“Considerando esencial que los derechos humanos sean protegidos por un régimen de derecho, a fin de que el hombre no se vea compelido al supremo recurso de la rebelión contra la tiranía y la opresión”. Foto: Prodavinci

El reconocimiento a Susana Raffali lo es también a la dura crisis venezolana

Por Ramón Guillermo Aveledo

***“Considerando esencial que los derechos humanos sean protegidos por un régimen de derecho, a fin de que el hombre no se vea compelido al supremo recurso de la rebelión contra la tiranía y la opresión”.

El 10 de diciembre se cumplieron setenta años de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas, suscrita en París en 1948, en medio del optimismo y los buenos propósitos del nuevo comienzo después de la horrible tragedia de la IIª Guerra Mundial. El tercer considerando del Preámbulo de tan trascendente documento encabeza estas líneas.

De entonces a hoy, el Derecho Internacional, no sin dificultades, ha ido impregnándose de esos valores y construyendo por la vía de los tratados, una tutela internacional de los Derechos Humanos que completa en su sentido humanista más integral, los desarrollos constitucionales, legislativos y jurisprudenciales de los países. La defensa de los derechos de la persona humana no tiene fronteras. Somos una sola humanidad.

Con motivo del aniversario de la Declaración Universal, las repúblicas Francesa y Federal Alemana, entregan cada año hace tres, el Premio Germano-Francés de Derechos Humanos y Estado de Derecho a quince personas cuya constancia y entrega los ha distinguido en el mundo en la divulgación, promoción y defensa de los derechos de la persona.

Este premio tiene un significado adicional que no puede pasar inadvertido a nosotros los venezolanos, en medio de nuestra conflictiva realidad nacional. Cuando en 1962 se encontraron en Reims Adenauer y De Gaulle en la misa de reconciliación, dieron un paso gigantesco para iniciar un camino de amistad y cooperación que ha sido fundamental en el progreso de ambos pueblos, de la Europa unida que han promovido y, en cierto modo en la esperanza de la humanidad en la posibilidad de un futuro de libertad, paz, derecho y prosperidad para todos. Reims está cargada de simbolismo. Su catedral había sido casi totalmente destruida por el ejército alemán en la Iª Guerra y en el Collège Moderne et Technique de la ciudad firmó el General Jodl la capitulación incondicional que terminó la IIª. Los históricos e irreconciliables enemigos de ayer, decidieron mirar hacia adelante y trabajar juntos.

Una de las quince personalidades premiadas este año en el planeta entero  es nuestra compatriota Susana Raffali, en reconocimiento a sus ya veinte años de trabajo humanitario. Susana, de quien he afirmado como de Humberto Prado, otro gran venezolano, que si no existieran habría que inventarlos, es Nutricionista por la UCV, con estudios de especialización aquí y el exterior. Ha sido conocida por su trabajo con  Caritas y también ha servido en REDHNNA, PROVEA, “Alianza por la Paz y la no Violencia”, la Red por el derecho de las mujeres a una vida libre de violencia y ACCSI.

El reconocimiento a Susana Raffali lo es también a la dura crisis venezolana que ya es noticia mundial y a quienes luchan por cambiarla. Por eso, esta es una alegría que duele.