El fracaso de Washington en Latinoamérica

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*** La aparición de dos «Cubas» más en el patio trasero de Estados Unidos en lo que va de siglo, es una clara evidencia de que la política internacional de ese país hacia el hemisferio ha fracasado, considera el autor.

Por ALFREDO MICHELENA

La caída del Muro de Berlín (1989), para muchos, marcó el final de la Guerra Fría. Por la misma época, Francis Fukuyama postuló «el fin de la historia». Para él, el comunismo había perdido ante la democracia liberal y esta reinaría en el mundo. Y así pareció suceder en la región.

A fines del siglo pasado, todos los gobiernos, excepto el de Cuba, fueron elegidos democráticamente. Para muchos, esto fue un triunfo para Estados Unidos, como líder de Occidente sobre la Unión Soviética. Una victoria que se consigue sin disparar directamente una bala y menos una ojiva nuclear. Lamentablemente, donde Estados Unidos falló fue en nuestra región.

En el Mar Caribe, a 90 millas de sus costas, la Cuba comunista, permaneció y sigue sobreviviendo a un «embargo» impuesto a principios de los años sesenta; aunque, en realidad, el embargo comenzó con uno de armas a Batista en marzo de 1958, que ayudó a los barbudos de Fidel. Pero no solo eso, la isla se convirtió en la peor pesadilla para los estadounidenses en su espacio hegemónico. Y no solo durante el siglo pasado, impulsando la lucha armada, sino también en el siglo XXI.

La aplicación de la política de contención hacia la Unión Soviética fue copiada en parte para Cuba. Sin embargo, tanto Cuba como la URSS lograron evadirla y expandir su influencia más allá de sus fronteras. Basta hablar de la promoción de las Guerras de Liberación Nacional, de la segunda mitad del siglo pasado, en las que no solo estuvo involucrada la URSS sino también la Cuba de Castro. Y, como ya mencionamos, también ellos apoyaron a la lucha armada, especialmente en América Latina.

La política de contención en la región fue un fracaso, salvo lo ocurrido en Centroamérica, donde los latinoamericanos, con la creación del grupo Contadora, lograron paliar la guerra fratricida promovida por Cuba y recuperaron la democracia en Nicaragua. Los cubanos no solo lograron infiltrarse en las élites intelectuales y los partidos de izquierda y centro del continente, sino que también la Revolución Cubana se convirtió en un desiderátum para la mayoría de los líderes políticos de la región, que aplaudieron y aplauden el antiimperialismo de los Castro.

Cuando el Muro de Berlín “inesperadamente” cae y la URSS se derrumba, Fidel entiende que es necesario pasar de la guerra armada a la “guerra por otros medios” – revirtiendo la famosa frase de Carl von Clausewitz-, creando junto a Lula da Silva el Foro de São Pablo. Y vaya que le ha dado resultados. 

En cuanto a Estados Unidos y su política hacia la región, no hay un cambio sustancial en relación con la de la segunda mitad del siglo pasado. Por supuesto, han desarrollado varias iniciativas novedosas, que van desde el fallido intento de crear el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) hasta la aplicación de sanciones. Pero estos proyectos, que con sus falencias siguen teniendo un enfoque de contención, han fracasado. La prueba es que ya hay dos países más que han caído en la órbita cubana: Nicaragua y Venezuela. Y aparentemente vienen más, Bolivia y ahora Honduras, entre ellos. La frase de Lyndon B. Johnson de «no más Cubas» quedó, en la práctica, en el pasado.

Sin duda, el embargo fracasó, ya que la influencia cubana se expandió y tomó forma en varios gobiernos del continente. Lamentablemente, quienes promueven el fin del embargo, no proponen otra cosa que el «anti-embargo», es decir la apertura, la convivencia, sin entender que esto, al menos por sí solo, no contendrá la expansión de esta «izquierda» en la región. Una izquierda que se ha convertido en una mafia, en una organización criminal, aunque se venda como defensora de los pobres y de los países contra el imperialismo … norteamericano, claro.

Y este fracaso ha tenido como consecuencias no solo la aparición de “más Cubas” en la región, sino también de la influencia de otras superpotencias (Rusia y China) y sus aliados (Irán, Turquía) en el llamado “patio trasero” de EE. UU., desafiando la hegemonía norteamericana en el continente. Las distintas administraciones del norte parecen creer que esto no les afecta, ya que no existe tal «izquierda»  dentro de sus fronteras. Aunque, en realidad, todo parece indicar que la hay y que está ganando fuerza.

Las opiniones publicadas en Zeta son responsabilidad absoluta de su autor.

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