Por Eduardo Martínez – Corresponsal en Italia.
La Iglesia Católica de Italia ha recibido un duro golpe por parte de la Comisión Europea de Justicia. En dinero, se estima que este “golpe” superará los 5 mil millones de euros.
En la primera semana de noviembre, la Comisión Europea de Justicia falló a favor del Estado italiano, al decretar que la Iglesia debe pagar los impuestos prediales de sus numerosas propiedades inmobiliarias a los municipios, habidos entre el 2006 y el 2011.
La exención se aplicaba a los inmuebles utilizados con fines no comerciales, pero en los cuales no se realizaban actividades de culto. En tanto en los de cultos, se ha mantiene el criterio de no pagar los impuestos.
En todo caso, y así lo ha provisto la Corte Europea, hay grandes problemas prácticos para la ejecución de la sentencia. El desorden de registros y cuentas del Estado italiano, dificulta el cobro de los impuestos prediales.
En esta oportunidad, y luego de la decisión de la Corte Europea, el Vaticano deberá proteger sus propiedades y su dinero. Siguiendo el principio jurídico, de que “quien puede lo más, puede lo menos”, si caen en Italia, seguirán otros países.
Propiedades en Italia
La Iglesia Católica es el mayor propietarios de bienes inmuebles en Italia. Inmuebles sobre los cuales a la iglesia no le cobran, y no paga, los impuestos prediales.
Según estimaciones de la prensa italiana, las propiedades se dividen en tres grandes sectores: los eclesiales 49.982 edificaciones; los educativos y culturales (11.084); y los de salud y asistencia (4.172).
La Iglesia siempre permanece
La Iglesia Católica atraviesa momentos que se pudieran considerar “peligrosos”. Sin embargo, eso no amenaza su permanencia a futuro. Siempre ha logrado permanecer.
En los últimos dos mil años de historia, la Iglesia es la única institución que ha permanecido incólume ante las más variadas amenazas: guerras, imperios, persecuciones, cismas, modas, pestes y epidemias, al punto de que inclusive, sus valores, preceptos y dogmas, han permanecido inmutables antes los descubrimientos científicos.
La Iglesia ha logrado mantener un hilo de continuidad que nada ni nadie ha logrado interrumpir.
Como institución, la Iglesia Católica mantienen un status dual, que pudiera calificarse de “sui generis”. En Roma, y para toda Italia, es el estado Vaticano. Para toda Italia, también es la institución que rige una religión.
En el resto del Mundo, y para cada uno de los países donde se respeta el culto religioso católico, la Iglesia también tiene un status único.
Por una parte es un culto religioso, con sus autoridades representadas en la Conferencia Episcopal nacional, y por otra parte, en la mayor parte de los países el Vaticano mantiene una representación diplomática que se materializa con una embajada, llamada Nunciatura, y un embajador con el título del “Nuncio de Su Santidad”.
El país laico vs el país religioso
En los países occidentales, luego de la reforma luterana, fue tomando cuerpo la confrontación entre una manera laica, liberal, y la tradicional de más de mil años en la que la religión católica era única.
Con la entrada del protestantismo en América del Norte, esa manera laica se fue extendiendo a la América hispana, en la medida en que las revoluciones de independencia se iban fraguando en las Logias Masónicas. Casi todas ellas provenientes de Inglaterra y Francia.
En el Siglo XX, con el advenimiento del marxismo y su triunfo en la Revolución Rusa, la Iglesia debió enfrentar la persecución más pertinaz. Lo que la expuso a la desaparición y la confiscación de sus propiedades.
El dominio marxista, que no llegó a un siglo, no pudo con los casi dos mil años de existencia de la Iglesia, como institución. Así como tampoco pudo acabar con la fe de las personas, que a tras tiendas o cobijados bajo otros cultos cristianos, lograron por décadas mantener sus creencias.
En tanto en Asia, hay tres experiencias de la Iglesia que debieran ser tomadas en cuenta. La primera de ellas, es en Japón, donde el desempeño de la Compañía de Jesús –al inmiscuirse en la política nipona- llevó a la expulsión de los católicos y de todos los occidentales.
La Iglesia Católica fue proscrita en Japón, desde 1640 hasta 1865. A pesar de esos 225 años, los japoneses católicos lograron mantener su fe en la etapa llamada “Kakure Kirishitan”, que se traduce como “cristianos ocultos”, o que la jerarquía romana llamó “Iglesia de las Catacumbas”.
Otro caso es el de Filipinas, el único país católico de Asia, con un 80% de la población católica. Fue colonizado por España en 1565, hasta 1898 cuando fue ocupado por los Estados Unidos. Siempre la población ha mantenido su Fe Católica.
China es el episodio más reciente de la permanencia de la Iglesia Católica en Asia. Expulsados en 1951 los religiosos por el régimen comunista de Mao Zedong, luego del triunfo de la Revolución China en 1949.
Hasta el 2018, período durante el cual el Vaticano no tuvo relaciones con China, los católicos mantuvieron el culto con grandes limitaciones, y en medio de una división, por cuanto el régimen había proclamado una Iglesia Patriótica Católica.
En este año, el Vaticano y China firmaron un acuerdo provisional sobre el nombramiento de obispos. Lo que había sido el principal conflicto entre ambas partes durante años y que no había permitido llegar antes a un acuerdo.
Se espera que próximamente reanuden las relaciones diplomáticas, y el Vaticano abra una Nunciatura en Beijing.
La diplomacia vaticana
El Vaticano, en su “aggiornamento” o puesta al día, ha ido interpretando el cambio que los tiempos imprimen a la vida.
En todos los casos, la principal preocupación vaticana ha sido el mantener el control sobre la designación de los obispos. Lo que le garantiza el control de la Iglesia de manera universal.
Con este fin, ha ido actualizando su interrelación con el resto del mundo, en la denominada relación Iglesia-Estado. Prueba de esta política son los 62 acuerdos bilaterales vigentes que el Vaticano ha suscrito en los últimos 100 años con igual número de estados.
El más importantes acuerdo firmado por el Vaticano es sin duda alguna el Tratado Internacional de Letrán, firmado con Italia en 1929, donde se definió la Ciudad del Vaticano como un Estado independiente.
En el caso de Venezuela, luego de la confrontación que sostuviera el presidente Guzmán Blanco con la Iglesia en 1870, las relaciones Iglesia-Estado mantuvieron un tácito reconocimiento mutuo.
Sin embargo, Guzmán Blanco había eliminado prerrogativas de registro de la Iglesia como el matrimonio, la administración de cementerios, el registro de los nacimientos y fallecimientos, y había instituido el matrimonio civil y el divorcio. Asimismo, confiscó algunas propiedades y derribó otras.
No sería hasta 1964, bajo el mandato del presidente Rómulo Betancourt, cuando el Estado venezolano firmó el “concordato con la Santa Sede”.
En lo que se ha llamado la “sabiduría” vaticana, la Santa Sede siempre se ha esmerado en señalar que la firma de estos acuerdos con las autoridades civiles, no reportan un juicio sobre ese gobierno.