Bolsonaro: Brasil gira a la derecha…¿o a la ultraderecha?

GRAF1533. RIO DE JANEIRO (BRASIL), 07/10/2018.- El candidato ultraderechista Jair Bolsonaro, vota hoy, domingo, 7 de octubre, en una región en la zona norte de Brasil. EFE/ Antonio Lacerda

Por Alfredo Michelena

La derrota del Partido de Lula, el Partido de los Trabajadores (PT), fue contundente. Aunque aún falta una segunda vuelta, la señal es muy clara. La gente se cansó del PT, pero más que eso de la política corrupta de la cúpula que ha venido gobernando al enorme país de América de Sur.

Paliza

Aunque estamos aún en el primer round, la ventaja de Jair Bolsonaro, con 50 millones de votos a sus espaldas (el 47% de los sufragios) parece definitiva. En cambio, Fernando Haddad (PT) cuenta con solo el 30% de los votos. La mayoría de los analistas coinciden en que, aunque la campaña contra Bolsanaro será demoledora, a Haddad le será difícil superar esa brecha.

Por lo pronto, la izquierda brasileña ha recibido una derrota muy contundente. Hablamos de esa izquierda populista que comandó Lula con el fuerte respaldo del Foro del San Pablo, articulándose con Chávez y Fidel Castro para  definir la política antinorteamericana y procomunista del continente.

Esa poderosa izquierda, que gobernó en buena parte del continente, fue derrotada en Brasil por un Bolsonaro que ganó en 17 de los 27 estados. Haddad solo logró imponerse en 9 circunscripciones regionales.

 El Partido Social Liberal (PSL) obtuvo 52 de los 513 escaños de la Cámara de Diputados, lo cual lo convierte en la segunda mayoría, solo superado por el PT. Aunque no domina la cámara baja, que por cierto sigue muy atomizada, esto es un crecimiento arrollador si tenemos en cuenta que en 2014 solo tenía un representante. Pero lo más publicitado es que la ex presidenta Dilma Rousseff no logró ganar un escaño en el Senado al quedar de cuarta en su jurisdicción. 

El personaje Bolsonaro

Las acusaciones contra Bolsonaro parecen no haber hecho mella en este político “políticamente incorrecto”.  Se le acusó de practicar la misoginia, de ser homofóbico, de no respetar a las minorías y de promover un gobierno muy fuerte donde la tortura e incluso la muerte podrían recrudecer. El candidato de la ultraderecha se ha caracterizado por ser defensor de la tortura y la dictadura militar que arropó al país por décadas. Pero eso parece no haber dañado su imagen. Muy por el contrario, las encuestas que lo venían dando ganador se quedaron cortos en cuanto a predecir que ganaría en la primera vuelta. Nadie se imaginó que estaría a tres puntos de coronarse presidente en el primer envión.

Ahora Bolsonaro se mueve al centro.  Al menos esa fue la imagen que presentó en su primera alocución pública. Pero para algunos analista cariocas es justo lo contrario: la centro derecha ha muerto. Como explica la profesora de la Universidad de Federal de Sao Paulo, Esther Solano, este era el puesto que ocupaba el partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) – del ex presidente Fernando Henrique Cardoso- pero en estas elecciones los votos de ese partido «han migrado … a Bolsonaro». Alckmin, candidato del PSDB, apenas ha obtenido el 4,76% de apoyos. Según la profesora, “hay un abismo muy grande entre los líderes políticos y el pueblo, que están muy cansados de ellos».  Eso recuerda a la Venezuela de fines de los años noventa cuanto ese hartazgo llevó a Chávez al poder.

Un cambio regional

Pareciera que la región, en esa explicación pendular de la historia, quiere pasar de la izquierda a la derecha. Es el triunfo de los políticamente incorrectos como Trump o  Bolsonaro, o en Canadá con el nuevo Gobernador de Ontario, así como otros que se presentan como los nuevos “hombres fuertes” (strong men) que vienen a “poner orden” en unas sociedades que se han liberalizado mucho, que se han movido mucho hacia la izquierda. Pero quizás, lo que realmente ocurre es que la gente está en la búsqueda de alguien que ponga orden frente a la corrupción y a las malas prácticas de los líderes políticos tradicionales. Una forma de antipolítica por acumulación de frustraciones.

Para Venezuela el triunfo de Haddad aseguraría una vuelta a la política de Lula y Dilma Rousseff en materia internacional. Es decir, regresaríamos a un apoyo, directo o indirecto, al régimen de Maduro. Con Bolsonaro se espera no solo un rechazo a este régimen sino que la presión internacional aumente, en especial ahora que en México un amigo de Maduro ganó las elecciones. Con los dos países más grandes de Latinoamérica a favor de Maduro la presión internacional hacia el régimen decaería. 

Por ahora hay que esperar al próximo 28 de octubre a ver si se confirman las predicciones. Vendrán los acuerdos entre partidos para mejorar las posibilidades de cada candidato. Ganar la primera vuelta no necesariamente presagia ganar en el balotaje. La guerra arreciará con la consigna de que “no queremos una Venezuela en Brasil” vs “votar por la ultraderecha es perder todo lo que se ha avanzado en términos de Derechos Humanos”.  Y en ambos casos se apelará a los que no votaron, que son unos 30 millones de brasileños, un componente que está en torno al 20%. 

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