Por Jaime Granda
***Los inocentes deben reflexionar sobre sus errores antes de que termine 2018 y dejar a un lado los prejuicios políticos.
El viernes 28 fue Día de los inocentes. Por lo que hemos visto a lo largo del año, en Venezuela hay muchos adultos que siguen siendo inocentes, especialmente algunos considerados líderes políticos. Los que creen en ellos son más inocentes y por eso forman parte del rebaño de muchos aspirantes a mesías.
Prueba de ello es que tanto esos “líderes”, como sus rebaños, crean que el 10 de enero todo se resolverá a su favor sin aportar las herramientas adecuadas para la realidad del momento.
Esos inocentes olvidan lo ocurrido con los magistrados del Tribunal Supremo de Justicia nombrados por la Asamblea Nacional (AN). Todos terminaron perseguidos por el régimen y con un TSJ paralelo dentro del territorio que al final es el que ejecuta lo que la cúpula ordena. Esos inocentes que creen que dejando de votar le restan poder al que otros eligieron. Esos inocentes siguen creyendo que surgirá un gobernante extranjero que vendrá a remendarles la plana y lo peor de esos inocentes es que consideran que ellos son los que tienen la razón y quienes tratan de despertarlos a la realidad son “vendidos” al régimen. En todo caso algún beneficio deben obtener haciendo el papel de “inocentes” porque en el mundo político nada es gratis y alguien debe pagar la factura de sus andanzas.
Frente a esos “inocentes” hay otros que aparentemente están acorralados, aislados internacionalmente, con muchas críticas en contra, dentro y fuera de los territorios que manejan, pero mal que bien se termina el año y siguen aferrados al cargo que tanto envidian sus críticos. Esos son los sobrevivientes.
Durante 2018 hubo cambios en países latinoamericanos como Argentina, Brasil, Colombia, Cuba, Ecuador, México y Perú, pero los pueblos siguen sufriendo los autoritarios y corruptos gobernantes de Nicaragua y Venezuela.
2018 también dejó cambios en España y Francia. Marcó el comienzo de cambios en Guyana, Israel y otros. Lo de Estados Unidos es un episodio que debe ser analizado con mucha paciencia y tranquilidad de espíritu. Forma parte de los ciclos que debían cerrarse este año y lo bueno es que todas esas experiencias, incluyendo las horrorosas que sufren millones en Nicaragua y Venezuela, siempre tienen cosas positivas. Siempre dejan enseñanzas para los más avanzados, los menos inocentes y realmente preocupados por el bienestar de los pueblos y no por la acumulación excesiva de riquezas saqueando el erario público. La sabiduría popular lo resume con aquello de que no hay mal que por bien no venga.
Lo demás es parte de lo que debemos superar. Si no vamos a votar no tenemos justificación para chillar por las promesas no cumplidas de quien pudo haber sido sustituido por otro en su momento. Lamentarse no es la ruta apropiada. Sostener un discurso dedicado solo a los defectos del otro, pero sin admitir los propios, tampoco ayuda a superar la crisis en las que nos metimos todos y todos debemos buscar la salida.
Faltando horas para que termine 2018 es momento para reflexionar con “cabeza fría” y con sinceridad plena. Que los errores se queden en el pasado. Pongamos a un lado los prejuicios políticos y lo que digan las redes sociales y apoyemos el proyecto que más se aproxime a la salida deseada para bien de todos.
@jajogra