Por Jaime Granda.
El régimen sigue viviendo de la apariencia y la oposición debe mostrar el sábado 5 de enero si ha aprendido la lección.
El panorama político venezolano está muy ligado al resto del continente y a los cambios que comenzaron a producirse en 2018 frente a los integrantes del proyecto político inspirado en la revolución cubana que el pasado martes cumplió 60 años.
Lo expresado ese martes primero de enero por Nicolás Maduro durante una entrevista con el periodista español Ignacio Ramonet y transmitida por Venezolana de Televisión (VTV) muestra parte de ese panorama.
Los sectores políticos más visibles de Venezuela no solo están polarizados físicamente, sino también mentalmente y prueba de ello es que Nicolás Maduro aseguró durante esa entrevista que los proyectos políticos neoliberales de los gobiernos de derecha en América Latina y el Caribe son inviables, por lo tanto, provocarán el surgimiento de nuevos movimientos populares y progresistas en la región.
Es la polarización ideológica que se mantiene en la mente de Nicolás Maduro y su grupo como si nada hubiese pasado en 2018 en países gobernados o expoliados por supuestos “movimientos populares y progresistas”, como los encabezados por Cristina Kirchner, Lula Da Silva y Rafael Correa en Argentina, Brasil y Ecuador, respectivamente.
Maduro olvida exprofesamente que por el fracaso de esos “movimientos” surgieron nuevas alternativas como la de Jair Bolsonaro, quien el pasado martes tomó posesión del cargo de presidente de Brasil.
La polarización ideológica sigue manipulando con los términos “izquierda” y “derecha” y sus diferentes grados, al igual que con los términos “liberales” y “progresistas”, lo que es pura retórica y la prueba más palpable en toda América Latina es que Venezuela ha retrocedido en su progreso y de ser un país considerado rico hoy está entre los más pobres del mundo, aunque la cúpula dominante siga viviendo de la apariencia e insista en considerarse “progresista”.
Examen de reparación
Este sábado 5 de enero de 2019 se cumplen 3 años de la juramentación de la primera directiva de la Asamblea Nacional (AN) dominada mayoritariamente por la oposición desde que en 2005 cometieron el primer error de no acudir a votar y entregaron el Poder Legislativo al chavismo.
Inexplicablemente volvieron a caer en error similar este 2018 al promover la abstención en las elecciones presidenciales y las municipales.
Esa primera directiva de la AN estuvo liderada por Henry Ramos Allup (AD) y la actual directiva, juramentada el 5 de enero de 2018 está integrada por Omar Barboza (UNT) como presidente; Julio César Reyes (AP-Concertación), primer vicepresidente; Alfonso Marquina (PJ-MUD), segundo vicepresidente; Negal Morales (AD), secretario, y José Luis Cartaya (Independiente-MUD), subsecretario.
La actual AN no tiene los 167 diputados elegidos en diciembre de 2015 porque cuatro de ellos están desincorporados por triquiñuelas legales desde el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) que funciona dentro del territorio nacional y es sumiso al Poder Ejecutivo.
El año 2018 fue un desastre para la oposición representada en la AN y a lo largo del mismo hubo discrepancias internas de algunos partidos y la desaparición de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) con cuya tarjeta se eligieron 64 de esos diputados, incluyendo los desincorporados por el estado Amazonas.
La AN quedó integrada por 109 opositores activos y 54 oficialistas activos, pero las divisiones en algunos de los partidos de oposición cambió la correlación y eso es lo que ha creado expectativas sobre lo que pueda ocurrir este sábado 5 cuando debe elegirse la nueva junta directiva y que según el acuerdo inicial corresponde a un militante de Voluntad Popular (VP).
Las organizaciones políticas de oposición que lograron diputados a través de la MUD sufrieron algunas modificaciones a lo largo de estos tres años. Así surgieron el Movimiento 16 de Julio, la Alianza Concertación impulsada por Henri Falcón y Avanzada Progresista (AP), al igual que el Movimiento Prociudadanos.
A todo eso hay que sumar que el 13 de diciembre pasado, la diputada Delsa Solórzano que era de Un Nuevo Tiempo (UNT) se separó del mismo y formó bancada aparte, inicialmente con otros tres diputados.
Se trata de Encuentro Ciudadano con representación en todo el país donde ha realizado actos con buena asistencia. Algunos exdirigentes de UNT se suman a Encuentro Ciudadano como José Luis Farías, exalcalde José Luis Rodríguez, Rosiris Toro y la exconcejal Kadary Rondón.
Con este grupo son cinco las agrupaciones opositoras que coexisten en la AN después del derrumbe de la MUD y eso fomenta las incertidumbres si la elección de la nueva directiva parlamentaria se realizará el sábado 5 sin alteraciones a lo acordado y que la presidencia corresponda a Voluntad Popular (VP) o esas nuevas coaliciones hagan valer su peso para lograr cambios que consideran pertinentes y que ha sido la razón de su rompimiento con las organizaciones políticas en las que comenzaron esa trayectoria en el Parlamento venezolano.
Por todo eso, en vista de que la oposición formal fue reprobada en 2018 por sus errores en la AN, el sábado 5 tiene la oportunidad de enmendarse, es decir tiene un examen de reparación que debe aprovechar para recuperar la confianza de los electores y participar con mejores condiciones en la lucha por los cambios que en teoría exigen el 80% de los venezolanos.
Una oposición unida y coherente puede facilitar los proyectos que esta semana se discutieron en Brasil con motivo de la asistencia de Mike Pompeo, responsable de las relaciones exteriores de Estados Unidos, a la investidura de Jair Bolsonaro.
La comunidad vecina a Venezuela está muy preocupada porque el régimen venezolano promete pero no hace nada efectivo contra la acelerada hiperinflación y eso es una de las causales para que millones de venezolanos sigan huyendo hacia los países vecinos, alterando así sus proyectos locales para la estabilidad económica.