Por.- Jaime Granda
La impunidad, al igual que la corrupción, solo beneficia a un grupito y termina destruyendo cualquier proyecto colectivo o partido político.
La Madre Naturaleza ha sido siempre benévola con este país llamado Venezuela. Mientras otras naciones sufren cada año temporadas de tormentas, huracanes, tifones y otras alteraciones ambientales que afectan sus rutinas, Venezuela tiene todo el año relativo buen tiempo, apenas con lluvias y temporadas de calor y otra de leve baja de la temperatura.
La Madre Naturaleza no solo es benévola con los cambios ambientales, sino que depositó en las entrañas de esta Tierra de Gracia, como la percibió Cristóbal Colón, grandes riquezas que bien administradas deberían colocarla entre las más desarrolladas y prósperas del planeta Tierra.
Lamentablemente no es así. Hay hijos de esta tierra, y uno que otro disfrazado de hijo, que se han encargado de crear enormes tormentas para su provecho personal.
Tormentas como la Corrupción y la Hiperinflación ya se convirtieron en Huracanes y siguen subiendo sus niveles de peligrosidad. La hiperinflación, como bien dicen los expertos, es consecuencia de la corrupción y en Venezuela eso está muy bien ilustrado. La corrupción y la hiperinflación siguen destrozando todo lo positivo que tenía Venezuela hasta 1999 y los encargados de garantizar el bienestar de todos sus habitantes parecen ni enterarse de esos males.
Ellos siguen con cara de fiesta y celebrando cualquier tontería como si realmente fuera algo para celebrar.
Los valores morales y éticos también han sido azotados por la corrupción y quienes no acatan ni un mínimo porcentaje de los 350 artículos de la Constitución vigente desde diciembre de 1999, amenazan a quienes protestan contra esas violaciones alegando que cerrar las vías urbanas o extraurbanas es inconstitucional.
Los que protestan señalan para empezar el artículo 2 de esa Constitución que ahora quieren sustituir por otra más acomodaticia a la corrupción.
Artículo 2. Venezuela se constituye en un Estado democrático y social de Derecho y de Justicia, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico y de su actuación, la vida, la libertad, la justicia, la igualdad, la solidaridad, la democracia, la responsabilidad social y, en general, la preeminencia de los derechos humanos, la ética y el pluralismo político.
Casi 20 años después de entrada en vigencia esta Constitución hay que estar muy ciego o alienado para no ver que si el régimen de turno cumpliera con ese artículo, los venezolanos podrían dedicar más tiempo a mejorar sus niveles de vida en vez de perder horas en colas hasta para conseguir una simple curita que antes se conseguía en cualquier kiosco de periódicos.
Si ese artículo fuera acatado por los que se apoderaron de todo el Estado venezolano no habría muertos por desnutrición, por falta de medicamentos o mal estado de los centros asistenciales, escasez de comida y falta de transporte para que la gente pueda ir con facilidad a sus lugares de trabajo, estudio o recreación.
La gente que está protestando en contra de este ineficiente régimen ya no se come los cuentos de la propaganda oficial y cada día se suman más grupos que inicialmente apoyaron el proyecto iniciado por el teniente coronel y golpista Hugo Chávez Frías.
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La impunidad
La impunidad, al igual que la corrupción, solo beneficia a un grupito y termina destruyendo cualquier proyecto colectivo, sea religioso, social, deportivo o partido político.
En AD lo entendieron bien y por eso el caso de Carlos Andrés Pérez, aunque lo que haya desviado el “gocho” del Tesoro Nacional a fines particulares no es ni 1% de lo que han desviado los chavistas.
El chavismo tiene que entender que debe acabar con la impunidad si quiere sobrevivir al desastre de la actual cúpula en el poder.
La muerte del concejal Fernando Albán en las instalaciones del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin) es una gran oportunidad para acabar de una vez con la impunidad. El responsable de esa muerte debe ser castigado, sea quien sea, como han dicho varios funcionarios en reuniones casi privadas.
Lo mismo debe ocurrir con los corruptos, especialmente con los que han llenado sus bolsillos con millones de dólares americanos con la compra de comida en el exterior para llenar las cajas del Comité Local de Abastecimiento y Producción (Clap) aprovechando el corrupto control de cambio. Estos corruptos tienen que ser castigados así sean directivos principales del principal partido del chavismo o sin importar el cargo que ocupen actualmente.
Se supone que cosas como esas fueron planteadas en la reunión del jefe de la comisión de política exterior del Senado estadounidense, Bob Corker, con Nicolás Maduro esta semana, aunque no es la primera vez que este norteamericano habla con Maduro. Ya lo hizo en mayo pasado pidiendo elecciones transparentes y por lo visto fue vacilado por el régimen venezolano.
A propósito de esa visita, el senador Corker tiene buenos contactos con el actual gobernador de Carabobo, Rafael Lacava, quien fue el intermediario para que el régimen de Maduro liberara al pastor norteamericano Joshua Holt y su esposa Tamara Caleño el sábado 26 de mayo de este año.
Por ahí vienen los comentarios sobre el planteamiento de Corker para que Lacava pase a ser Vicepresidente Ejecutivo de Venezuela con la posibilidad de asumir la presidencia ante la situación cada día más comprometida de Maduro, dentro y fuera de Venezuela.