Por Alfredo Michelena/ENPaís/Zeta
***Para la FAO, el hambre en Venezuela se triplicó desde 2010. Y no por catástrofes naturales o guerras sino por una política económica orientada a destruir el aparato productivo privado para hacerse ellos con todo el poder. Mientras tanto la gente huye en estampida.
Las noticias son cada día más dantescas. El hambre se ha instalado en Venezuela de la mano del castrochavismo. Regularmente, las grandes hambrunas que ha sufrido la humanidad han sido producto de guerras o catástrofes naturales como sequías o grandes pestes. Pero nosotros, los venezolanos, que hemos sido pioneros en muchas cosas, hemos inaugurado el hambre como producto de una catastrófica política económica que se vino encubando desde que hace ya casi 20 años y que Maduro, heredero de Chávez y pupilo de los Castro, agudizó.
Cada medida fue tomada a fin de acabar con la producción nacional en manos de la empresa privada y cada una de ellas ha sido un fracaso. Lo lamentable es que es tan evidente que la única razón que a uno se le ocurre es esa que expresa el dicho: No hay peor ciego que quien no quiere ver.
Es la ideología comunista que se ha instalado en el poder, cuyo objetivo de librito es acabar con la “burguesía” para que el Estado asuma el control de la economía y la producción mientras la clase obrera sea capaz de asumir la dirección de la sociedad -léase nunca. Ese “mientras” es el socialismo. Pamplinas. No ha sucedido y no va a suceder. Lo que ha sucedido es que la nueva nomenclatura del partido comunista o socialista se convierte en la clase dominante y explota a la sociedad. Y lo grave es que en la medida en que ese control de la economía es mayor, mayor es el hambre, la pobreza y la mengua que existe en esas sociedades.
Si alguien pregunta que pasó con China comunista, la respuesta es muy sencilla: China eliminó la pobreza y el hambre desde el momento en que dejó de querer acabar con los empresarios capitalistas y muy por el contario los promueve. ¿Y la ideología? Eso lo contestó Deng Xiaoping cuando dijo “no importa el color del gato si caza ratones”. Pero aquí no. Luego que el gobierno les impuso un diezmo en especie a los productores agrícolas, ahora Maduro anuncia que tomará el control total de la producción y distribución de carne. No aprenden -o no quieren aprender. Incluso cuando los mismos chinos se lo explican, como fue el caso recientemente. El ministro de Agricultura y Tierras, Wilmar Castro Soteldo, les preguntó sobre el mecanismo de control sobre las empresas que usan para impulsar el desarrollo y le contestaron: “El 90 % de las empresas en China son privadas. El Gobierno no puede ejercer ningún control, pero implementa un sistema de incentivos para que puedan elevar la productividad y eficiencia y así ganar más. Así, algunas empresas buenas, que tanto necesitamos, pueden desarrollarse con más rapidez”.
“El que tenga ojos pare ver que vea” citaba de la Biblia el finado Chávez. Pero ellos no ven. Recientemente, el español Íñigo Errejón, de Podemos, declaraba que en Venezuela “se come tres veces al día”. Defiende lo indefendible. Irónicamente, mientras este babieca mentía, la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), que en junio de 2015 premió al régimen por haber reducido la pobreza y el hambre, por fin encontraba su rumbo y señalaba, en su último estudio, que el hambre en Venezuela se triplicó entre los trienios 2010-2012 (3,6 %) y 2015-2017 (11,7 %). Cuando se le pregunta a los millones de venezolanos que han migrado recientemente, el hambre y la mengua son las principales razones para hacer salir en estampida del país.
Pero lo único que se le ha ocurrido a estos tarúpidos es repartir comida que importan de forma corrupta. No aumentar la producción privada, ya que es evidente que la estatal es un desastre.
Su única estrategia es vender todo lo que tengan (oro, diamantes, coltrán, petróleo) para importar alimentos y repartirlos en las bolsas o cajas CLAP. Por cierto, en la frontera, quienes lo reparten son los del ELN. Y con eso someten a la población. En una relación de semiesclavitud o esclavitud moderna. Además, Venezuela está de segunda después de Haití en el Índice Global de Esclavitud 2018. A propósito, el gran anuncio del régimen de la semana es que llegaron los perniles. Claro, el año pasado ni eso pudieron hacer.
Las consecuencias del hambre para las futuras generaciones será una tara que quedará impresa en el ADN de los venezolanos. Ojalá que allí también quede impreso que de comunismo, socialismo, militarismo, caudillismo y dictadura no queremos más.