Imagen: Cortesía de Desmotivaciones España

Llegó el turno de los emergentes

Imagen: Cortesía de Desmotivaciones España

Por Jaime Granda.

La sentencia del TSJ desconociendo resultados de elecciones de la FCU de la Universidad de Carabobo es parte de la estrategia del régimen para estimular la abstención opositora el 9 de diciembre.

El pueblo de Venezuela cumple 20 años viendo el juego entre los equipos políticos del chavismo y el antichavismo, donde abundan los errores y hay ausencia de buenos mánagers.

Por encima de lo que dicen muchos analistas obnubilados por la propaganda y la estrategia del chavismo y sus asesores extranjeros, el juego sigue y la realidad es que los que no quieren ir al estadio electoral van cediendo puestos a lo que en el deporte estrella de los norteamericanos, el béisbol, se denominan los emergentes.

Por cierto que a pesar del proyecto socialista descalificador del imperio yanqui, el que maneja el Estado venezolano, Venezuela sigue siendo un gran proveedor de las Grandes Ligas con jugadores que cada año marcan la crónica deportiva.

Lo cierto es que estamos a pocos días del domingo 09 de diciembre cuando en Venezuela se realizarán otras elecciones. Con todo lo que se pueda decir sobre su pertinencia y legalidad, ese día se van a elegir los rezagados concejales que necesitan los municipios.

Es evidente que hay mucha manipulación de lado y lado sobre estos comicios. Comencemos por precisar que Venezuela está conformada por 23 entidades federales y un Distrito Capital. Cada entidad federal está dividida en municipios autónomos que suman un total de 335. Parte de la manipulación impuesta desde 1999 es minimizar las opciones de los municipios y el poder de alcaldes y concejales y exagerar el poder del Presidente de la República como si fuera un monarca. El chavismo acabó con la moderna descentralización iniciada antes de 1999 y que cada municipio probó en beneficio de sus habitantes.

Esta semana, Vicente Brito, expresidente de Fedecámaras y presidente de la Red por la defensa al Trabajo, la Propiedad y la Constitución, enfatizó que el centralismo ha servido para matar el poder popular del voto.

El centralismo ha logrado que el voto haya perdido confiabilidad para los ciudadanos y lamentablemente, en las encuestas publicadas en relación con las elecciones de concejales del próximo 9 de diciembre, algunas indican una proyección de no participación de hasta más del 70%, lo cual es muy preocupante porque los Concejos Municipales, de acuerdo con la Constitución, ejercen el poder de base de los ciudadanos en sus comunidades y es en ellos donde se deberían obtener las soluciones a los distintos problemas que los afectan.

Emergentes de lado y lado

Revisando las boletas de votación de algunos municipios, nos encontramos con la novedad de que los comicios del 09 de diciembre no solo son una oportunidad para los emergentes de oposición, sino también para los emergentes del chavismo.

De los partidos de oposición más conocidos que están en esas boletas, especialmente en la zona metropolitana de Caracas, destacan Copei, MAS y Avanzada Progresista. Cambiemos, El Cambio, Soluciones y Movimiento Ecológico son menos conocidos, pero hay que tomar en cuenta que en las elecciones municipales cada agrupación depende más del trato directo con los electores que de afiches y cuñas en diferentes medios impresos, sonoros o virtuales. Seis de esos partidos de oposición coinciden en el apoyo a los mismos candidatos y eso se ve como una ventaja.

En cuanto a lo que pasa en el chavismo, notamos que los integrantes del Gran Polo Patriota (GPP) no comparten su apoyo a los candidatos del PSUV.

De doce partidos chavistas que aparecen en algunas boletas, cuatro coinciden en apoyar a los mismos candidatos y el resto tiene algunas combinaciones con nuevos nombres.

El panorama es que el PSUV va solo en casi todas las circunscripciones y eso luce como una oportunidad para los apoyados por otras agrupaciones chavistas porque los candidatos del PSUV no tienen argumentos para decirles a sus militantes que ahora sí van a resolver todos los destruidos servicios públicos.

Los del PSUV no tienen argumentos para defender ante sus seguidores el fracaso del programa de ajustes económicos que el sábado 17 de noviembre cumplió noventa días, acogotado por la hiperinflación.

Cada día son más los chavistas que aceptan que el control cambiario permanente impuesto por Hugo Chávez fue la clave de la radicalización del socialismo, pero también del empobrecimiento general con ineficaces controles de precios, expropiaciones, incautaciones y racionamiento hasta de los servicios públicos esenciales, como luz, agua, telefonía, recolección de basura y servicios de transporte, incluido el Metro.

Los del GPP pueden criticar a los del PSUV y prometer mejoras. Los grupos opositores, por su parte, pueden criticar a los del PSUV y a los del GPP como responsables de la crisis. La tarea más dura para los opositores es hacer que despierte en los electores el valor del voto. Hacer que entiendan que apartarse de la vía electoral es hacerse cómplice del antidemocrático chavismo. Es necesario que los electores aprendan que mientras más participación haya, menos impunidad habrá en los eventos electorales. Que mientras haya testigos de oposición en cada centro y en cada mesa, quedará constancia de todas las irregularidades que cometa el chavismo. También deben recomendar a los electores que la manera más simple de votar es marcando en la agrupación preferida en la boleta la opción “seleccionar todo”.

Campaña contra el voto

Es evidente que al régimen le ha ido muy bien promoviendo entre los opositores la desconfianza en el voto. Es evidente que muchos analistas hacen el juego al régimen en esa misión de menoscabar la importancia de la vía electoral.

Los líderes y comentaristas de oposición deberían aprender que los asesores extranjeros del régimen aprovechan muy bien cada oportunidad para disminuir el poder popular del voto.

Esta semana se les presentó otra oportunidad de sembrar más desconfianza en el voto y la aprovecharon. El martes, la Sala Electoral del TSJ anuló la proclamación de Marlón Díaz como presidente electo de la Federación de Centros Universitarios (FCU) de la Universidad de Carabobo y ordenó que el cargo sea entregado a Jessica Bello, cuyo grupo no ganó siquiera un consejero estudiantil.

Las reacciones en la oposición no se hicieron esperar y comenzó nueva campaña en contra de acudir a las urnas el 9 de diciembre.