Por Rafael Simón Jiménez
***Tiranías y gobernantes desacreditados de la calaña de Erdogan, Evo Morales, Daniel Ortega o el canciller de Corea del Norte, son solidarios con este régimen.
La terrible crisis que martiriza al pueblo venezolano, fue tema principal en la 73º Asamblea General de las Naciones Unidas. Presidentes de gobiernos, jefes de Estado, cancilleres y las vocerías de organismos especializados como el comité de derechos Humanos, o la Oficina del Alto Comisionado para los refugiados, del sistema Universal, coincidieron en denunciar, censurar y condenar al Régimen Venezolano como responsable de la catástrofe humanitaria que aquí se vive, resultante de políticas represivas, anacrónicas, fracasadas y corruptas.
En el mundo de hoy, bajo el dominio de la globalización, donde la información y las imágenes fluyen y se proyectan en tiempo real a todos los espacios planetarios, resulta infructuoso el perverso esfuerzo propagandístico de Miraflores, por tratar de tapar, solapar o maquillar los efectos desastrosos de una crisis social, cuyas consecuencias externas, en términos de emigración y éxodo forzado ha terminado por afectar a los países vecinos, desbordados en su capacidad física, logística y operativa para atender a los millones de compatriotas que huyen de Venezuela en las condiciones más lastimeras y precarias tratando de encontrar paliativos al hambre y la extrema necesidad que consume la cotidianidad de los ciudadano
Este clima de toma de conciencia sobre la gravedad del problema Nacional, tiene interlocución en los principales líderes mundiales que con sus propios estilos y consideraciones han coincidido casi unánimemente en considerar que debe ejercerse una presión política, económica y diplomática sobre el régimen imperante en la búsqueda de una salida que permita restituir la democracia y el pleno funcionamiento de las instituciones y propiciarse un clima de libertades que haga posible la recuperación económica de Venezuela.
Reducido a un número pequeño y desacreditado de socios, de su mismo pelaje, en la comunidad internacional, el Presidente Nicolás Maduro, se apersono en la Asamblea plenaria de la Organización de las Naciones Unidas, para pronunciar frente a un auditórium casi inexistente, un discurso vago, repetitivo y ramplón, pretendiendo vender una versión de la realidad Venezolana que no coincide en absoluto con la situación de catástrofe económica y social que a diario se proyecta a través de los medios de comunicación internacional, y del que toman debida nota todos los países del continente y el mundo.
Solo un grupo de tiranías y gobernantes desacreditados de la calaña de Erdogan, Evo Morales, Daniel Ortega o el canciller de Corea del Norte, son capaces de mostrarse solidarios con un régimen que mata de hambre a su pueblo y que se sostiene sobre la manipulación, las trampas y la violencia.
El auditórium casi vacío, del inmenso salón Plenario de la ONU, a la hora de oír la cháchara incongruente del mandatario venezolano, aupado solo por su sequito, es el retrato fiel del aislamiento, de la censura política y moral que recae sobre el régimen venezolano, que ha sufrido lo que lo que pudiera calificarse como un auténtico varapalo, donde la patética imagen del Presidente es el retrato fiel del que sale con las tablas en la cabeza.