Enfermedades mentales
Si una persona padece de una enfermedad mental y ha cometido un crimen, esto no significa que la enfermedad sea la razón por la cual se ha perpetuado ese acto. Foto Cortesía Shutterstock.

Mito o realidad: ¿Cometen más crímenes los enfermos mentales?

Enfermedades mentales
Si una persona padece de una enfermedad mental y ha cometido un crimen, esto no significa que la enfermedad sea la razón por la cual se ha perpetuado ese acto. Foto Cortesía Shutterstock.

Por María Claudia Di Guida De Sola

La creencia general es que las enfermedades mentales y la violencia se encuentran vinculadas. De hecho, más de un tercio de la población cree que las personas con problemas mentales tienen mayores probabilidades de ser violenta.

Esta creencia se deriva de la teoría sobre la peligrosidad criminal asociada a las enfermedades mentales de Cesare Lombroso en el Siglo XIX. Este planteamiento habría demostrado que muchos de los autores de delitos violentos estaban afectados por trastornos mentales, graves alteraciones mentales congénitas e incurables.

Otro factor que ha contribuido a la creencia general de que los crímenes se pueden vincular con las enfermedades mentales, es la manera en que las historias se publican en los medios de comunicación. Los crímenes y las historias violentas llaman mucho la atención de los lectores, por lo que en las secciones de Sucesos se suele hacer énfasis en estos temas. Así, las estadísticas indican que más del 50% de los artículos se vinculan con crímenes y violencia y, en la mayoría, se cuestiona la salud mental de las personas responsables de hechos violentos. Además, cuando un crimen es realmente perpetuado por una persona con alteraciones en su salud mental, las noticias suelen ser más sensacionalistas aun.

Culpar a las enfermedades mentales de la ocurrencia de hechos delictivos violentos también podría ser considerado como un mecanismo de defensa, una forma en que las personas se puedan proteger y brindar una justificación a estos hechos, los cuales probablemente en ese momento no son capaces de afrontar y comprender. Al inferir que el perpetrador del acto delictivo padece de un trastorno mental, es posible que las personas se distancien del hecho violento y marquen una diferencia entre sí mismos (quienes no tienen una enfermedad mental) y el autor del hecho (quien padecería de alguna enfermedad mental).

Sin embargo, es importante que se desestime la vieja y prejuiciosa idea de que la peligrosidad criminal está asociada a la enfermedad mental, dejando de atribuirle a los enfermos mentales estigmas como este. Las personas que tienen alguna enfermedad mental no deciden estar enfermas ni tampoco dejar de estarlo.

En cuanto a esto, cuando se considera la existencia de hechos violentos y la presencia de enfermedades mentales, es posible evidenciar que quienes tienen algún trastorno mental están más expuestos a sufrir la violencia como víctimas que a ejercerla como agresores. Además, en general, los enfermos mentales, jóvenes o mayores, hombres o mujeres, están más expuestos a ser víctimas de la violencia que el resto de la población.

Qué dicen las estadísticas

Pero dejemos que los números sean los que hablen. Al principio comentamos la creencia errónea de que un tercio de las personas que cometían actos de violencia tenían problemas mentales. Sin embargo, lo que realmente nos dicen las estadísticas es que entre todos los delincuentes condenados por diversos delitos violentos, solamente el 5% se encuentra afectado por una enfermedad mental grave. De estos, solamente el 7,5% de los delitos cometidos por personas con un trastorno mental grave están directamente relacionados con alguno de los síntomas de la enfermedad que padecen. Según esto se debe resaltar que la gran mayoría de las personas que tienen algún trastorno mental no son violentas, agresivas, ni peligrosas.

Es cierto que ha habido casos individuales en que personas con problemas mentales han cometido crímenes violentos. En ocasiones, ciertos aspectos de la enfermedad mental en sí misma pueden haber contribuido, pero es una peligrosa exageración pensar que en general las personas con problemas mentales representan una amenaza mayor que el resto, ya que en la mayoría de los casos, los problemas de salud mental no son los que de hecho llevaron a los delincuentes en prisión a cometer sus delitos.

Es importante recordar que si una persona padece de una enfermedad mental y ha cometido un crimen, esto no significa que la enfermedad sea la razón por la cual se ha perpetuado ese acto. Tener un trastorno mental es otro de los muchos factores de riesgo que podría incidir en la posibilidad de cometer un crimen violento, tal como la desventaja social, el abuso de sustancias, entre otros. De hecho, dos tercios de los delincuentes que habían cometido delitos directamente relacionados con sus síntomas de enfermedad mental también tenían antecedentes penales vinculados a otras razones, como la pobreza, la falta de empleo o de vivienda y el abuso de sustancias.

Es mucho más probable comportarse de manera violenta y cometer crímenes cuando hay abuso de sustancias. En un estudio realizado en Estados Unidos en 1998 denominado “MacArthur Violence Risk Assessment Study” (Estudio de Valoración del Riesgo MacArthur) se hizo seguimiento a más de 1.000 personas egresadas de un hospital psiquiátrico, quienes fueron comparadas con otras que no habían estado hospitalizadas. En términos generales, no hubo diferencia entre los dos grupos en términos de nivel de violencia que perpetraron, a menos que hubiera alcohol o drogas de por medio. Ambos grupos de personas tuvieron más probabilidades de comportarse en forma violenta si mostraban señales de haber abusado de estas sustancias, pero la enfermedad mental en sí no fue suficiente para hacer a las personas más violentas.

Por esto, es importante destacar que la mayoría de los crímenes violentos tienen su fundamento en otros factores psicosociales y no en las enfermedades mentales. De hecho, el Dr. Jeffrey Swanson, sociólogo americano experto en la epidemiología psiquiátrica de la violencia y de las enfermedades mentales, explica que si en algún momento “desaparecieran las enfermedades mentales”, el porcentaje de violencia en la sociedad descendería aproximadamente 4%, significando esto que solamente una muy pequeña parte de la violencia en la sociedad podría vincularse con pacientes con alteraciones mentales.

Los verdaderos factores de riesgo

Entonces, ¿cuáles serían los factores de riesgo más influyentes en el hecho de que se perpetúe un crimen? El Dr. Jeffrey Swanson explica que, en general, hay tres factores de riesgo: el primero es una historia de violencia en los primeros años de vida, el segundo es el abuso de sustancias, y el tercero es la exposición a violencia en el entorno del individuo. La presencia de historia de violencia en la vida de una persona es un mejor predictor de futura violencia que el hecho de padecer un trastorno mental.

Es importante modificar los paradigmas y fundamentar los argumentos en las teorías científicas actuales, resaltando que las personas que se encuentran afectadas por algún trastorno mental no necesariamente están predispuestas a cometer algún crimen, pues los factores de riesgo más influyentes no se vinculan con este aspecto. Se debe ver a los enfermos mentales como lo que son, personas que necesitan tratamiento y que requieren de nuestra ayuda, no personas a las que debemos temer. Es hora de minimizar los estereotipos, el estigma y los prejuicios sociales sin fundamento que ya acompañan a los pacientes psiquiátricos.