Por Eddo Polesel
***Los demócratas debemos actuar como una oposición compactada, coherente y constante para combatir la ocupación del régimen castrochavista.
Estamos al borde de un desastre de impredecibles dimensiones, porque el régimen pretende mantener su nefasto modelo comunista que ha causado la tragedia que estamos padeciendo todos los venezolanos, a excepción de los enchufados que persisten tratando de hacer ver como si esta situación diera inicio a la solución de los problemas del país. Lo están haciendo manteniendo sus principios perversos como si estuviésemos navegando en el “prometido” mar de la felicidad, cuando en realidad estamos dentro de una peligrosísima deriva.
La solución a las penurias y sacrificios que venimos sufriendo con esta triste experiencia no vendrá de los responsables porque, al llegar al tope de su desastrosa gestión, no tendrán ni la fuerza ni la capacidad de salir del atolladero en el que han metido al país entero llevándose en los cuernos lo que quedaba de las instituciones democráticas. Al final, los responsables deberán desaparecer del país. Retirarse en el algún exilio dorado disfrutando de sus fechorías; pero con el remordimiento que les causan sus desvíos y sus ineludibles responsabilidades. Esta es una realidad que los venezolanos -que no nos fuimos- debemos enfrentar y cargar con todo. No podemos hacer como los que se han ido, aun cuando respetamos su decisión sin hacerse cómplices de su actitud. Debemos formular un llamado a todos los que quedamos para que reunamos y reavivemos las fuerzas y los recursos para enfrentar con el valor ciudadano el desafío que se nos presenta y evitar lo peor; porque lo peor de lo peor es claudicar frente a los desafíos que implican las circunstancias que saldrán a la luz una vez que el régimen implosione y esto significa evitar lo peor de lo peor.
Si los demócratas actuamos por convicción y de forma responsable, desplegando insistentemente una oposición compactada, coherente y constante sin dobleces, a pesar de los escasos resultados que se alcancen durante la ocupación del régimen castrochavista, podemos pretender que las generaciones futuras, a la cuales le competirá el sobrehumano esfuerzo de institucionalizar al país, nos reconozcan los esfuerzos realizados para contrarrestar la invasión cubanizadora y la traición a la Patria de sus compinches en Venezuela. Responsabilidad que, en todo caso, recae inexorablemente sobre el régimen chavista por haberle, con la entrega de petróleo, proporcionado los apoyos económicos y políticos a sus aliados ideológicos, que se tradujeron en la cesión de la soberanía del país al castrismo, recibiendo en cambio el régimen chavista la inteligencia política del G2, en función pretoriana, para mantenerse, mientras tanto, en el poder. Que Dios nos acompañe en este desafío que se nos plantea.