Por Leopoldo Puchi
***En medio de grandes complejidades, el Grupo de Boston realiza actividades entre el Gobierno y la Oposición conjugando diversos criterios.
La iniciativa del Grupo de Boston de invitar al país al senador estadounidense Bob Corker toma particular relevancia en las circunstancias actuales en la que se han escalado las tensiones internas como consecuencia de la muerte del concejal Fernando Albán. Tal como ha sido señalado por distintos observadores de la situación venezolana, esta iniciativa es la acción más juiciosa realizada desde hace mucho tiempo.
El Grupo de Boston ha sido durante años un punto de encuentro entre parlamentarios venezolanos de Gobierno y oposición y entre las dos naciones. Recientemente jugó un rol muy importante en la excarcelación de Joshua Holt. Le correspondió a Pedro Díaz Blum, Rafael Lacava y Caleb Mc Carry, del GB, adelantar las diligencias y establecer los enlaces necesarios entre el presidente Nicolás Maduro y el senador Corker.
El grupo ha funcionado, con mayor o menor intensidad según las circunstancias, desde que se creó la Asamblea Nacional. Está compuesto de manera paritaria por partidarios del Gobierno y de la oposición. En 2002, en medio del torbellino generado por el golpe del 11 de abril, sesionó en Washington y en Boston. Sin embargo, no es una instancia de negociación, mediación o arbitraje, lo que corresponde a las partes y delegaciones con mandatos expresos, sino que ha utilizado siempre el mecanismo de las mesas de ideas que no implican o concluyen en convenios.
El rango de controversias existente es muy amplio. Las tensiones entre Washington y Caracas comenzaron hace mucho tiempo atrás, en un contexto distinto al de los actuales problemas de hiperinflación. Son tensiones que derivan de la separación de Venezuela de su tradicional “zona de influencia” y obedecen a razones geopolíticas. A ello se le añade la lucha política interna por el poder, en la que el gobierno estadounidense ha tomado partido por la oposición.
Y todo este conjunto de disputas se ha complicado en la medida en que la institucionalidad se ha deteriorado, se ha recurrido a la violencia de parte y parte, y las condiciones de vida de la población se han gravemente deteriorado por la ineficiencia de las políticas económicas del Gobierno, así como por las sanciones y sus efectos nocivos.
También hay que señalar que las posiciones de Estados Unidos no son uniformes y que hay diversidad de corrientes con puntos de vista diferentes o contradictorios en relación a Venezuela. La iniciativa de hace pocas semanas del Departamento de Estado, conducido por Mike Pompeo, de enviar una delegación oficial de alto nivel para sostener reuniones en Venezuela fue suspendida en el último momento, seguramente producto de esas contradicciones. Al mismo tiempo, otras dependencias adoptan sus propias medidas radicales, que cierran puertas para posibles entendimientos.
Es en medio de todas las complejidades señaladas que el Grupo de Boston realiza sus actividades, desde una perspectiva que conjuga diversidad de criterios, optimismo y realismo.
Foto: Tenemos Noticias