Tengo un amigo lleno de premios, que si no es el mejor del mundo en lo suyo es como lo de Lennon y McCartney, al menos opinable. Cada semana luce su genio haciendo portadas en las que rezuma talento y se divierte. No se devana los sesos por hacer cada día la mejor obra de su vida, sabe que el objetivo es poner sus conocimientos de comunicador al servicio de la utilidad de su trabajo… y sin embargo, siempre hay quien señala cada ‘cover’ como “gloriosa” y alguna de ellas, de vez en cuando, le vale un premio.
Hace un año cayó el 12-O en pleno golpe separatista en Cataluña, España se llenó de banderas nacionales en los balcones y, aunque yo no la colgué en mi terraza, me hizo ilusión la reacción de la gente normal. Este año ha coincidido la Fiesta Nacional con la llamada a nacionalistas vascos y separatistas catalanes a que apoyen el acuerdo entre el Gobierno y Podemos para los Presupuestos Generales del Estado de 2019. Y miren, una a una, cualquiera de sus medidas son irreprochables.
Todos podríamos decir que bien a subir un 22% el Salario Mínimo Interprofesional hasta los 900 euros; nadie podría negarse a que se igualen las bajas por maternidad y paternidad, para cuidar mejor de los niños recién nacidos y, sobre todo, para eliminar otra de las barreras laborales que discriminan a las mujeres; a ver quién dice no a que se haga un esfuerzo por poner el dinero que faltaba para atender las ayudas a la dependencia ya reconocidas que no se pagaban; y tampoco es posible no aplaudir que se asegure que las pensiones nunca pierdan poder adquisitivo.
Los más dudosos o ideológicos de los puntos que recoge el pacto, además, están bien defendidos. El redactor del texto los justifica acompañándolos de un objetivo benéfico. ¿Que se le quiere dar poder a los Ayuntamientos para intervenir el mercado de la vivienda marcando precios máximos? Pues se dice que esa imposición antiliberal busca “pinchar la burbuja del alquiler” que está echando de sus casas a los inquilinos más desfavorecidos. ¿Que se decide proscribir un mercado emergente como el de las apuestas online que dan trabajo a miles de personas -que cotizan a la Seguridad Social- y generan riqueza -que paga impuestos- equiparando este producto al cancerígeno tabaco? Entonces se explica que la ludopatía es mala y que los menores están desprotegidos en internet…
Lea también: Guerra interna del PSOE lleva a adelantar elecciones andaluzas
Se podría hacer un trabajo más a fondo, concienzudo, un estudio de pros y contras, de situación del mercado, de barreras protectoras, de ingresos y gastos, de implicaciones a mercados secundarios, de causas y consecuencias. Pero se ha preferido ir a la brocha gorda ideológica, eso sí, con mucha inteligencia dialéctica para colocar el producto en el estante de las cosas buenas.
He estado trabajando las negociaciones de los Presupuestos y he publicado reportajes sobre algunas de estas medidas, hablando con sus proponentes y con los agentes de cada uno de los sectores que se verían tocados por las nuevas regulaciones. Y he reflejado lo mejor que he podido en mi periódico lo que unos y otros decían. He leído -desde este jueves de acuerdo solemne con firma ante una ventanal abierto, sonrisas y apretones de manos- todo lo que ha caído en mis manos para empaparme de las diversas interpretaciones. Y me he acordado de mi amigo Rodrigo, el director de arte de Unidad Editorial, el que hace las portadas.
Porque en el día de la Fiesta Nacional quienes faltan a las celebraciones son los nacionalistas vascos, los independentistas catalanes y los populistas de Podemos. Lo hacen a propósito, rentabilizando cada uno a su manera ese pataleo infantil. “Hay un conflicto político, la Constitución nunca la votamos”, “ya no cabemos en esta España, ése ya no es nuestro Rey” o “la patria no son las banderas, la patria es la gente”.
Estos grupos, precisamente, son los socios del Gobierno de Pedro Sánchez. Y no sólo están cada día en la televisión dando la matraca con sus mandangas porque lo sean, que también, sino porque garantizan audiencia. Los medios vivimos de que nos vean, nos escuchen y nos lean, y esta gente genera bronca, azuza el debate.
El último ha sido el de los Presupuestos, y el partido de Pablo Iglesias lo ha enfocado con mucha habilidad para que la discusión marque al discrepante: titularon su documento de negociación ‘Presupuestos con la gente dentro’. Y este jueves por la tarde, cuando Pablo Echenique presentaba ante la prensa su satisfacción por lo firmado, mezclaba con la sabiduría de un tahúr a la gente con la patria, a las banderas con la confrontación, a la celebración oficial de esta España con el régimen del 78 que «hay que superar».
Y eso es inteligente. Pero es injusto. Es totalitario y maximalista. Es excluyente. Porque ese discurso se apropia de lo que es bueno, y el silogismo hace que todo el que no lo comparta está en el mal. Envuelven en un celofán de promesas todas y cada una de sus declaraciones, pactos e iniciativas, y convierten su ideología en religión. En la única y verdadera, por cierto, de la que todos los demás son herejes. Y ya se sabe lo que se le hace a los infieles cuando una verdad revelada lucha por expandirse…
Juegan nacionalistas, separatistas y populistas a este juego mejor que nadie. Enarbolando las banderas del victimismo histórico regional o proletario. Pero la mejor trampa tiene un punto débil: si siempre lo mío está bien y todas las veces lo del otro es malo, no te fíes de mí, te estoy engañando… No todo fueron ‘Sgt. Peppers’, también los Beatles hicieron ‘Love me do’.
Hace unos años, gasté mi última semana de vacaciones en el despacho de Rodrigo, para descubrir su magia. Y lo que aprendí es que no la tiene, que no lo hace todo pensando que es un genio y tiene la razón siempre, sino tratando de hacer su trabajo de cada semana. Y que, aunque eso lo consigue siempre porque es el mejor del mundo -eso opino yo-, sólo de vez en cuando hace la portada del año. Y sólo desde entonces lo llamé amigo, sólo desde entonces me fie de él. Y colgué algunas de sus obras en las paredes de mi casa. Ésas sí las colgué.
Alberto D. Prieto es Jefe de Sección de EL ESPAÑOL