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Biden respaldará a Guaidó y será duro contra Maduro

Por ANDRÉS OPPENHEIMER

En medio del caos reinante en los días finales del gobierno de Donald Trump, hay un pequeño rincón de su administración que no está terminando en llamas: el representante especial de Trump para Venezuela se ha reunido con los asesores del presidente electo Joe Biden para garantizar una transición ordenada de la política de Estados Unidos hacia la dictadura venezolana.

El representante especial de Trump para Venezuela, Elliott Abrams, se reunió en diciembre con el equipo de transición de Biden, según me confirmó Abrams en una extensa entrevista esta semana. El equipo de transición de Biden que se reunió con Abrams estaba liderado por la ex jefa del Hemisferio Occidental del Departamento de Estado y ex embajadora en México, Roberta Jacobson.

Abrams, un republicano conservador de línea dura que dejará el gobierno el 20 de enero, me dijo que fue una reunión “larga” y “muy agradable”.

Cuando le pregunté si se quedó con la impresión de que Biden continuará con la política actual de Estados Unidos de reconocer a Juan Guaidó como presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela y como presidente interino del país, respondió afirmativamente.

“Sí, creo que sí”, me dijo Abrams. “No creo que veamos grandes cambios en la política (de Estados Unidos hacia Venezuela). Y creo que entienden que la cara de la oposición, el líder de la oposición, es Juan Guaidó”.

Agregó que existe un apoyo bipartidista significativo para Guaidó en el Congreso de Estados Unidos, que incluye a demócratas como el senador Bob Menendez, quien probablemente será el presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado después del 20 de enero. Abrams dijo que Menéndez ha sido “un gran partidario de nuestra política hacia Venezuela,” y agregó que “el presidente electo Biden ha dicho que (el presidente de Venezuela, Nicolás) Maduro es un dictador”.

El pronóstico de Abrams sobre la probable postura del presidente entrante Biden sobre Venezuela es interesante, entre otras cosas porque va en contra de las delirantes afirmaciones de Trump, repetidas por legisladores republicanos de la Florida como Carlos Giménez y María Elvira Salazar, de que Biden es un supuesto “socialista” que se haría amigo de Maduro.

Biden ha dicho poco sobre Venezuela, más allá de afirmar que buscará la ayuda de países europeos para aumentar la presión sobre Maduro para que convoque elecciones libres.

Pero entre otras señales de que Biden no retirará el apoyo de Estados Unidos a Guaidó está el hecho de que la administración entrante invitó al embajador de Guaidó en Estados Unidos, Carlos Vecchio, a asistir a la ceremonia inaugural de Biden el 20 de enero, según me dicen funcionarios bien informados.

Además, el senador estadounidense Dick Durbin (D-IL) se reunió el lunes a través de Zoom con Tony Blinken, el nominado para ser Secretario de Estado de la administración de Biden, y discutieron entre otras cosas “apoyar al presidente interino venezolano Juan Guaidó y la democracia en Venezuela”, según un declaración de Durbin después de la reunión.

Mi propia conclusión después de hablar con Abrams y entrevistas previas con los asesores de Biden en América Latina es que Biden buscará montar una ofensiva internacional para presionar a Maduro para que permita elecciones libres, quizás comenzando con las elecciones municipales que la dictadura venezolana está considerando realizar en agosto.

Además, tras el fracaso de la administración Trump en sus esfuerzos por presionar a Cuba para que ayude a encontrar una transición pacífica en Venezuela, es probable que Biden concentre sus esfuerzos en lograr que Rusia lo haga. Trump intentó negociar un acuerdo con Cuba, ofreciéndole a Cuba suministros de petróleo de terceros países a cambio de su ayuda en Venezuela, pero los cubanos rechazaron la oferta, me dicen funcionarios cercanos a las conversaciones.

En suma, no preveo cambios importantes en la política de Estados Unidos hacia Venezuela. Por el contrario, es posible que veamos un caso poco común de bipartidismo en Washington acerca de la mayor crisis humanitaria y política de América Latina.

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Esta columna fue publicada originalmente en «El Nuevo Herald».