Por Rafael Bayed
***Tenemos un régimen de fuerza, con procesos electorales viciados, sin garantía de pulcritud y transparencia.
El control mediático del régimen nacional e internacionalmente es espeluznante, al extremo de que algunos miembros de la oposición democrática y factores de poder internacional, creen que hay incapacidad. Pues no, y hay que gritarlo a los cuatro vientos. Es evidente la cantidad de imbéciles que han venido ocupando cargos, pero la mayoría son unos cuatreros, desde 1999, que dejan pálidas a las mafias europeas y norteamericanas.
El primer golpe de corrupción, para inaugurar el sistema de malandraje, es de Hugo Chávez, cuando de las FARC recibió buenas cantidades de aportes para su estrategia, dándose con algunos porcentajes que le permitieron abrirse como le dio la gana, con discursos populistas, demagogos y alianzas con toda clase de alimañas vinculadas a los hilos del poder.
Además de incapaz y corrupto lleva al poder a un criminal sin escrúpulos, que tiene al país vapuleado y entregado a intereses extranjeros: Rusia, China, Irán, Turquía, ah, y Cuba que sustenta el poder, porque es evidente que Maduro es solo un regente en la estrategia Cuba para seguir alimentando a Latinoamérica de odio, como en los años de la guerra fría y debilitar la influencia económica y democrática de USA en el continente.
Lo de sabandijas y ladrones lo ha dicho hasta la propia gente del régimen, al extremo de que el Contralor General de la República, alarmado, sostiene que no hay controles en la función pública.
Desde el 2002, la empresa petrolera PDVSA, manejada por el régimen para beneficiar y financiar a regímenes tan corruptos como los de Venezuela, y tener respaldo “internacional”, ahora está en el abandono.
Todo tiene un por qué. La crisis de transporte público es consecuencia del empeño de comprar autobuses chinos sin garantías de reposición de los repuestos. Ah, y las ganancias extraordinarias y la famosa montada de olla de una planta de ensamblaje de esos autobuses, donde se invirtieron millones de dólares están paralizadas. Las obras del metro, después del escándalo de pagos de comisiones de Odebrecht a altos funcionarios del régimen, están abandonadas y sin supervisión de expertos capacitados.
No hay actividad del Estado donde quienes administran no reciban una cuota de comisión, y como esto es de bandas divididas en sus acciones no hay a donde recurrir.
Las aduanas están represadas de mercancías de todo tipo, pero no son entregadas porque la coima no es convincente.
Maduro miente para distraer y el pueblo se cala el trapo rojo, y luego el descarado sostiene que se equivocó y pide otra oportunidad. La oposición democrática está dividida y con intereses propios ayudan a llevar al pueblo al disparadero. Llevamos 20 años de equivocaciones, también por la dirigencia de la oposición y el pueblo estoico.
Esto es un régimen de fuerza. Los procesos electorales están viciados, sin garantía de pulcritud y transparencia y hay quienes hablan de dialogar con felones.
Trasciende que Maduro ordenó la colocación de misiles en Paraguaná. ¡Nada! para provocar una situación conflictiva con los países democráticos de la zona, y ¿el fin? mantener en ascuas a todo el mundo, porque la bestia se cree una pieza importante en la geopolítica de América.
Aquí o el pueblo y los factores de poder democrático toman consciencia y salen a la calle, o nuestros nietos nos lo reclamarán.
Foto: Efe