*** Más allá del numero de gobernaciones y alcaldías que los demócratas que la oposición logre este 21 de noviembre, va a quedar claro una vez más, la inmensa minoría en que se encuentra el régimen madurista, considera el autor.
Por CÉSAR PÉREZ VIVAS
El próximo fin de semana tendremos elecciones regionales. Como ya es costumbre el régimen apela al uso de todos los recursos del poder para avasallar y acorralar a la oposición política, y ésta ha hecho todo lo necesario para facilitarle el control de los poderes locales y regionales.
No otra cosa se puede colegir de la forma cómo ha transcurrido este proceso que concluirá con la votación de este próximo domingo 21 de noviembre. Que la dictadura use avasalladora, corrupta e inmoralmente los recursos del estado no es cosa nueva para nosotros. Todo el aparato del Estado, humano y logístico, ha sido desplegado para favorecer la plataforma electoral del régimen. Que el madurismo persista en mantener el control sobre el aparato electoral tampoco, o que se use el poder del estado para eliminar competidores tampoco resulta novedoso.
Lo verdaderamente nuevo ha sido la errática conducción ejecutada desde el lado de la oposición. Los principales factores llegaron tarde y de mala forma a este proceso. A pesar de que desde enero de este año se abrió el debate, sobre la conveniencia de concurrir a este proceso, para cerrar la etapa de abstención manejada en los últimos eventos electorales, los responsables de los partidos del G4 resolvieron hacerlo muy tarde.
Además, decidieron armar la plataforma electoral usando un método centralizado bajo el esquema de reparto de cuotas, negándole a los ciudadanos la oportunidad de seleccionar los candidatos de forma democrática. Eso terminó excluyendo liderazgos y sectores comprometidos claramente con la oposición, a los que se les impidió el derecho a participar con la tarjeta unitaria, generando en muchos casos más fraccionamiento en el campo democrático.
Ciertamente el régimen contaminó el cuerpo político con la perversa intervención de los partidos, usando el Tribunal Supremo de Justicia para designarle directivos comprometidos en una política de simulación opositora. Esa inmoral e ilegítima estrategia generó de inmediato una grave fractura en todas las organizaciones. Es legítimo y natural el rechazo a tamaño abuso. La militancia de dichas organizaciones y la opinión publica ha quedado desconcertada, los cuadros políticos han sido sometidos a un enfrentamiento, en muchos casos doloroso y nocivo a la convivencia civilizada, que significan las organizaciones políticas.
Es importante, no obstante, destacar que no todos los candidatos propuestos por la alianza de los partidos intervenidos son agentes directos del régimen. Allí hay una diversidad de actores que no podemos calificar uniformemente de colaboradores, por lo que el proceso electoral era una oportunidad especial para haber sometido, previamente al evento del próximo domingo, su calificación a la consideración de los ciudadanos, quienes a través de un proceso de primarias han podido decantar el espectro y haberle plantado la lucha electoral al régimen de forma más compacta.
Paradójicamente, quienes negaron la oportunidad a los ciudadanos de escoger la plataforma electoral, terminaron ayudando al régimen a consolidar la división perversamente planificada desde sus siniestros laboratorios.
Lo cierto es que acudimos a este proceso con una grave fractura de la sociedad democrática que le va permitir a la dictadura, por la abstención y la división del voto, quedarse con un importante número de gobernaciones y alcaldías, a pesar de ser una minoría en el seno de dichas comunidades
Más allá del numero de gobernaciones y alcaldías que los demócratas logremos este 21 de noviembre, va a quedar claro una vez más, la inmensa minoría en que se encuentra el régimen madurista. La tradicional abstención que este tipo de procesos locales genera, por el desinterés de un segmento de la población, se verá incrementada por la que se ejecuta como forma de protesta ciudadana frente a la ilegitimidad, ventajismo, abuso y fraudes del régimen. De modo que la suma de los votos emitidos por las diversas fórmulas opositoras, más la abstención como protesta, constituyen una masa ciudadana mayoritaria que debemos motivar y encauzar en una sola dirección, para lograr la gran avalancha con la cual salir de la dictadura.
El 2022 nos ofrece esa oportunidad por abrirse la oportunidad legal del referéndum revocatorio presidencial. Dios quiera y todos nos orientemos en una sola dirección, dejemos a un lado las diferencias y apetencias de todo tipo, para hacer valer esa mayoría que desea el fin del socialismo del siglo XXI.
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