Por Alfredo Michelena.
Un recuento de la historia electoral de este siglo muestra como pasamos de un chavismo inderrotable a uno derrotado. Como la oposición de forma lenta pero segura remontó su foso y derrotó al chavismo. Claro que éste no se quedó tranquilo hasta que logró quebrar el caudal acumulado de la oposición y con subterfugios comenzar de nuevo a ganar elecciones. En esto la destrucción de la unidad opositora ha sido clave. Pero ahora la única fuerza real que posee la oposición, la fuerza electoral, se está apagando.
Un 6 de diciembre de hace 20 años Hugo Chávez Frías ganó su primera elección. Un día antes, el golpista del 4 de febrero de 1992, aseguraba descaradamente al periodista Jorge Ramos, de la cadena Univision, que entregaría el poder en cinco años, o antes; que no nacionalizaría a la empresa privada, sino que le daría más facilidades de inversión a los capitales privados internacionales. “Yo no soy el diablo”, dijo, y finalmente que no nacionalizaría ningún medio de comunicación. Así con estas tres mentiras esperaba atraer más electores para el día siguiente.
Una carrera ascendente
No nos referimos a su carrera militar, que estuvo llena de tropiezos y en ella nunca ocupó las mejores posiciones. Incluso raspó una de las materias del Curso de Estado Mayor, aunque al final obtuvo el grado de Coronel. Tampoco como golpista le fue muy bien pues fracasó en el intento el 4 de febrero de 1992. Pero este acto, equivalente al elogiado del tipo “arrecho” que “tira la parada”, como lo señalaba el historiador Manuel Caballero, lo convirtió en factor político en una Venezuela que venía haciendo aguas desde que las élites se opusieron al cambio económico, al empeñarse en mantener un pasado de moda modelo económico cepalino – sustitución de importaciones- y al cambio político que venía con la descentralización y la necesaria renovación de los partidos. Entonces se blandeó la bandera de la antipolítica y el anti neoliberalismo – término poco entendido pero que para los venezolanos de la época era rechazar una economía de libre mercado orientado a la exportación de alta competencia.
Chávez sale de la cárcel, su caso es sobreseído. Entonces, acobijado por Luis Miquelena se lanza a la palestra electoral. Chávez ahora convertido en “demócrata”, arrancaba apenas 5% de las preferencias electorales en 1977. Al año siguiente ganaba cómodamente las elecciones frente a los partidos tradicionales de AD y COPEI, los cuales terminaron revocando a sus propios candidatos para apoyar a Salas Römer, de un tercer partido emergente. Chávez los derrotaba con el 56% de los votos. El sueño del Foro de san Pablo se hacía realidad: la estrategia era llegar al poder por la vía electoral.
Ganaba pero…
Si duda la oposición a Chávez y al chavismo fue fuerte, en especial en los sectores medios de Venezuela. Esa clase media que había surgido de una economía que creció desde los años treinta hasta finales de los años setenta para comenzar a caer en términos de PIB per cápita desde los comienzos de los ochentas hasta mediados de la primera década del siglo, siguiendo la caída de los precios del petróleo.
Chávez que estaba en su cúspide se hizo una constitución a su medida y ganó el referéndum constitucional de 1999 con el 72% de los votos, aunque hubo una abstención de 55%. El hombre era imbatible, la oposición estaba desarticulada y los partidos tradicionales desaparecían, al menos COPEI lo hizo, en términos de su militancia y fuerza electoral.
Aparecieron nuevos partidos, Primero Justicia, Voluntad Popular y UNT pero no lograban ponerse de acuerdo. Surgió la Coordinadora Democrática. Para 2004 luego de los sucesos de abril que sacaron a Chávez de la presidencia por 24 horas y que hicieron que la OEA se instalara en Venezuela, se planteó un referéndum revocatorio. Este revocatorio lo venía ganando la oposición según las encuestas, pero al darle largas el CNE, lo terminó ganando Chávez con casi el 60% de los votos. Hubo trampa como tardía y científicamente se ha comprobado, pero ante la ausencia del arma homicida, la comunidad internacional terminó aceptando estos resultados. La oposición que cantaba victoria unos días antes, quedó aturdida.
La oposición comienza a avanzar
A partir de esa derrota, la oposición comienza a ganar terreno electoral. Muy quedamente comienza a aumentar su caudal electoral, elección por elección. Sorpresivamente en diciembre de 2007 Chávez sufre su primera derrota por menos de 2%. Para esa elección, el caudal electoral de la oposición crece y el chavismo pierde casi 3 millones de votos, muchos de los cuales se resguardan en la abstención. Chávez entra en cólera al no poder cambiar la constitución para hacerla abiertamente comunista y presiona para aprobar lo que más le importaba: la reelección indefinida que gana en 2009.
La tendencia de convocar cada vez más votantes se consolida en la fuerza opositora. El Chavismo va dando tumbos. Se crece cuando es Chávez el candidato, pero se hunde cuando no son elecciones presidenciales.
En las elecciones parlamentarias de 2010 de nuevo el PSUV, creado en 2007 para agrupar a todas la fuerzas chavistas, no logra ganar las elecciones. La Mesa de Unidad Democrática, MUD, una coalición electoral de los varios partidos de oposición, fundada en 2006, queda a menos de un 1% de los votos que consiguió el PSUV, pero un partido que se desligó del PSUV, el PPT sacó 3,14% de los votos. En todo caso con los cambios que hizo el régimen en el sistema electoral para el parlamento, el PSUV sacó el 60% de los escaños con el 48% de los votos y la MUD con un punto menos (47%) solo 39 diputados en la Asamblea Nacional.
