas, queda el eco de su voz limpia, de su patriotismo y el ejemplo de su servicio abnegado a los demás.