Por.- Jaime Granda
El apoyo de la comunidad internacional a Venezuela es histórico. La huida de algunos funcionarios es buena señal porque confirma que el régimen no está bien.
La política se está complicando más y parece que no hay profeta que lo pueda prevenir. No solo es en Venezuela. Lo que se ve en Estados Unidos, Colombia, Argentina, Costa Rica, Nicaragua, Cuba, España, Rusia, para citar algunos casos, es demasiado complejo para ciudadanos cuyo tiempo está dedicado mayormente a su supervivencia.
Los expertos en salud mental están preocupados por los efectos que esas complicaciones políticas y sus secuelas sobre la economía provocan sobre la gente sencilla, muchas de las cuales mueren prematuramente afectadas por la crisis que termina envolviéndolas.
Buscando alternativas para que Venezuela supere lo que está sufriendo y tratando de no asumir toda la triste realidad que puede afectar la salud mental, vemos un rayo de luz en el comportamiento reciente del actual presidente de Estados Unidos.
Por cierto, no parece casualidad que la mayoría de los gobernantes de este momento en gran parte del mundo encajen en lo que un equipo de psicólogos de Alemania y Dinamarca ha denominado “Factor D”, en contraposición del “Factor G” dado a conocer hace 100 años por Charles Spearman.
El Factor G domina lo mejor de la inteligencia humana, mientras que el Factor D sería el lado oscuro, donde están represadas características como el egoísmo, el rencor o el sadismo, como denominador común.
Gobernantes con alto Factor D son los que están complicando la convivencia humana, el ideal perseguido por todas las sociedades durante siglos.
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Son personas que hoy insultan a alguien y mañana lo adoran. Caso muy concreto de eso se conoció el sábado en Virginia Occidental cuando el presidente de Estado Unidos, Donald Trump, dijo ante una multitud que alguna vez “intercambió” palabras fuertes con el líder norcoreano Kim Jong Un, quien “me escribió cartas hermosas y son grandiosas. Nos enamoramos”.
Algo parecido le ocurrió el lunes pasado después del acuerdo comercial con Canadá y México en relación con el Primer Ministro canadiense Justin Trudeau.
Eso abre posibilidades a Nicolás Maduro, porque todo depende ahora de Cupido y una flecha oportuna que permita que el venezolano pueda entrar en la lista y en los caídos en los brazos de Trump.
En cuanto eso ocurra se abre otra posibilidad. Que Trump hable con el profesor Steve Hanke, el economista que ha trabajado economías hiperinflacionarias y alertó este fin de semana que “La dolarización sería la mejor manera de detener la hiperinflación en Venezuela”.
Viendo esto, hay que entender que un flechazo al presidente de Estados Unidos abre las puertas a que en Venezuela superemos la hiperinflación, previa superación de los prejuicios inculcados a los políticos venezolanos sobre el capitalismo y el signo monetario norteamericano.
No faltará quien diga que lo que estamos planteando no está en los manuales, pero hay que agregar que con estos políticos afectados de Factor D los manuales de todo quedaron fuera de juego.
La situación dentro del régimen y de la oposición es tal que allí dominan las contradicciones.
Mientras Nicolás Maduro ruega todos los días para que Donald Trump lo acepte, Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Constituyente y primer vicepresidente del Psuv dijo que reunirse “a estas alturas” con EE.UU., “sería una raya”.
La comunidad internacional
En medio de dimes y diretes, hay que reconocer, como ya hizo Antonio Ledezma desde Nueva York, que la comunidad internacional está respaldando a Venezuela como no lo ha hecho nunca con ninguna otra comunidad. Esto no lo lograron los cubanos que se enfrentaron a Fidel Castro. Esto no lo lograron los pueblos perseguidos en esta historia contemporánea. Hoy vemos el eco de solidaridad que hay hasta ahora, de la causa por la libertad por Venezuela.
El apoyo del gobernador de Puerto Rico, Ricardo Rosselló, a la creación de una Comisión de Reconstrucción de Venezuela, para lo cual se reunirán varios líderes opositores venezolanos el 20 y 21 de octubre en la capital puertorriqueña, es parte de lo dicho por Ledezma.
Ledezma, por cierto, dijo también que toda esa solidaridad internacional se puede perder si la oposición venezolana no llega a acuerdos y supera las contradicciones.
Protestas
Lo cierto es que entramos al último trimestre de 2018 y hay esperanzas de que en las próximas navidades pueda haber en las mesas de casi todos los venezolanos las desaparecidas hallacas, esta vez envueltas en hojas de paz y agradecimiento.
Todo eso será posible si el régimen madura lo suficiente para entender que el pueblo es lo primero y lo único que debe mover a un político. Dejar a un pueblo en mejores condiciones que cuando se llegó al poder es algo que durante generaciones se recordará. Esa debe ser la meta de todo gobernante.
Ojalá el panorama de protestas que comienzan el viernes 5 de octubre sirva para despertar a régimen y a opositores.
Hay que tomar como buenas señales la huida de algunos chavistas que están tratando de salvarse del cerco de sanciones internacionales contra funcionarios.
Es el caso de la jueza que inició el caso del diputado Juan Requesens. Dicen que se fue del país. Es el caso de la jueza militar venezolana, Luz Mariela Santafé Acevedo, integrante de las Fuerzas Armadas, que desde el Tribunal Militar Sexto de Control en Valencia, estado Carabobo, procesó a varios civiles ante la instancia militar en los primeros meses de 2017, incluyendo al diputado suplente Gilber Caro. Ahora está pidiendo asilo en Colombia, según se supo esta semana.