Dos elecciones presidenciales
Para 2012 se realiza la última elección presidencial que Chávez ganaría, pues al final fue el cáncer el que lo derrotó. Allí de nuevo la gente se volcó a votar por el caudillo. Un líder que había tenido una economía boyante, pues el precio del petróleo, a precios constantes, se recuperó y subió durante su mandato a niveles nunca alcanzados. Lamentablemente para 2012 comienza a bajar y en 2014 se desploma, mostrando todas la falencias de una economía atrofiada adrede por un régimen enemigo de la empresa privada.
Chávez que necesitaba ganar esta elección porque sabe que será la última, tira la casa por la ventana en lo que se ha llamado el “efecto giordani”- Jorge Giordani fue su ministro de Planificación- y logra ganarle a Henrique Capriles por casi 10 puntos, con una abstención del 19%.
Chávez nombra a su heredero: Nicolás Maduro, una ficha de los Castro. Maduro como vicepresidente asume el cargo y el Tribunal Supremo de Justicia, dictamina que aunque Chávez no se juramentó, como lo establece la Constitución, Maduro seguirá en su cargo hasta que llegue el ganador. Chávez no llega nunca y es pronunciado muerto el 5 de marzo de 2013. Hay elecciones el 14 de abril de 2014 y Maduro es declarado ganador por menos de 1,5 puntos de diferencia. La oposición grita fraude. Interviene la comunidad internacional, a través de UNASUR, se pide reconteo, pero al final el régimen se impone.
La gran sorpresa
Pero esa oposición que estaba en suelo a principios del siglo logra ir creciendo progresivamente en cada elección e imponerse limpiamente en 2015 con el 55% de los votos contra el 41% de chavismo, organizado en lo que llaman el Polo Patriótico. Esta es una agrupación de partidos pro-chavistas que apareció desde las elecciones de la Constituyente en 1999, reaparece para las elecciones presidenciales de 2000 y luego en las de 2006. Luego vuelve como el Gran Polo Patriótico Simón Bolívar en 2011 para las elecciones de 2012 y en las de 2013 y 2015.
La victoria de la MUD en diciembre de 2015 le permite obtener una mayoría en 2016 en la Asamblea Nacional. La sobrerepresentación de las mayorías que impuso el régimen y que les favoreció en 2010, ahora se volvía en su contra. Con el 56% de los votos la MUD obtenía el 67% de las curules de la Asamblea General, lo que le daba total control del poder legislativo. Claro, ya sabemos que impugnaron las elecciones del estado Amazonas y que tres años después aún está bajo investigación, lo que no ha permitido a la MUD asumir las prerrogativas de una mayoría calificada.
¿Una estrategia ganadora?
Pocas dudas hay que la estrategia electoral de la MUD produjo un crecimiento de la base electoral de la oposición. Ahora bien, como sabemos, ante este resultado el régimen cambió la suya y tuvo un espectacular e inesperado éxito electoral en 2017, para no hablar de las elecciones “chimbas” de 2018 donde el grueso de la oposición no participó.
2015 fue el zenit de la oposición. Desde allí se ha derrumbado electoral y organizativamente. Perdió las elecciones de 2017 no tanto porque el volumen de votantes del chavismo haya crecido, sino porque el de la oposición ha caído.
El régimen, para imponer su “nueva”, o mejor dicho repotenciada, táctica tuvo que romper varios paradigmas.
Comenzó por maniatar a la AN, único poder que no está bajo su égida. Esto provocó que la comunidad internacional se le enfrentara. La OEA calificó al régimen como no democrático e incluso se creó el Grupo de Lima para presionar por una salida democrática a la crisis venezolana. También tuvo que mostrar su talente opresor reprimiendo al movimiento ciudadano liderado por estudiantes que se le estuvo enfrentando par varios meses. Esto lo llevó a ser declarado en Naciones Unidas como un estado violador de derechos humanos, no en el Consejo respectivo, pero si en sus órganos independientes.
Pero lo que más le ha funcionado al régimen, ha sido la táctica de “divide y vencerás”. Así por diversos medios han promovido la división de una oposición que ya no se organiza alrededor de la MUD, sino que está dispersa en varios grupos. Unos que quieren elecciones pero no tiene votos, otros que quieren intervención o acción militar pero no tienen armas ni gente armada; unos que quieren una rebelión civil pero no tienen capacidad de convocatoria y otros están a la espera que esto se derrumbe y repiten una y otra vez que el fin está cerca, que hay que prepararse, pero ya van 20 años.
¿Qué viene ahora?
Claro que el régimen consiguió buen caldo de cultivo en los egos y aspiraciones presidenciales de varios líderes políticos y en los errores de apreciación de sus análisis y sus consecuentes estrategias políticas. Sin duda el régimen ha actuado por trascorrales para fomentar la división. Al final el caudal electoral opositor se ha retraído. Nadie quiere a Maduro, apenas un 20% dicen todas las encuestas serias, pero muchos ahora desconfían de sus líderes y no se movilizan como antes. Y la única fuerza real que posee la oposición, la fuerza electoral se está perdiendo.
A los líderes creadores de la democracia que se instaló en 1958, les costó varías décadas construir ese estado democrático. Fueron perseguidos, torturados y asesinados en el intento, tuvieron alianzas criticables, optaron por estrategias erradas, se pelearon entre ellos, algunos colaboraron con la dictadura, otros no. Pero al final se unieron para salir de ella.
Los venezolanos del siglo XXI esperan de sus nuevos líderes que aprendan de la historia, de sus errores y que no permitan que esa fuerza electoral que se creó a pulso se vaya por la alcantarilla por una falta de visión y la imposibilidad de pensar en Venezuela y no solo en ellos y en sus pequeños partidos.